Anicet, el músico que diseña para sí mismo

20 de noviembre de 2012
20 de noviembre de 2012
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Españoles, Anicet ha muerto. La autopsia desvela que no pudo sobreponerse a un viral, el de su anterior vídeo, Generación Perdida. El músico y diseñador deja a su pueblo, Ripollet, consternado por la noticia. Descanse en paz en su nuevo clip, La Ecuación de la Mediocridad.

En estos tiempos de reinvención de todo, la música -más bien su industria- aún no ha encontrado su modelo ni un lugar en el que poner el huevo. Los músicos, sin embargo, están adoptando un papel de artesanos en el que adoptan el rol de creadores, managers, agentes de prensa y, como en el caso de Benjamín Villegas, ideador de su propia identidad visual.

Villegas es diseñador gráfico. Por eso no le costó mucho imaginarse el mundo y la pinta de Anicet, su álter ego musical. Suyo es, por tanto, el aire nostálgico con el que se impregnan sus videoclips y sus portadas, con sabor a bocata de Nocilla de dos sabores y a Miliki y los payasos en la vieja tele del salón. «Como diseñador gráfico, he podido trabajar una imagen transversal que uniera desde el tráiler de Generación Perdida a las gráficas del disco, pasando por el videoclip de «La ecuación de la mediocridad» o el portal www.generacionperdida.tv. Me ha permitido currar estéticamente a largo plazo y siendo mi propio ciente», declara Benajmín Villegas.

Su nuevos disco, Generación Perdida, que verá la luz en un par de semanas, se ha financiado a través de crowdfunding en Verkami, donde consiguió más de 4.400 euros para su grabación. «Con el poder mediático del ‘tráiler’ Generación Perdida no hemos tenido que preocuparnos mucho porque el goteo de dinero fue constante. El crowdfunding, más que salvar el indie lo puede reformular. La etiqueta independiente pretendía catalogar un seguido de grupos y sellos que no dependían de poderes superiores para producir música de calidad. Nosotros, gracias a Verkami, hemos podido tener la mayor de las independencias, crear nuestro propio sello y decidir todos y cada uno de los detalles que rodean el disco», cuenta el del Ripollet.

«Tras la vorágine del viral «Generación Perdida» (1.000.000 de plays en YouTube) parecía que el «Benja» del vídeo se hacía un poco pesadete y pensamos que podría estar bien matarlo». Así comienza la historia de La Ecuación de la Mediocridad. «Quisimos hacer una metáfora con la muerte de la inocencia. Si ves el vídeo, el que muere al final es el niño que todo treintañero lleva dentro. Al funeral asisten, personificados, los recuerdos más destacables de su vida», explica Villegas.

Todo el trabajo de Anicet está barnizado con algo de melancolía. No se aferra indefectiblemente a ella sino que la necesita para hacer brotar las ganas de cambiar la realidad que le (nos) rodea. «Parte de la inocencia que ha acompañado a esta generación sí ha muerto debido al contexto social que se nos presenta», declara el músico. «Había gente que me criticaba por el vídeo diciendo que era un poco iluso esperar que todo fuera de cojones sólo por ser trabajador, honrado, formarme y soñar. Pues sí, amigos, fui un ingenuo y creo que no fui el único. Lo que tengo claro que es que tenemos las herramientas, la edad y el contexto para asumir el cambio y hacer cosas».

Villegas piensa que tanto el arte como la cultura «se deben al entorno que los envuelve». No acaba de asimilar el éxito de una música carente de crítica. Para él, no es una obligación erigirse como estandarte de causas perdidas o como portador del altavoz de las reivindicaciones sociales, pero sí se siente más cómodo haciendo que sus temas cuenten qué ocurre a su alrededor.»No me considero un músico político, pero me afecta lo que pasa emocionalmente y ni quiero ni puedo ignorarlo a la hora de hacer canciones. Siempre pienso en el ‘Guernica’ de Picasso, una maravillosa obra de arte que, aún hoy, te remueve la conciencia y te recuerda otros tiempos más jodidos».

En cualquier caso, no todo es pesimismo y malas caras en la vida. Ésta siempre te guarda momentos para recordar que todo esto es una gran broma y que más vale reir en algún momento. «Con el nuevo vídeo queríamos jugar a lo ambiguo. Lo que no esperábamos es que hubiese gente que realmente creyó que había fallecido. ¡Más de un mensaje de condolencia real ha corrido por ahí!». Tranquiliza saber que al menos, alguien siente tu aún no consumada muerte, ¿no?

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