Al músico y dibujante de viñetas de humor que se esconde detrás de SEPA le gusta la palabra por lo que tiene de exhortación: “Es una incitación a saber, a conocer”. Aunque advierte que no hay nada que aprender. Al menos en sus carteles. «Es como si fuese a comunicar algo específico, pero el mensaje resulta ser una chorrada. Un absurdo, en la mayoría de los casos».
Empezó a distribuirlos hace un par de meses en distintos barrios de Madrid y ahora asegura que se ha picado tanto que tiene la casa llena de frases y carteles esperando a ser pegados. Todos comparten la misma naturaleza: «Son mensajes absurdo-poéticos en la calle. Un estímulo visual estimulante, desconcertante y divertido que requiera más del espectador que el típico discurso publicitario (por citar el más abundante en la vía pública) y más accesible que una galería o lugar por el estilo».
Es a la hora de pegarlos cuando, en ocasiones, SEPA deja de ser un proyecto individual. Lo que prefiere no perder, de momento, es el anonimato: «Lo mantengo porque dudo de la legalidad de pegar carteles y de cara a futuras acciones más flagrantemente prohibidas».
¡Gracias por la pista, Makupipe!