Una app colaborativa para evitar que te rajen por la calle

Ya roza la psicosis colectiva. Es el monotema en casi todas las conversaciones. Desde que en mayo el médico Jaime Gold fue asesinado a puñaladas en Río de Janeiro, mientras iba en bicicleta por la Laguna Rodrigo de Freitas, el miedo a las armas blancas ha cundido en la ciudad tropical.
Desde entonces, los periódicos informan de un par de casos de apuñalamiento por día. Casi 200 en cuatro meses, todo un récord hasta para una ciudad que en 2014 registró 158.078 asaltos.
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Los cariocas, a pesar de la tensión, no pierden la guasa y lo llevan con mucho humor, inventando un chiste tras otro. «¿Dónde está tu navaja?» o «¡No te olvides de coger el puñal!» ya son frases hechas que decoran las conversaciones entre amigos.
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Sin embargo, la subida de los índices de violencia preocupa tanto, que están proliferando las aplicaciones para celulares para registrar los robos. ¿La razón? Además de los crímenes callejeros, el ciudadano tiene que lidiar con la lentitud burocrática de un país en el que cualquier gestión requiere una dosis gigante de paciencia y una inversión de varias horas.
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Resultado: pocos acuden a una comisaría para denunciar. Por eso, las estadísticas se quedan cortas y la policía no consigue mapear de forma fidedigna las zonas de la ciudad con más incidencias.
Algún programador avispado ha visto en esta tendencia un nicho y los aplicativos anticrimen han surgido como hongos.
https://www.youtube.com/watch?v=uXh3jhIrscI
Onde fui roubado es quizás el más popular. Es una plataforma social colaborativa que permite crear un mapa de los lugares con más delitos. Los usuarios pueden denunciar con un clic los robos, hurtos y otras incidencias, siempre de forma anónima. La aplicación consiente generar estadísticas que ayudan a conocer las zonas con mayor índice de criminalidad. Es algo así como una ruta de los puntos negros de la ciudad.
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Los inventores del programa son Fernando Sandes, de 23 años, Filipe Norton y Márcio Vicente, estudiantes de Ciencia de la Computación de la Universidad Federal de Bahía. A día de hoy, Onde fui roubado ya es considerada la mayor plataforma de colaboración de seguridad pública del mundo. Usada en más de 800 ciudades en todo Brasil, ofrece estadísticas por temas: por ejemplo, muestra que el 45% de los atracos en Río de Janeiro son cometidos de día y que los hombres son asaltados un 16% más que las mujeres.
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Otra aplicación que está teniendo éxito en el sur de Brasil es B.O. Coletivo, una iniciativa colectiva de un grupo de jóvenes de Rio Grande do Sul. El programa puede recibir contribuciones de cualquier parte del mundo, ya que utiliza los mapas de Google. Esto quiere decir que también los turistas, a la vuelta del viaje, pueden registrar un robo desde su país de origen, con todos los detalles: el cómo, el lugar, la fecha y la hora.
La aplicación es interactiva y prevé la impresión de carteles encabezados con un «Aquí fui asaltado», con todas la información sobre el caso. Los carteles son pegados en los lugares donde aconteció la agresión. El objetivo es alertar a vecinos y transeúntes que no estén online.
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Dado que la participación es libre, no hay manera de verificar la veracidad de la información publicada, pero el creador de la aplicación, Ricardo Maluf Gardolinski, de 28 años, no lo ve como un problema. «Contamos con el sentido común de las personas. Es una herramienta para que la gente pueda colaborar», asegura.
El robo compulsivo de bicicletas, a menudo con violencia, es otro problema de Río de Janeiro, que posee la mayor red de carriles bici de Brasil: 160 km. y otros tantos en construcción, muchos de ellos con unas vistas espectaculares. Es muy común ser empujados de la bici en marcha: muchos ciclistas han acabado en el hospital con fracturas múltiples por causa de este tipo de agresión.
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En este caso, hay una aplicación para registrar las bicicletas con su número de serie, como se hace con las cámaras de foto. Se llama Bicicletas Roubadas y fue desarrollada en 2009 con el fin de crear un registro nacional de bicis robadas. Sin embargo, es en el último año, ante la escalada de atracos, cuando la herramienta ha ganado más adeptos.
Pedro Cury, el inventor del programa, asegura que el asesinato del médico ciclista en la laguna era de esperar. «Bastaba mirar nuestro mapa online. Desde hace años hay una concentración de robos en los mismos lugares de Río: son viejos problemas que nadie resuelve», señala.
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Lo más absurdo es que los jóvenes ladrones de Río, en muchos casos menores de edad, también usan las redes sociales, pero por otra razón: para fardar de sus hazañas. Hay un grupo llamado Coreto 155 de Jacaré: coreto en el argot carioca significa banda; 155 es el artículo del Código Penal relativo a los robos; y Jacaré es una de las favelas supuestamente pacificadas de Río de Janeiro. Son una veintena de jóvenes que practican asaltos en la zona sur de la ciudad y que mantienen la ciudad en vilo.
https://www.youtube.com/watch?v=n7xzRk4Emms
Tienen incluso vídeos en Youtube con sus propias canciones. Entre sus integrantes, también están los jóvenes investigados por la muerte del médico ciclista. «Eso demuestra que no hay una investigación exhaustiva de los crímenes por parte de la Policía», asegura el procurador Márcio Mothé, coordinador del grupo especial que indaga los crímenes cometidos en Río por niños y adolescentes.

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