Carla Morrison desapareció. Después de ganar tres Grammys Latinos y vender cientos de miles de discos, después de giras que se solapaban y la llevaban a cantar en escenarios de ciudades que jamás soñó con conocer.
Después de la locura, llegó el silencio. Desaparecer en una industria que premia la exposición constante en redes y medios puede ser peligroso. Pero Carla Morrison ni siquiera sabía si quería ser parte de esta industria. La intérprete de canciones como Déjenme llorar, Te regalo o Un beso asegura que llegó a cogerle aversión a la guitarra, miedo a los escenarios. Tenía ansiedad, no era feliz.
Fue la pandemia la que la reconcilió con la música. Encerrada en un apartamento en París, empezó a componer para no volverse loca, para pensar en otra cosa mientras el mundo se rompía en pedazos. Fruto de aquella explosión creativa surge Renacimiento, un álbum del que ya ha adelantado cuatro canciones. En ellas descubrimos a una artista en evolución. Atrás quedaron las melodías intimistas de sonido netamente mexicano. La artista tiene ahora una vocación global y una narrativa que trasciende lo romántico.
Su disco es episódico y habla de ansiedad, de salud mental, de aceptación y empoderamiento. Carla Morrison quiere cantar su historia. Hablamos con ella en una reunión de Zoom en la que nos habla de su nueva vida y de cómo recuperó su amor por la música.
Mi primera pregunta es muy fácil, ¿dónde y cómo estás?
Pues estoy en Los Ángeles ahora mismo. Me mudé para acá en enero, estaba en París. Estuve en París casi tres años y estoy bien, me estoy acoplando a la ciudad. A esto de irte a comprar algo y regresar tres horas después por el tráfico. Es como una locura, pero bien. Estoy grabando mi disco, conociendo la ciudad, las costumbres. Yo nunca había vivido aquí, en Los Ángeles. Es muy entretenido.
¿Y cómo fue tu experiencia en París? ¿Cómo has estado todos estos meses alejada de los focos y los micrófonos?
Fue superbonito vivir en París. Antes de asentarnos ahí hicimos un viaje por Europa. Estuvimos en Italia, en Londres, en España… Durante el viaje pensamos: «¿Sabes qué? Estaría superbien vivir en París». Y lo hicimos.
El primer año y medio fue como mucho de ajuste, de conocer tu barrio. Fue una buena pausa, porque yo venía de estar girando todo el tiempo. Y si no estaba girando, estaba grabando. Si no estaba grabando, estaba en entrevistas. No paraba.
Estar allá fue como reaprender todo, bajarle 20 cambios a la vida. Y fue una gran enseñanza, aprendí que hay que disfrutar. Recuperé los años sin vivir. Y entonces empezó la pandemia y el encierro. Y ya no pudimos hacer nada más.
¿Eres de esas personas a las que el encierro les ha venido bien, creativamente hablando? Porque estas canciones que estamos escuchando ahora las compusiste entonces, ¿verdad?
Sí, las compuse por allá. Como a la mitad del tiempo que ya estaba yo en París, estaba muy peleada con la música. Estaba casi enfadada, cansada, me quemé. Me hice burn out y me costó volver a agarrar la guitarra o el piano. Y un día me renté un departamento aparte del que nosotros teníamos y empecé a ir ahí a leer, a componer, a escribir y empezaron a salir canciones.
Empecé a reconciliarme con la música y a escribir estas canciones. Y justo cuando empieza la pandemia, como que me metí al rollo de componer porque dije: «Si no hacemos algo, yo me voy a volver loca». Todo era muy fin del mundo, muy apocalíptico; y le dije a mi esposo: «Hay que hacer canciones, nos vamos al estudio y sobrevivimos pensando en otra cosas».
La primera de las canciones que has presentado, Ansiedad, es muy pop, muy pegadiza, pero tiene un mensaje muy contundente. No sé si relata esta época de burn out que comentas ¿Por qué hacer una canción sobre los problemas de ansiedad?, ¿de dónde nace?
Nace de la necesidad de componer algo que no sea de amor. De abrir mi universo. Mucha gente cree que yo solo pienso en el amor y tenía ganas de hablar de otra cosa. Y aunque la gente probablemente piensa que ya me he abierto bastante, en realidad no he abierto las partes más oscuras mías, la ansiedad, la depresión y todas esas cosas.
Fue un reto hacer esa canción, pero me lo tomé con deportividad. Me dije: «Vamos a hacerla, a ver qué pasa». Y lo que pasó es que recibí muchísimo apoyo. Mucha gente se ha sentido así. Por eso mucha gente me ha contactado para decirme que se ha sentido identificada, para agradecerme esta canción.
No es la única canción nueva que se aleja de temas más románticos. Tú estás casada. ¿De dónde se saca la inspiración una cantante romántica cuando tiene una vida más estable? ¿Qué historias se cuentan cuando tu propia historia es felizmente aburrida?
Jajaja. A ver, que yo también tengo problemas, pero suelen ser por cosas tipo ¿por qué no diste de comer al perro? Y claro, una canción sobre eso no te queda muy allá.
