El dragón exhala fuego mientras el guerrero trata de darle caza con su espada. Las sirenas permanecen plácidamente recostadas en las rocas del fondo del mar. La noche se echa encima mientras la florista atiende en su puesto. Y la Luna, mientras, acoge a sus ‘huéspedes’… Como si de un sueño se tratara, todas las escenas transcurren de forma lenta, sosegada. El ritmo al que obliga el trato con objetos delicados.
Con las piezas de porcelana no se juega. Apenas hay que tocarlas. Si es necesario, se instaura un perímetro de seguridad a su alrededor para evitar posibles roces que posibiliten una rotura. Quizás por eso, las figuras de Lladró suelen evocar historias. A falta de contacto físico, el visual resulta suficiente para recrear relatos sobre los personajes.
El habitual estatismo de la porcelana desaparece. En el spot de la nueva campaña de Lladró, las piezas permanecen quietas pero no lo que ocurre a su alrededor. Los paisajes, todos creados artesanalmente, al igual que las figuras, se mueven. Los cambios, no obstante, se producen de forma pausada.
“Todo se relata de forma analógica, de cuento, de ensoñación… Con un código antiguo que no anticuado”, dice Monste Novau, directora de marketing de Lladró.
Antigua es la técnica en la que se ha inspirado el desarrollo de los ambientes que envuelven a las piezas: la linterna mágica, el aparato óptico precursor del cinematógrafo, que proyectaba las imágenes hacia el exterior a través de una cámara oscura.
Durante sesenta años, la marca ha mostrado sus figuras exentas. “Los anuncios hasta la fecha eran muy literales, concretos, muy de enseñar la pieza y adornarla con un texto”.
Eso ha cambiado. Como también algunas de sus colecciones: “La de artistas invitados a actuar sobre la base de The Guest , de Jaime Hayon (con nombres como el de Gary Basemen, Tim Biskup, Rolito y el último , Paul Smith … ), ha contribuido a poner Lladró en el radar de gente nueva”. La porcelana aspira a ser para todos.