Vas a vivir 30.000 días: todo esto es lo que harás y experimentarás

«Esta es tu vida y se acaba a cada minuto», advertía Tyler Durden en la película Fight Club (El club de la lucha) antes de preguntarte qué harías si supieras que hoy es el último día. El carpe diem elevado a la máxima potencia. Una filosofía que, sobre todo, ha sido propugnada en las películas protagonizadas por personas en estado terminal, como The Bucket List (Ahora o nunca) o Short Time (Asesíneme, por favor).

Es el mensaje que trae el fantasma de las navidades futuras a Mr. Scrooge en Cuento de Navidad. Y a Bill Murray en Scrooged (Los fantasmas atacan al jefe). Es lo que repite líricamente Robin Williams en Dead Poets Society (El club de los poetas muertos).

Asimilar la existencia que tienes por delante y que cada decisión es importante quizá resulta más difícil si te dicen que tu esperanza de vida es de ochenta años. ¿Ochenta navidades? No parece mucho, a no ser que odies las navidades. Pero continúa siendo un número difuso porque un año es mucho tiempo. Ochenta es poco, pero un año es demasiado. Así que extrapolemos las cifras.

La esperanza de vida de una persona es de unos 30.000 días, sobre todo si vives en Europa o América del Norte. 30.000 días. Es una cifra un poco más fácil de imaginar, porque no es muy elevada y un día no es ni mucho tiempo ni poco tiempo. Si tradujéramos los 30.000 días a horas o minutos, por ejemplo, volveríamos a tener una cifra difícil de imaginar. Los días que nos quedan por vivir, sin embargo, es lo que más se acerca a nuestra forma de comprender el mundo.

Vale. Vas a vivir 30.000 días. Esto es lo que harás, lo que vivirás, lo que ganarás y perderás. Y de ti depende degustar cada uno de esos días o dejarlos ir hasta que llegue el sepulcro. De ti depende, en parte, incrementar determinadas experiencias y disminuir otras. Vamos a los datos.

Rutinas

30.000 días son 1.000 meses. Da un poco de vértigo, ¿verdad? Mil meses parece muy poco. Y más lo parece si consideramos el número de días, meses y años que invertimos en meras rutinas que poco o nada tienen que ver con la idea que todos tenemos en la cabeza sobre la experiencia de vivir, de exprimir cada experiencia.

En 30.000 días nos pasaremos seis meses sentados en el retrete. Sí, seis meses de media desalojando excrementos. Por término medio, una persona promedio evacua unos 150 gramos de caca, lo que representa 4,5 kg al mes y 54 kg al año. Tras 30.000 días de vida, pues, habrás dejado en el mundo unos 4.400 kg de excrementos. Cuatro toneladas y media de mierda. O dicho de una forma menos cruda: bacterias muertas (30%), grasas (10-20%), residuos inorgánicos (20 %), proteínas (2-3%) y productos no digeridos (30%).

En 30.000 días derramaremos 80 litros de lágrimas. Algunos litros serán producto de la tristeza, la rabia o el desamparo, otras, afortunadamente, de la alegría y la emoción. Incluso habrá algunas lágrimas de cocodrilo. O de las que brotan cuando estás cortando cebolla. Pero si tienes una vida normal y sin demasiados altibajos, la mayor parte de tus lágrimas serán segregadas única y exclusivamente para mantener húmedos los ojos.

Al día, se producen una cantidad de lágrimas suficiente para llenar 3 dedales de costura. Con todo, si pudiéramos recoger todas tus lágrimas al final de tu vida, seríamos capaces de saber cuáles derramaste por tristeza o cualquier otra emoción, o cuáles por lubricar el ojo: las lágrimas de emoción y las lágrimas lubricantes tienen una composición diferenciada, porque las de emoción poseen más proteínas y más hormonas relacionadas con el estrés.

