En los comienzos, el humano era nómada. Iba allá donde el alimento crecía. Pero la Historia dio la vuelta al asunto y, con el tiempo, el humano se hizo sedentario. Muy sedentario. Se aferró a la quietud y empezó a temer el cambio. Creyó que encerrarse toda la vida en una misma casa y una misma oficina, y rodearse siempre de las mismas personas, le salvaría de los peligros que acechaban ahí fuera. Hasta hoy. Porque ese escenario se ha derrumbado. En lo personal y en lo laboral.
“Estamos viviendo una transformación muy fuerte en la cadena productiva. Antes, la mayor ambición era trabajar en una gran firma. Ahora, muchos nuevos profesionales prefieren trabajar por su cuenta o en una empresa pequeña y, cada vez más, trabajan en red”, explica el experto en gestión del conocimiento Domenico di Siena.
Las corazas del pasado han caducado. “Hemos superado una barrera habitual del modelo anterior. Las grandes empresas protegían su trabajo pero ahora están descubriendo otras formas más flexibles y permeables como la innovación abierta. Hacemos más intercambios y, así, hacemos más fuerte nuestro trabajo”.
Esta es la teoría. Pero el investigador, además, la lleva al terreno. Di Siena acaba de fundar una agencia llamada Urbano Humano, que califica de “distribuida, híbrida, digital y glocal”.
La compañía, especializada en investigación, diseño social, innovación urbana, network thinking y gestión del conocimiento, es distribuida porque une a profesionales de distintos ámbitos y diferentes localizaciones en un mismo proyecto sin necesidad de encerrarlos en una misma oficina. “Yo estoy en el centro de este movimiento pero no voy a tener empleados. El marco de trabajo se realizará mediante colaboraciones”, indica.
“Necesitamos desarrollar relaciones de trabajo más fluidas, más seguras… La seguridad nace cuando conocemos a las personas con las que vamos a trabajar y confiamos en su labor”, dice. “Hay veces que se presenta una oportunidad de trabajo y se unen varios individuos que no se conocen para hacer ese proyecto. Yo creo que hay que generar un sistema que funcione al revés. La unión de profesionales debe provocar la oportunidad en lugar de que la oportunidad genere el grupo”.
El italiano denomina adhocracia a esta forma de organización laboral. “Las personas que se encuentran bien haciendo cosas juntas deben tener la capacidad de organizarse en proyectos”.
Este modo de trabajar está en las antípodas de esa “antigua tendencia a crear estructuras demasiado pesadas”. En la adhocracia, en su lugar, “nos juntamos en cada momento los perfiles que interesan para un proyecto. No pensamos en el futuro. No hay compromiso de trabajar juntos en todo lo que surja en adelante”.
Esta estructura debe ser ligera, flexible y operar con autonomía de sus miembros. “Yo puedo desaparecer y que el resto de personas sigan trabajando juntas”, especifica. “Además, no necesitamos oficina porque trabajamos en red. Nos juntamos, cuando lo necesitamos, en un sitio distinto cada vez”.
El experto en gestión del conocimiento enfatiza que, en la actualidad, el enfoque de una compañía o del trabajo de un profesional ha de ser glocal (local y global a la vez). “Estamos condicionados por lo local y global”.
Esto significa que la movilidad vuelve. Y no hay que temerle. Al contrario. Cruzar fronteras es una oportunidad (personal y laboral). “En este contexto de trabajo en red y relaciones de confianza no hay que comprometerse a tener una ubicación determinada. Trabajar con una persona ya no depende de su localización”.
En este nuevo contexto surgen valores imprescindibles. Uno de ellos, la ‘corresponsabilidad’ (“Todos compartimos autoría y responsabilidad”, apunta). Otro, el ‘marco ético’ (“Es la economía del bien común”).
Esta forma de entender la economía planta cara al capitalismo más feroz. “El conocimiento es algo que se genera entre todos. Hay un intercambio continuo de información y, por eso, tengo que vender servicios. No tiene sentido que venda conocimiento”, explica el investigador.
“El marco ético implica que no puedo generar dependencia a mi cliente. No puedo vender conocimiento”, aclara. “Tengo que vender diseño y consultoría para que el cliente crezca y aprenda a trabajar por sí mismo. Ese es mi objetivo”.
Ilustración de Jaime Eizaguirre.