Aquí hay mucha calle: Segovia y Zamarramala

Cuando llegas al pueblo de Zamarramala, a un kilómetro en cuesta, poblado de historiadoras que casan con africanos sonrientes, suizos y ermitas primitivas con sombras fabulosas, encuentras la Fábrica de Campos de Castilla: enfrente de ti, sin más, la inmensidad. Campos de trigo de los que luego usan en Gladiator para que Máximo pose su mano. Campos de Castilla haciéndote el dedo, renegando de la poesía de Machado.
Hay una bandera de fiestas de Alemania cortada en la calle, y una bolsita de Gublins corre rumbo a Segovia City. Los chavales de ese pueblo sueñan con despuntar en El Segoviano y hacerse un hueco en primera. O dirigir uno de los buses de La Sepulvedana. Si vas a rezar, la monja latina no te dejará concentrarte haciendo ruido al limpiar los cristales, y el parroquiano te preguntará si eres el guía Javier.
Machado
Un garito de comida siria hace la «cama» al resto de restaurantes de cabritos, cabras, perdices y cerdos del mundo (condenan a un médico por comer hummus). Un abuelo enfrente de la calle de los Bachilleres regenta el cementerio del pueblo con una cara totalmente destruida. En la calle que empezaba por G aguarda otra yaya con gato que nunca salió ese bancal (total, para qué).
Unos garrulitos en familia hacen una barbacoa y hacen retumbar todo el pueblo. Mientras tanto los Gublins siguen corriendo. Unos niños juegan con la camiseta de Messi al fútbol en la calle del Mediodía.
Venta de Parcelas. Aluminio Zamarramala. Se escucha una canción de pronto: a las 19:00 de cada tarde Segovia te hace un Musical. «Paaaaaasear o cochinillo, paseeeeeeeeeear o cochinillo», se logra escuchar. Las voces proceden de la calle Felipe de Neri, donde varios curas toman Aquarius.
mendigo-de-congreso
En el Alcázar de Segovia hay un grandísimo foso lleno de peregrinos del Camino de Santiago. Los templarios les hacen la burla desde el ventanuco, y cada noche se comen a uno de ellos como diezmo particular.
Al volver hacia casa en el autobús una mujer replica por teléfono que hasta que «no te cortes el pelo», no me hables. Gente dura. Abuelos veteranos.
Un grupo de mexicanas gorditas te piden una foto, sonrisas muy bonitas. La tercera del grupo no se atreve.
En Segovia tienen corrales creativos: San Juan de la Cruz da monólogos muy graciosos. Ruta El Santoral. En la calle del Mediodía con la de los Bachilleres -de nuevo en el pueblo-, han embotellado el eco que hay dentro de una Iglesia y lo venden con amapolas de litio.
Si te pasas por la calle que empezaba por G, incluso en San Felipe de Neri, no dejes de preguntar por el Kebab de Segovia: miles de erasmus con ganas de probarlo porque sale en la Guía Marca.
Docenas de huertas y rosarios flotan sobre el riachuelo que baña la ciudad en la que de pronto el Acueducto es volado por cocineros tristes de la provincia (todos fuman en las esquinas de la calle del Mediodía).
El mendigo de Moncloa seguía en la misma postura que hace 12 horas con su bolsa de aquel Congreso hace 7 años en Tenerife Sur. El Retratista Universal Global Internacional Mundial de las gentes de Segovia hace el pino muy bien en la calle de los Bachilleres.
contemplativo

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