Hasta el siglo pasado, ambientes tan bucólicos como la gruta de una montaña o una encina situada en medio del campo solían ser los escenarios de las apariciones divinas. Pero en los últimos años, parece que lo de menos es el lugar donde se produzcan.
Desde las caras de Bélmez, el número de presuntas manifestaciones de este tipo se ha multiplicado. Lo que para algunos son verdaderos milagros, otros los califican de sacrilegios, hay quien los enmarcan dentro de la parapsicología y quien simplemente (y nos atrevemos a afirmar que son mayoría) los contempla como auténticas frikadas…
Luego están los que, en lugar de esperar a que se le aparezca la Virgen, optan por hacerla aparecer. Es el caso de Isaac Cordal.
El también autor de los Cement Eclipses realizó, en 2009, una instalación en la que mediante un colador previamente manipulado y aprovechando el alumbrado público de Londres, consiguió que el rostro de la Virgen se le apareciera en plena calle.
En las últimas semanas, Isaac ha vuelto a realizar algunas pruebas: “La idea es intentar hacer proyecciones más grandes aprovechando los recursos de luces de la ciudad por la noche”.