Brazos, piernas, espalda, pulmones… Todo lo cura la buena Slivovica

3 de diciembre de 2010
3 de diciembre de 2010
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En cualquier otro lugar habrían terminado, probablemente, en un vertedero. Sin embargo, en la exótica (para un español, claro) Moravia Central, las lavadoras tenían una vida más larga.

Hasta no hace mucho, cada familia de la pequeña región checa empleaba las piezas de su viejas lavadora –entre otros electrodomésticos- en construir máquinas para fabricar en sus hogares su propia interpretación de la Slivovica, un licor procedente de la destilación de la ciruela que haría brotar las lágrimas al mismísimo Humphrey Bogart.

Cuando ésta práctica dejó de ser legal hace algún tiempo, la policía checa comenzó a requisar estos ingenios caseros (era imprescindible capturar al doméstico destilador con las manos en la ciruela).Veintiocho de estas máquinas confiscadas a lo largo del tiempo y algunos objetos como la cartelería checa equivalente al españolísimo «Los enemigos del hombre son tres: suegra, cuñada y mujer» han encontrado un hogar en el Museum Lidových Pálenic.

La pequeña casa-museo, a la que se llega tras algunos kilómetros de sinuosas curvas, homenajea a esta potente bebida morava y se encuentra en Vlčnov, un rinconcito próximo a la frontera con Eslovaquia que aún guarda una esencia que fusiona  el encanto rural centroeuropeo y las reminiscencias de su austero pasado comunista.

¿Destacables propiedades de la Slivovica? Es, en ayunas, y si se sobrevive a su ingesta, un excelente purificante del aparato digestivo. Otra de las cualidades está reflejada en un cartel del museo: “Po pití mnohém rozume sbohem”. En nuestra lengua vernácula, “Después de beber lo suficiente me entiendo con Dios”. Amen, hermanos.


Este artículo ha sido publicado en la edición de diciembre de Ling, la revista de a bordo de Vueling.

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