El mexicano Alan Droide dice que no es especial en cuanto a su educación cultural. Es hijo de la cultura de masas. Comenzó con los dibujos animados porque su madre, la única persona con la que vivía, le dejaba en casa cuando iba a trabajar. «Consumí enormes cantidades de dibujos animados. En la adolescencia reaccioné a ello y decidí no volver a ver televisión, pero uno no puede borrar lo que ha sido en la vida». Ese pasado es el que ha creado al actual Alan Droide.
Así fue cómo el ilustrador comenzó a ilustrar. A partir del equipaje obtenido delante de la televisión y a base de pruebas y errores. Se fue a la universidad a estudiar Historia, «pero me di cuenta de que necesitaba un complemento. No podía ser solo historiador y escribir historia no podía ser mi única forma de expresión», dice.
En 2008 empezó a crear dibujos animados en sus ratos libres y a invertir en el pasatiempo todo lo que ganaba en sus trabajos a tiempo parcial. «Los primeros intentos fueron un cúmulo de errores y frustraciones. Ambicionaba hacer una cortometraje animado, pero no tenía ni historia ni técnica ni nada, solo el recuerdo de las caricaturas que veía en la infancia. ¿Cómo podía solucionar esto? En la praxis misma estaba la solución; el ensayo y error me hizo entrar de lleno y sin teorías a la animación».
Un día, vio en el perfil de un amigo de la red social Hi5 una animación. «Eran solo tres fotogramas pero denotaban creatividad pura», cuenta. Así, se lanzó a crear en este formato. Dice que le fascina su naturaleza hipnótica y que puede contar historias que se repiten una y otra vez. Además, asume el reto de «contar con poco tiempo y una cantidad limitada de fotogramas. Eso obliga al creador a concretar más su historia, a mostrar el núcleo profundo de lo que quiere decir».
Los GIF de Alan Droide mezclan ilustración y fotografía para crear escenarios urbanos repletos de seres imposibles. Dice que, con ellos, concreta todo lo que ha sido desde niño, que mezcla los dibujos animados, con los stickers y los grafitis en un formato, el GIF, que usa desde hace seis años. «Me alegra saber que soy parte de una colectividad histórica y de un proceso colectivo que me rebasa porque implica el camino de mucha más gente».
Alan concibe el momento como un collage creativo global y cita a artistas como Blu, «a quien, por cierto, no lo veo como influencia en el sentido de ejercer fuerza moral, sino como fuente de inspiración, en el sentido de infundir ideas y sugerir métodos».
Cree que, a pesar de que la popularización del GIf se debe a un efecto de contagio -facilitado por las redes sociales-, en México no existe, en general, un interés significativo en el GIF como medio artístico. «No hay concursos como el que acaban de hacer en España, ARTISAGIFt, o los que han hecho en otros países. El asunto es dicotómico porque uno puede ser pionero de un movimiento, pero no hay plataformas más que el Internet para presentar sus creaciones. En un país donde la cultura y la educación están controladas por un monopolio televisivo, crear de manera independiente es algo más que necesario», lamenta.
Se empieza por los dibujos animados y se termina enganchado
