Estoy sentado en una capilla, donde unos 50 hombres cantan ante mí. Todos van irregularmente uniformados como working class victoriana –camisa blanca y pantalones oscuros salpicados aleatoriamente con gorras, chalecos, tirantes y pañuelos– e interpretan tanto cantos tradicionales como versiones de canciones actuales. Son Chaps Choir (Coro de Tíos) en su concierto de tercer cumpleaños […]
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