Pensaba en esto mientras descubría, vía nuestro colaborador en Atrappo Yago Rosa, la app BOINC, de carácter altruista y colaborativo. BOINC (Berkeley Open Infrastructure for Network Computing) es una app enfocada a colaborar en proyectos científicos, poniendo a disposición de éstos nuestro móvil o, mejor dicho, la potencia y capacidad del mismo que no consumimos.
En realidad, como es lógico, el proyecto es abierto a todo tipo de dispositivos, no sólo smartphones. La lógica del asunto es que el tiempo que no estamos usando el ordenador supone un recurso potencial desperdiciado que puede ser aprovechado por la comunidad científica para sacar adelante multitud de proyectos.
Boinc es un proyecto de la Universidad de California, que básicamente hace de enlace entre los proyectos científicos que buscan esa “energía” extra y nosotros, los donantes. Algo así como un crowdfunding de potencia computacional. Podremos elegir entre los muchos proyectos científicos en curso. Para ello, cada proyecto explicará sus metas y sus métodos, y a qué campos se aplican. Así, encontraremos trabajos enfocados a la astrofísica, astronomía, la medicina, químicas, matemáticas…
Veamos un ejemplo. A día de hoy, cuando entramos en la app, nos encontramos al menos cuatro proyectos con los que colaborar. Elegimos el así llamado Einstein@Home. En la descripción se nos explica que con nuestra ayuda ellos tratan de detectar signos astrofísicos provenientes de estrellas de neutrones, y que, en los últimos años, se han descubierto ya 3 docenas de ellas gracias a la colaboración computacional de nuestros móviles.
Una vez sabido esto, no hay mucho que hacer. Nuestro móvil comenzará a trabajar por su cuenta (nos pedirá que esté enchufado y conectado a la red). Podremos ver algunas fotos del proyecto (en este caso, del espacio, siempre espectaculares), y en la pestaña de “Tareas” ver el proceso en el que está trabajando el móvil en ese momento.
Esto es más o menos BOINC, una red de colaboración científica desinteresada, y un ejemplo de cómo la tecnología doméstica y la interconectividad puede hacer del mundo un lugar mejor. Sólo hay que, de vez en cuando, pararse a pensarlo.