En otras palabras: si guardáramos todas nuestras lágrimas en unos recipientes adecuados, podríamos hacer un balance emocional de nuestra vida en función de su composición. Hasta donde se sabe, ninguna otra especie produce lágrimas emocionales, salvo, quizá, los elefantes, que cuentan con defensores de sus lágrimas, así que llora sin complejos, con dignidad, y no te preocupes mucho del origen del lloro, porque éste también puede ser ambiguo, como señaló William Blake en El matrimonio del cielo y el infierno: “El exceso de pena ríe. El exceso de dicha llora”.

En 30.000 días trabajaremos casi 3.000, es decir, 8 años. Sí, el 10 % de tu vida. Unos trabajarán más que otros, naturalmente, pero la clave reside en no saber diferenciar muy bien si lo que haces es trabajo u ocio. Eso es tremendamente difícil, pero vale la pena intentarlo si interiorizas que vas a pasarte 3.000 días trabajando. También escoge muy bien quién quieres que te mande (o a quién vas a venderte): un estudio reciente sugiere cuán importante es el reconocimiento del trabajo realizado por parte de los superiores. Si no se recibe ninguna recompensa, entonces aumenta el cortisol, la hormona del estrés, que puede conducir a problemas de salud, como infecciones y diabetes.

En 30.000 días conoceremos unas 2.000 personas. Con algunas acabarás besándote un total de 2 semanas. Con otras, que pueden o no incluir con quienes te has besado, hablarás un total de 12 años. Eso son muchos días hablando porque la conversación es el lubricante social más importante. Basamos la mayoría de nuestra comunicación con los demás en el simple chismorreo. Hablamos de terceros, hablamos de rumores. Porque es nuestra forma más eficaz de obtener información de los otros, así como información respecto a la posición que ocupamos frente a los demás. Por eso necesitamos saber quién odia a quién, quién duerme con quién, quién es honesto, quién hace trampas. Sin embargo, no te olvides tampoco de las conversaciones profundas, aunque evita en lo posible en formato adversarial: debatir sirve de bien poco, salvo si persigues pelearte.

En 30.000 días, tu pelo crecerá 950 kilómetros. Y dejará de hacerlo justo después de que te mueras, porque lo de que en los cadáveres continúa creciendo el pelo y las uñas es solo un mito.

Casi seguro que vivirás 30.000 días

Lo más probable es que no vayas a morir. Vivirás al menos tres cuartas partes de todos los días de tu vida sin apenas problemas de salud críticos. No te agobies por los riesgos y peligros que se amplifican en los medios de comunicación y que generan no poca alarma social.

A pesar de que nos hablan de asesinatos continuamente, estamos en la época en la que menos personas matan a otras personas, sobre todo en Europa, y más específicamente en países como España. Si vives en España, por ejemplo, solo el 0,0033 % de los hombres que te rodean son potenciales asesinos. Lo tienes un poco peor si eres hombre, porque los hombres suelen matar más a otros hombres que a mujeres. El 0,00039 % de mujeres españolas son potenciales asesinas. Es decir, casi no hay asesinos a tu alrededor. Por esa razón, solo hay unos 300 homicidios cada año.

300 parece mucho, pero es una cifra irrisoria si tienes en cuenta el número de personas que somos. Para ponerlo en perspectiva, hablemos de la gente que muere anualmente por caídas y atragantamientos accidentales. Por caídas: unas 24.400 personas al año. Ahogamientos y atragantamientos: con 11.707 fallecidos.

Te puedes caer en la resbaladiza bañera o bajando las escaleras. Estos dos lugares son los más habituales, según John A. Templer, un investigador del MIT que publicó un estudio sobre las escaleras titulado The Staircase: Studies of Hazards, Falls and Saer Desing.

Mira con mayor temor la bañera de tu casa o ese hueso de pollo, pero sé feliz cuando pasees por la calle. Y si eres pequeño o eres viejo, mira con temor las salchichas, las uvas o los caramelos redondos. Jennifer Long, profesora de cirugía de cabeza y cuello de la Universidad de California, en Los Ángeles, llegó a declarar que las salchichas eran un problema de salud pública debido a la cantidad de atragantamientos que produce cada año. El pegajoso mochi de pasta de arroz, un dulce tradicional del Año Nuevo japonés, mata alrededor de una docena de personas al año.

