No tema el lector, no reventaré ni un solo secreto de la nueva película de Ridley Scott “Prometheus” que por alguna peculiar razón, no llegará a España hasta el próximo mes de agosto. En el Reino Unido, la película agoniza ya en las salas, tras un modesto resultado en taquilla. Hace más de 30 años que se estrenó “Alien”, y es momento de comentar curiosidades sobre esta saga que nos ha visto crecer (y viceversa).
El proyecto se gestó en un diminuto despacho de la Fox, donde alguien había rotulado en el cristal esmerilado el nombre de Brandywine. Allí se escribió, mano a mano con los productores, el guión de “Alien”, como una versión futurista de los “Diez Negritos” de Agatha Christie. Inicialmente se barajó el nombre de ¡Bruce Willis! para el papel del teniente Ripley… La decisión de fichar a Sigourney Weaver fue una de las claves del éxito.
John Hurt, el que primero muere (comiendo espaguetis) por la criatura que ha incubado en su interior, protagonizó años después la más que notable distopía “1984” (Michael Bradford). Harry Dean Stanton, el mecánico remolón, (y mi secundario favorito) apareció en inumerables películas de John Carpenter, y ya como protagonista de la curiosa “Una historia verdadera” (1999) a las órdenes de David Lynch. Y respecto al verdadero prota de la película, cabe decir que cuando Ridley mostró los dibujos de biomecanoides y otras aberraciones exquisitamente realizadas por el artista suizo H.R.Giger, le dijeron “¡Este tío está enfermo!”, a lo que Scott contestó “¡Precisamente! Es lo que necesitamos”. Y acertó. La criatura de Alien ha dado lugar a infinitas imitaciones, en contraposición a los edulcorados extraterrestres de Carlo Rambaldi (ET, Abyss, etc.)
James Cameron, que todavía estaba bajo la protectora influencia de su esposa, Kathryn Bigelow (ganadora de un Oscar en 2008 por “En tierra hostil”), consiguió ser elegido para dirigir “Aliens” (1986), la más cañera y palomitera de la saga que, a pesar de errores garrafales del guión en los últimos diez minutos, consigue mantener pegado al personal a la butaca. Adrenalina, músculos, apología de los comandos de élite… Sin magia alguna, pero con algunos momentos para la eternidad, como la secuencia del androide Bishop arrastrándose por una tubería para reorientar una antena. Una curiosidad, Carrie Henn la niña rubita que interpreta a Newt, nunca volvió a hacer cine ni televisión. El rodaje casi le cuesta la cordura.
La tercera entrega nació llena de problemas, y fue un milagro que alguien la terminase. Pasó por varias manos y al final fue un primerizo (aunque fogueado rodando anuncios) David Fincher quien tomó la patata caliente y firmó su primer largometraje. Cuando comenzó a rodar, el guión ni siquiera estaba terminado. Su destreza para llevar a buen puerto un proyecto casi fallido le valió el respeto de Hollywood, que pronto le encargaría “Seven”, su obra maestra.
Al final de este “Alien 3” (1992) la teniente Ripley muere. Pero eso no es problema en el moderno Hollywood de las franquicias, por lo que ya tenían título para la cuarta entrega “Alien Resurrection”. Esta película es la más bizarra de todas, con una estética directamente inspirada en La Fura dels Baus, una Winona Ryder muy dulce y letal, y un rollo-bollo que solo unos europeos podrían ejecutar, ya que encargaron su realización a Jean-Pierre Jeunet, el codirector de la aclamada “Delicatessen” (1991). Este impuso a sus actores de siempre, como Ron Perlman (Hell Boy), que dio el salto a las américas, o el pequeño Dominique Pinon (Amelie)… Como curiosidad, Jeunet no habla una palabra de inglés, y todo el rodaje transcurrió en el idioma de Molière, con intérpretes hasta para el desayuno.
Y llegamos a esta quinta, que según Ridley no es una precuela, pero según este cronista, es la perfecta introducción a las otras cuatro. Aunque sea preciso hacer la vista gorda a algunos errores de bulto relacionados con la genética, y a uno le invada una poderosa sensación de déjà vu, con quizá demasiados autohomenajes.
Si algo puedo recomendar es el visionado de la primera película antes de sumergirse en los procelosos mares de “Prometheus”. Se saborearán más infindad de guiños y detalles que están ahí solo para agasajar a los fans, pero que no necesariamente funcionan con personas que no vieron “Alien” o que la vieron en plena Transición Española. Es curioso pensar que la primera película de Almodóvar, “Pepi Luci Bom y otras chicas del montón” y “Alien” conquistaron las pantallas de sus respectivos países de origen prácticamente a la vez.
La distancia entre California y La Mancha es inmensa, y no me refiero solo a los kilómetros.