El preciosismo urbano de Valentina Loffredo

Valentina Loffredo reinterpreta los paisajes urbanos. Retuerce las calles, cambia la perspectiva y convierte escenarios cotidianos en escorzos geométricos. Esta fotógrafa italiana, que tanto tiempo pasa pateando la ciudad, ha expuesto en galerías y museos, pero es ahora, de la mano de Callao City Lights, cuando su trabajo ha vuelto a su hábitat natural: la calle.

La colaboración entre Yorokobu y Callao City Lights ha iluminado la plaza de Callao y la calle Jacometrezo con los mejores y más variados artistas. En lo que llevamos de año Juan Díaz-Faes, Diletta Pacifici, Miguel Navia y Hugo Martínez se han asomado a las pantallas más icónicas de Madrid.

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Loffredo o, como se la conoce en el mundillo, That’s Val pasea por las calles buscando geometrías familiares, con la cámara preparada y la mirada atenta. Es lo que se adivina viendo su proyecto Flag it up, que refleja las banderas que esconden en su trazado las calles de Hong Kong, ciudad donde vive desde hace 12 años. Puede que sea su condición de expatriada la que la haya hecho encontrar banderas, propias y extrañas, pero lo cierto es que este proyecto nació fruto de la casualidad. «La primera foto que hice fue la de la bandera de Rusia», comenta Lofredo, «la disparé porque me gustaba la combinación de colores y, solo viéndola después, me dí cuenta de que eran los colores de la bandera rusa».

Loffredo decidió convertir esta casualidad en un proyecto y desde entonces ha estado descubriendo banderas por las esquinas. «Busco bloques de colores a mi alrededor y cuando funcionan como bandera, disparo», asegura. A veces lo hace aprovechando que pasa un desconocido, otras les pide a sus amigos que posen en medio de la bandera o se lleva algún material: post-its y cartulinas para terminar de dibujar la realidad.

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La casualidad es un elemento fundamental en la carrera de Loffredo. No solo Flag it up nació de esta forma; su propia carrera como fotógrafa creció casi sin proponérselo. «Es una pasión muy reciente», confiesa. Quería volver a hacer algo después de estar los últimos años dedicada de lleno a sus hijos, así que cogió una cámara y se echó a la calle. «La verdadera revelación para mí fue Instagram», asegura. «La posibilidad de presentar mi trabajo ante un montón de desconocidos me ha dado el valor para atreverme, y la respuesta, siempre positiva, me ha empujado a dedicarme a esto cada vez más».

Aun así, Loffredo no quiere ir demasiado deprisa y se permite el lujo de rechazar los proyectos en los que no cree porque considera la fotografía «más una pasión que un negocio». Está haciéndose un hueco en el mercado para posicionar un trabajo que tiene mucho de personal. Así, dice, podrá encontrar su propio camino.

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