La agencia nómada que viajó por el mundo sin un duro

7 de noviembre de 2013
7 de noviembre de 2013
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Lo bueno de lo nuevo es ese cierto descaro impropio de los más viejos del lugar. Lo tienen los aprendices y estudiantes que tratan de demostrar que, en ocasiones, las cosas son como son solo por el hecho de que hasta ese momento nadie se ha atrevido a hacer las cosas de otra manera. Y si lo han intentado, no lo han hecho con la convicción suficiente. Pasa, por ejemplo, en el sector de la publicidad.

“Hay muchas agencias ahí fuera con socios jóvenes y emprendedores, pero siguen usando los mismos métodos que nuestro predecesores. No solo hace falta juventud en publicidad, también un buen vuelco en cómo se hacen las cosas. Todo está demasiado enfocado en el qué”.

El proyecto de Alejandro Masferrer y otros cinco estudiantes más iba a consistir precisamente en desviar el foco del qué al cómo. El modus operandi de la agencia que tenían en mente era diferente al de las de toda la vida. Para empezar, no iba a tener una sede permanente. Debía ser una agencia pop up, de hecho, se iba a denominar The Pop Up Agency, pero, a diferencia de otras experiencias anteriores similares llevadas a cabo en Reino Unido o Estados Unidos, no iba a estar circunscrita a un lugar o evento concreto. Tenía que ser nómada.

7f62f8259981d5e28cf3409bc727fb7e_large (1)Alejandro, Abraham, Julia, Maksimilian, Wout y Zlatko comenzaron a organizar su tour empresarial. Los primeros destinos: Helsinki, Copenhage, Ámsterdam, Berlín y Londres. “Conseguimos cerrar las cinco primeras ciudades después de muchas horas llamando por teléfono, enviando mails e incluso viajando a allí con antelación para reunirnos con clientes potenciales, dar charlas”.

La gira había comenzado ya cuando, después de mucho Skype y LinkedIn, consiguieron cerrar la primera campaña fuera de Europa, en Singapore. “No teníamos nada más después de ello, pero aun así decidimos ir y lanzarnos a la aventura. Resultó ser una gran decisión, ya que el buen trabajo que realizamos para BBH Singapore nos llevó a recomendaciones y a que el boca a boca se extendiese como la pólvora. Fue así como conseguimos el contacto del director creativo de Coca-Cola en Tokyo y acabamos trabajando para ellos”.

Después llegaría EE UU y Facebook. “Llevábamos ya diez semanas fuera de casa. Estábamos en Nueva York sin hotel y sin dinero. Teníamos que reservar algo de última hora porque uno de nuestros clientes había cancelado nuestra cita en el último momento debido a una crisis interna”.

La desesperación (¡bendita!, en este caso, puesto que “es cuando uno menos vergüenza tiene”) les llevó a contactar con todas las empresas que se les pasaba por la cabeza. “¿Y Facebook? Sí, hala venga, contactemos también con Facebook”.

La broma dejó de serlo en el momento en el que contactaron con la red social. “Se interesaron por el proyecto casi desde el primer momento y acabaron contratándonos para un brief”. La sede de Saint Laurent en París sería la última etapa del tour.

Habían pasado 15 semanas durante las que viajaron a 15 países y desarrollado 20 proyectos. Tocaba hacer balance y ese resultó ser muy positivo. “La mayoría de nuestros proyectos siguen en desarrollo por parte de los mismos clientes y la mayoría han tenido muy buena acogida”.

La cláusula de confidencialidad firmada con muchos de esos clientes solo permite a Alejandro describir muy por encima el tipo de trabajos realizados durante este tiempo: “La mayoría tenían que ver con la estrategia: lanzamiento de nuevos servicios, formas de conectar mejor con el público objetivo, nuevas ideas para expandir un negocio en concreto… Por ejemplo, Facebook nos pidió una herramienta o estrategia para estar presente en eventos profesionales que promocionasen la red social como una nueva forma de networking”.

Y sí, también hubo fracasos y decepciones. El resultado de tres de los veinte briefs no convencieron a los clientes. “Esto más que deprimirnos nos ayudó a no volver a cometer los mismos fallos de nuevo. El tour en sí fue un periodo de aprendizaje espectacular”.

Por eso ahora quieren compartirlo con el mayor número de estudiantes y profesionales posibles a través de un documental. “Pensamos que es vital tener una cultura de compartir. Nuestra intención es ser una agencia pensada y hecha por una nueva generación”. En él se recogerán las entrevistas y encuentros que Alejandro y sus compañeros tuvieron a lo largo de esas 15 semanas con creativos y clientes.

“Hay mucho que compartir sobre cómo ellos ven la evolución de la publicidad. También hay muchísimas cosas que nosotros aprendimos y que vemos necesario compartir (y que ya hacemos mediante blogs, tuits, etc.)”.

Mientras llega la financiación, The Pop Up Agency sigue con otros desafíos. El más reciente, el de abrir sede física. La ciudad elegida ha sido Londres. Pero ¿cómo se puede mantener el espíritu pop up con una agencia permanente?

“Lo mantendremos vivo de dos formas: seguiremos fiel a nuestra idea de resolver briefs en 48 horas. Lo hemos convertido en nuestra idea de negocio y nuestra intención es seguir ofreciéndolo. Y, por otro lado, aunque tengamos una base principal, nuestro objetivo es seguir volando al menos una vez al mes fuera de Londres. En el futuro nuestra idea es, una vez asentados económicamente en Londres, poder abrir por una semana o dos en otras ciudades, ya sea para resolver briefs, inspirarnos o impartir charlas”.

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