ยฟComerรญas carne humana?

canรญbal

ยฟCuรกl es el lรญmite de lo humanamente tolerable? La respuesta es ยซno lo sabemosยป. De hecho, existe una maldiciรณn que dice ยซque Dios te dรฉ todo lo que eres capaz de soportarยป, haciรฉndonos ver que la imaginaciรณn no permite atisbar los lรญmites de nuestra adaptaciรณn al horror.

Hay quien, a las puertas del ese infinito agujero negro que nos muestra la entrada al espanto, reacciona con ironรญa. Asรญ lo hizo Jonathan Swift en 1729, cuando escribiรณ su ensayo satรญrico Una modesta proposiciรณn, en el que planteaba como soluciรณn a la hambruna irlandesa de la รฉpoca el comer carne de niรฑo pobre. O los hermanos Grimm, cuando en 1812 escribieron el cuento de Hรคnsel y Gretel, donde la bruja engordaba a los dos hermanos para que le sirvieran de alimento.

Todo ello es pura ficciรณn. Como pura ficciรณn eran los casos de canibalismo que relata la Biblia. Por ejemplo, el castigo a los israelitas por desobedecer a Dios, que debรญan comer la carne de sus propios hijos (Levรญtico). Incluso mucho antes, en la mitologรญa griega, la manรญa de Cronos de devorar a todos sus descendientes hasta que su esposa Rea, lรณgicamente, tomรณ partido por la camada.

Pero lo cierto es que la prรกctica del canibalismo lleva instaurada en nuestra especie desde hace 800.000 aรฑos, cuando el Homo Antecessor decidiรณ que la carne de sus congรฉneres resultaba menos complicada de conseguir que la de un mamut cabreado. Luego, para justificarlo (nos pasamos la vida justificando nuestras atrocidades) se establecieron toda clase de ritos en los que se decรญa que al comerte a un enemigo la fuerza de su espรญritu reforzaba el tuyo. Un argumento que difรญcilmente servirรญa hoy para vender hamburguesas.

Despuรฉs, durante mucho tiempo, optamos por negar tales atrocidades hasta que el famoso accidente aรฉreo de los Andes en 1972 nos devolviรณ a esta realidad: cuando el hambre aprieta no hay semejante que estรฉ a salvo.

Pero lo mรกs increรญble de aquella tragedia fue el cinismo o la ignorancia con que se tratรณ el tema, pues el canibalismo jamรกs desapareciรณ de nuestra sociedad. Se practicรณ durante la primera guerra mundial y se volviรณ a practicar durante la segunda, entre otros lugares durante el sitio de Leningrado.

Pero especialmente horrorosa, masiva y desconocida fue la tragedia que devastรณ el interior ruso entre 1921 y 1922. Conocida como la hambruna de Povolzhye, dejรณ millones de muertos, lo que obligรณ a muchos campesinos, como cuenta Ivan Legchilin, a preparar la carne humana en salchichas para hacer el tema algo mรกs soportable.

La humanidad no ha abandonado jamรกs el canibalismo. Lo ocultamos de forma vergonzosa hasta que la siguiente tragedia de dimensiones apocalรญpticas lo hace reaparecer. Mientras tanto, nos limitamos a horrorizarnos ante algunas escenas de ficciรณn, como cuando el Dr. Hannibal Lecter se prepara unos riรฑones en El silencio de los corderos, calificando la pelรญcula como una obra de arte. Y con ello, sin darnos cuenta, hacemos buenos los versos de Rilke en las Elegรญas de Duino:

Pues la belleza no es nada
sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces
de soportar, lo que sรณlo admiramos porque serenamente
desdeรฑa destrozarnos.

Buen provecho.

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#142 Primavera / spring in the city

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Yorokobu es una publicaciรณn hecha por personas de esas con sus brazos y piernas โ€”por suerte para todosโ€”, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

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