Las letras han invadido la página de anuncios Craiglist, desterrando las imágenes y los espacios en blanco. Los titulares en mayúsculas, en negrita y subrayados recargan el famoso agregador Drudge Report sin ni siquiera haberse dignado a pactar un tamaño con las fotos. Los colores chillones de Adult Swim aturden a los humanos que visitan la web. Últimamente, hasta Bloomberg Businessweek se atreve a desobedecer las normas para que el diseño web entre por los ojos.
Mientras algunos diseñadores seguían ciñéndose diariamente el corsé de WordPress, otros comenzaron a manifestarse contra las plantillas armados con pocas líneas de código y un HTML básico. Pascal Deville, director creativo de una agencia de publicidad suiza, se percató del levantamiento en 2014.
Fue entonces cuando decidió reunir a los disidentes en Brutalist Websites, una página que se rebela contra los cánones en forma y fondo. Desde entonces, la ha llenado con decenas de ejemplos flagrantes de esta desagradable moda, a la que él mismo ha denominado brutalismo web, una tendencia que podría convertirse en la pesadilla de los diseñadores más escrupulosos.
Ahora bien, ¿qué une al simplista equino con las extremidades más largas del mundo de endless.horse con la profusión de objetos ordinarios pegados cual collage de AllHeels o el texto en Times New Roman que protagoniza en solitario I’m fucking a webmaster?
«Les importa un rábano la experiencia de usuario, la facilidad de uso y el estado de la cuestión en las reglas de diseño. Así que no es un término definido por un diseño, sino por una cierta actitud a la hora de ocuparse de una tecnología o un material dado», explica Deville a Yorokobu.
Si la cruda belleza del hormigón visto que entusiasmaba a Le Corbusier acabó sirviendo para denunciar la ligereza del primer movimiento moderno, su traslación a la web puede ser vista «como una reacción de una generación más joven a la claridad, el optimismo y la frivolidad del diseño web de hoy en día». En el siglo XXI, parece lógico que el brutalismo arquitectónico haya empapado también los cimientos digitales con hiperenlaces azules que no tratan de ocultar su identidad.
«Es la única respuesta al diseño basado en el hype», defiende en Brutalist Websites Cristóbal Jiménez, un diseñador cuya página personal ha prescindido de márgenes. «Es una reacción al profesionalismo, a la digestibilidad, a la facilidad de consumo, a la estandarización, a la monotonalidad, al buen diseño». Así ha definido el brutalismo web Jacob Tobin, creador de una página enemiga de los interlineados y defensora de las luces parpadeantes: Truly Bald.
El esfuerzo de Pascal Deville por unir a los cabecillas de este movimiento ya ha tenido su recompensa. Los usuarios del popular foro Hacker News, claro exponente de brutalismo, se hicieron eco de su página y 100.000 personas la visitaron en tan sólo 24 horas. ¿Demuestra este éxito que los internautas también nos hemos cansado de las armónicas páginas que han vendido su alma a los banners?
Deville está convencido de que estas webs horrendas sí transmitirán a algunos «una cierta humanidad y personalidad» por «la belleza del pensamiento que está detrás de ellas». ¿No es loable que alguien se haya molestado en crear PostHTML.org, una web plagada de carpetas amarillas a las que los usuarios pueden enviar contenido por FTP?
Aunque el aspecto descuidado de estas webs recuerda a sus orígenes en los años 90, Deville no cree que los diseñadores pretendan homenajear aquella época con sus criaturas. «Es una generación de jóvenes diseñadores que nunca ha tenido que ocuparse de las limitaciones visuales o técnicas del diseño web», asegura.
Pese a ello, el diseño de aquel periodo les ha influenciado irremediablemente. El artista conceptual Ryder Ripps ha desarrollado una web brutalista porque «todas las personas inteligentes en internet lo hacen». Él pone como ejemplo la del mismísimo padre de las tres uves dobles, Tim Berners-Lee, por la que no parece haber pasado el tiempo desde 1997.
«[Se trata de] una llamada recordando lo que la World Wide Web realmente es: links para hacer clic y un montón de posibilidades para la gente creativa como yo», defiende Deville. Él mismo se ha contagiado del espíritu de este brutalismo que ha encontrado en los muros virtuales.
Entre otras creaciones, ha desarrollado una página que descontextualiza las noticias del New York Times ofreciendo solo las imágenes del día o un plugin en el que Facebook agradece los ‘Me gusta’ con una ventosidad.
¿Puede haber una mayor expresión de humanidad en el superficial universo de manos azules que una sonora flatulencia? Huyendo de las reglas, el horrendo look del brutalismo web acaba empatizando con nosotros con su imperfecto HTML.
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La madre que me parió… me va a dar algo si esto se convierte en tendencia.
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[…] Recientemente Yorokobu publicaba un artículo acerca de una pequeña corriente en el diseño web, de momento más bien alternativo, que reincidía en las estéticas de la Web 1.0 más llamativas, siendo amables, o por el contrario también aquellas extremadamente sosas (entonces parecían super novedosas) como los tablones de anuncios: el llamado Brutalismo Web. […]