El desplazamiento hasta el aeropuerto, la espera en la cola del control, en la fila de embarque, los momentos previos al despegue, el vuelo en sí… Espacios de tiempo que pasan más despacio, sin duda, cuando se vuela en una aerolínea barata.
El móvil, un libro o un buen podcast pueden ser la tabla de salvación que nos aleje del hastío cuando viajamos solos. Aunque a veces no está mal prescindir de estos y aprovechar esos ratos, a veces más largos de lo esperado, sobre todo cuando se viaja en una aerolínea barata, para ver hasta dónde pueden llevarnos nuestros pensamientos.
Luna Miguel ha titulado precisamente Pensamientos en una aerolínea barata al poema que escribió para el segundo número de la revista Igluu. Si en el escrito para el primer número, titulado Lo incómodo de estar vivo, la poeta reflexionaba sobre todo aquello que dejamos de hacer por pereza, en esta ocasión divaga sobre todo aquello que podemos llegar a hacer cuando nos dejamos llevar por el deseo:
«A lo que nos rendíamos era a la luz
tú con los ojos dañados
ya desde el mismo Prat
y luego famélicos ambos
era un ansia hacia los cachitos
achinándonos
pues las nubes se apretujaban
cuarteándole al sol su gracia
y nosotros rendidos
nosotros
un tú y un yo primerizos
quién acapara la boca de quién ahora…»