25 años después, Kate Moss sigue calzando unas Gazelle

adidas gazelle

Sólo los nombres que pasan a la historia están destinados a convertirse en clásicos instantáneos desde su irrupción. Le ocurrió a las adidas Gazelle, que aparecieron en 1968 y que, en casi medio siglo, no han dejado de evolucionar en torno a su icónica figura.

Le ha ocurrido también a algunos de los músicos más legendarios de las tres últimas décadas. Entraron en el imaginario popular en estampida y se han redefinido cada poco tiempo. Quizás sea ese el secreto para que su memoria sea tan longeva.

La reinvención de las Gazelle

Las adidas Gazelle se convirtieron en un clásico desde su lanzamiento y, desde entonces, comenzaron una carrera de evolución y reinvención que aún sigue adelante. Poco después de aquel 1968, en los ochenta, casi todos los atletas profesionales contaban con unas Gazelle. Los equipos las llevaban en sus bolsas y su silueta aparecía en todos los books de fotos.

adidas lanzó poco después una versión con un refuerzo mayor en la puntera, conocida como «Gazelle Indoor» y destinada sobre todo a jugadores de balonmano.

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En 1984 llegó la explosión de colores. La Gazelle clásica, casi totalmente desaparecida por la nueva versión más deportiva, volvió al ruedo pero esta vez más orientada al segmento casual y a la moda, especialmente a mercados como Estados Unidos, Gran Bretaña o Canadá.

Ya en los 90, con casi todas sus partes (lengüeta, suela, etc.) mejoradas, comenzaron a vestir los pies de celebridades como Noel Gallagher de Oasis o Jay Kay de Jamiroquai. Se habían convertido en un objeto de deseo en el mundo del brit pop. Habían pasado de ser un complemento deportivo de calidad a formar parte de la sección «clásicos» de los cátálogos.

Para la campaña de las Gazelle de 2016, adidas ha pedido al artista digital Doug Abraham (@bessnyc4) que reflexione sobre lo que ha permanecido en el modelo de sneakers durante toda esta evolución. Él responde modificando una foto icónica de 1993 de Kate Moss.

El artista parece tener en mente la famosa frase de Pablo Picasso: «Los grandes artistas copian, los genios roban». Él confía en el poder de la reapropiación y la reinvención del futuro; en la legitimidad de «robar» cosas del pasado para crear algo nuevo.

What the hell am I doing here?

Corría el año 1993. De pronto, todo estalló. Creep se convirtió en un himno en pleno apogeo grunge a pesar de que ni Radiohead compartía origen con las bandas de Seattle ni el sonido del resto de las canciones de su Pablo’s Honey respondía a la etiqueta.

El tsunami les hizo convertirse en adultos de un golpe. También les hizo comenzar una carrera para demostrar que eran mucho más que Creep pero, sobre todo, que eran algo diferente a Creep. De hecho, la banda inglesa pasó años sin tocar la canción en directo y cada vez que Thom Yorke se ha referido a esa canción lo ha hecho de manera, digamos, no demasiado cariñosa.

Radiohead, al igual que las adidas Gazelle, optaron por el camino de la evolución. Ese trayecto se convirtió en mutación con Kid A, el álbum que lanzaron en 2000. Dejaron, en parte, de lado las texturas analógicas y entraron como un ciclón las bases programadas o instrumentos electrónicos clásicos como las Ondas Martenot. El grupo se había redefinido y lo mejor es que el planeta había entendido la transformación.

A mitad de la pasada década llegó un nuevo paso evolutivo con la experimentación en nuevas formas de distribución y venta. In Rainbows salió la venta en internet por el precio que cada comprador considerase adecuado, algo que se repitió con The King of Limbs. Cada paso en la carrera de Radiohead sigue siendo una mirada más a la cara esquiva de la innovación.

El salto de Dave Grohl tras Nirvana

Imaginemos por un momento. Formas parte de la banda más grande de los noventa. De pronto, suena un disparo (literalmente) y el presente se esfuma. Algo así le ocurrió a Dave Grohl, batería de los legendarios Nirvana, cuando Kurt Cobain decidió terminar con todo en abril de 1994.

No existe misión más difícil que seguir adelante después de haber hecho historia y Grohl lo había conseguido escondido tras la batería del grupo de Seattle. Tocó dar un paso adelante y superar un hito tan traumático.

Con Cobain aún vivo, Dave Grohl trabajaba en unas demos de canciones propias en los ratos muertos de las giras. Por supuesto, se las había mostrado a Kurt. El inesperado final de la banda era lo que el batería necesitaba para lanzar su proyecto propio.

Grohl se hizo un Juan Palomo y compuso y tocó muchos de los instrumentos del disco de debut de Foo Fighters. El chaval que se colocaba tras las percusiones de Nirvana era ahora guitarra, voz y frontman de su propia banda.

El de Ohio pasó página, se reinventó como un líder carismático y ha superado ya las dos décadas al frente de una banda ha escrito una muy digna historia en el rock de las últimas décadas. Los Foo Fighters llenan estadios, crean hits llenos de energía y, sobre todo, son capaces de reírse y no tomarse a sí mismos demasiado en serio.

Decían que lo difícil no es llegar arriba sino mantenerse (que se lo digan a las Gazelle). Dave Grohl lo ha conseguido con un disfraz diferente al que usaba en Nirvana.

Madonna, echa el freno

La carrera de Madonna era un desenfreno continuo durante los años ochenta y noventa. La artista norteamericana dotó a su imagen de un marcado componente sensual. La provocación a una sociedad mayoritariamente conservadora se completaba con la imagen hedonista de una Madonna amante de la fiesta y el carpe diem. La cantante hizo siempre lo que quiso y las reacciones más furibundas de las mentes cuadriculadas alimentaban a la bestia.

Cuando nació su primera hija, el tempo de la vida de la Ciccone se redujo ostensiblemente. La enésima reinvención de Madonna coincidió con Ray of Light, el disco editado en 1998, que constituyó el primer paso en el camino de la electrónica comercial.

Madonna se refería a este disco como uno que, «más que cualquier otro, cubre todas las áreas de la vida. Me había unido recientemente a la Cábala y había dejado a un lado la fiesta, además de que acababa de tener un bebé, por lo que mi alegría estaba completa, y me encontraba increíblemente reflexiva, pensando en retrospectiva e intrigada por los aspectos místicos de la vida». La juerguista había muerto para dar paso a una mujer más centrada en aspectos más trascendentales de la vida.

La estadounidense ha conseguido que el planeta viva con una constante e incierta sensación: que la próxima noticia acerca de su carrera suponga un nuevo renacimiento, una nueva Madonna.

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