Cuenta la leyenda que al finalizar la escultura de Moisés, el escultor Michelangelo golpeó la rodilla derecha de la estatua y dijo: «¿Por qué no me hablas?». Tanta era su obsesión por alcanzar el realismo. Hoy, en opinión del director del MIT Senseable City Lab Carlo Ratti, Michelangelo se encontraría con una situación radicalmente distinta. «Por primera vez nuestro entorno empieza a responder», explicó en una ponencia realizada en TED sobre arquitectura que siente y responde.
Según Ratti, donde más se ha notado el cambio de relación con la tecnología de una situación unidireccional a un entorno bidireccional es en la Formula 1.
«Antes, si querías ganar una carrera, reunías un buen presupuesto y contratabas a un buen piloto. Si el coche y el conductor eran suficientemente buenos, ganabas la carrera. Hoy, para ganar la carrera, necesitas algo que monitoriza el coche en tiempo real con miles de sensores instalados en el vehículo que transmiten información a un sistema que luego se procesa para hacer cambios al vehículo con esa información. A esta actuación es lo que los ingenieros llaman sistemas de control en tiempo real».
Las ciudades tampoco se han quedado al margen de este fenómeno según este ingeniero y arquitecto italiano impulsado por su creciente interconexión. «Se están convirtiendo en ordenadores al aire libre. Empiezan a responder de forma distinta y permiten interacción».
¿Pero que necesidad hay para hacer ciudades conectadas?
Según Ratti, principalmente para mejorar la eficiencia en todos nuestros procesos. «Las ciudades representan el 2% del espacio en el mundo, concentran el 50% de la población, consumen el 75% de la energía y hasta un 80% de emisiones de CO2, un pequeño cambio puede hacer mucho».
Para ilustrar su punto de vista, el profesor de MIT mostró algunos experimentos que ha realizado junto a su equipo en los últimos años que ahondan en la relación entre las personas y la tecnología.
Pabellón de agua digital en Zaragoza
«Diseñamos un edificio en la entrada de la expo, todo el edificio está hecho de agua, no hay puertas o ventanas. Los sensores respondían a los movimientos de las personas. En algún momento fallaron los sensores y fue muy interesante ver cómo interactuaban los viandantes con el edificio».