Y también extrema las medidas de seguridad al conducir, pero no te emparanoies cuando oigas eso de que tenemos que llegar a cero víctimas: los accidentes de tráfico y transporte provocan 10.806 fallecidos. Menos que las caídas. Menos que los atragantamientos.

Y mira con mucho temor a la persona que tienes más cerca de ti. Es decir, a ti mismo. Es mucho mayor la probabilidad de que te suicides a que te mate otra persona. Steven D. Levitt y Stephen Dubner en Superfreakonomics, “a probabilidad de que un norteamericano muera por un atentado terrorista en un año dado es aproximadamente de uno entre cinco millones. Tiene 575 veces más probabilidades de suicidarse”. Cuidate, respétate, háblate y rodéate de gente que te quiere. Ten miedo a la oscuridad, pero solo a la que se esconde dentro de ti.

Los motivos que probablemente segarán tu vida son otros, y a esos sí que debes de tenerles un poco de miedo: el tabaquismo, la presión arterial sistólica alta, el IMC alto, el consumo de alcohol, el índice glucémico elevado, el colesterol total alto, la disfunción renal, y la contaminación ambiental del aire. Por ejemplo, En El hombre anumérico, John Allen Paulos afirma que el número de muertos por tabaco equivale aproximadamente a tres aviones Jumbo estrellándose cada día: más de 300.000 norteamericanos al año. Eso son las cosas que debes temer de verdad, pero sin pasarte, porque de promedio todos disfrutamos de una esperanza de vida extraordinaria y son muy pocos los que, porcentualmente, mueren por alguna razón externa.

En 30.000 días pasarás 3,5 años comiendo sin levantarte de la mesa. Porque alimentarte deficitariamente sí que aumenta extraordinariamente la probabilidad de que estés enfermo o te mueras. Si te alimentas equilibradamente, devorarás unos 7.300 huevos y 160 kg de chocolate (si puede ser negro, mejor).

En 30.000 días andarás 22.000 kilómetros. Casi darás la vuelta al mundo. Aunque hay personas que ya lo hacen en unos pocos años, como el equivalente femenino (y real) de Forrest Gump: Rosie Swale-Pope. Esta señora sexagenaria salió de su casita en Gales, empezó a correr, y 1.789 días después volvió a llegar hasta su puerta tras haber recorrido 32.000 km y haber gastado 53 pares de zapatillas de deporte. Durante su viaje, le propusieron matrimonio en 29 ocasiones. Sufrió dos fracturas por fatiga. Tuvo que ser rescatada por la policía de Alaska tras sufrir la congelación de un dedo del pie. No hace falta que todos seamos como Rosie, pero quedarnos demasiado tiempo sin movernos no solo es nefasto para nuestra salud sino que evita que, simplemente, vivamos experiencias.

Tu corazón late 75 veces por minuto. 4.500 veces por hora. 108.000 veces al día. 2.800 millones de veces en una vida (el de la mujer, 3.100 veces debido a su mayor esperanza de vida). Con cada contracción envía 70 milímetros de sangre. Al día, hace circular 7.000 litros en 100.000 latidos a una velocidad de 2 kilómetros por hora. Eso es mucho trabajo, así que cuida bien el músculo más importante de tu cuerpo.

Más cosas que harás en tus 30.000 días. Parpadearás 415.000 millones de veces. Perderás 19 kg de piel por rascarte. Expulsarás 40.000 litros de orina. Te enamorarás 2 veces, de media.

Sea como fuere, no os agobiéis ni contéis los días y las experiencias como si fueran los granos que escapan de un reloj de arena. Dicen que la vida que merece ser vivida no se cuenta solo por las veces que respiras. Se cuenta, sobre todo, por las veces que te quedas sin respiración.

3 Comments ¿Qué opinas?

  1. ¡30.000 días! No quiero ni calcular los que ya he vivido, o dicho de otra modo, los que me quedan, que son muchos menos que esos 30.000 (y ya parecen pocos)

  2. Como se pueden decir tantas falsedades sin comprobar.
    Sirva como referencia las veces que parpadeamos. Un saludo Sergio Parra

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Patrick Thomas

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