La verdad es que mis canciones salen a partir de una empatía particular. Yo soy un poco la doctora corazón; en las fiestas, si alguien tiene un problema, allí estoy yo. Soy muy maternal con mis amigos, me platican algo y platicamos y me pongo a pensar en el momento que yo viví eso en mi vida, en cómo me sentí… Me lo llevo a esa parte y me resulta muy fácil escribir. Ponerme en su lugar y contar una historia.
Muchas de mis canciones son de relaciones pasadas. Ahora que estoy casada y que estoy bien, cuento, más que nada, las historias de los libros o de amigos. Canto al amor a través de la empatía.
También te has abierto a cantar sobre otros temas. Obra de arte es un alegato al empoderamiento. Es una canción más sexual. Descubrimos una Carla más segura de sí misma. ¿Te ha costado mostrar esa otra cara tuya?
Fíjate que me había costado hacer una canción así porque esa parte mía no había florecido. Y en París, como pasé tanto tiempo sola, tanto tiempo para reflexionar, tanto tiempo para volver a mí como conocerme… Empecé a mirarme al espejo. Pensé que en este tiempo no me he reconocido a mí misma, no me he dado amor. E hice un viaje interno y aprendí a quererme, a cambiar esa visión sobre mí.
Aceptarte, amarte, es lo mejor que puedes hacer por ti. Y ahí fue donde salió Obra de arte. Aparte de que siento que en el movimiento feminista hablamos mucho de lo que nos hace falta, que me parece bien. Pero yo tenía ganas de hablar de lo que sí tenemos y celebrarlo.
En esta canción en concreto, pero en todas en general, se aprecia un sonido más internacional, ¿es algo premeditado?
Sí, sí, eso sí era algo superpremeditado. Yo quería que sonase más global, que pudiera entrar a otros mercados. Quería desprenderme de la guitarra un ratito y hacer cosas un poquito más internacionales. Porque siento que es bien bonito cuando creces, cuando tus sonidos evolucionan. Lo siento como fan, así que me gustaría ofrecerlo como artista.
Si yo quiero hacer un disco que le vaya bien, sé exactamente qué hacer, sé qué le gusta a la gente. Pero eso es aburrido. Quiero que esto sea un reto y que suene bien chingón, que suene caro, que suene global, que suene a lo que merece.
Sin embargo tus trabajos anteriores, siendo más mexicanos, consiguieron un impacto global. ¿Por qué crees que hablando desde lo local tienes un potencial tan internacional?
Porque era muy cierto. El sello de mi proyecto ha sido siempre la honestidad, la autenticidad. Mis letras siempre han sido muy simples. Cualquier persona que hable español lo entiende. No soy muy rebuscada, no estoy hablando de forma culta o intelectual. Escribo simple y siento que eso a la gente le gustó.
Aunque tenga una parte gringa, al final soy muy mexicana, norteña y esa parte la traigo en la sangre. Cuando me mudé a Phoenix, Arizona, me entró un shock cultural. Extrañaba tanto México, tanto el mariachi, tanto la música mexicana… que eso se metió en mis canciones.
Cuando yo estoy borracha, escucho música mexicana de la de antes. Y me dije: «¿por qué no escucho música de ahorita?, ¿por qué nadie le habla a mi corazón roto? O sea, me entiende Pedro Infante, me entiende José Alfredo Jiménez, Lola Beltrán… pero no me entienden los de ahora. Todos hablan que el amor es increíble, pero no es cierto. Es una mierda».
Por eso me dio por hacer este tipo de música, me metí mucho a la poesía y a contar lo que yo siento a mi edad ahorita en estar en esta. Creo que eso también resonó. Pero, la verdad, también para mí es un misterio que no entiendo cómo pasó todo lo que pasó.
Todas las canciones que has presentado en los últimos meses están relacionadas. Incluso las divides en primer acto, segundo, tercero… ¿Tiene sentido hacer un álbum conceptual ahora, cuando la gente escucha las canciones sueltas en Spotify y no se sienta a escuchar un disco de principio a fin?
Yo sé que el mundo va a una velocidad muy rápida, pero no porque esa velocidad exista voy a tomarla. Siento que algo que tiene profundidad y mensaje siempre te queda más que algo rápido. Y lo entiendo, yo hago lo mismo. Yo pongo una playlist y tengo un montón de artistas y está bien. Pero siento que es muy bonito cuando escuchas algo y dices «wow, me contó una historia completa».
Este disco era para mí, quería contar la historia de por qué me fui, por qué me sentía tan mal, por qué tuve que tener esta conversación tan seria conmigo misma y cómo pude volver a estar bien. Yo me sentía supermal. Estaba enjaulada, no era feliz.
En este disco empiezo a hablar de todo eso que tuve que hablar conmigo. Mi depresión, mi ansiedad, el volver a encontrarme, el voltear hacia adentro, el decirme la verdad. Yo sé que a lo mejor sería más fácil decirlo todo en una canción, pero para mí era una conversación más larga. Por eso hacer un disco con una historia. Después de esto jugaremos a hacer singles, pero ahorita esto es una historia.