Cazadores de tesoros en mundos virtuales

Los videojuegos tienen una capacidad sorprendente para invitarnos a coleccionar y a acumular objetos virtuales de toda clase: monedas doradas, estrellitas, almas, piezas de puzzles… El «hazte con todos» se empezó a cantar con los primeros juegos de Pokémon, pero es una filosofía que llevaba ya años implantada en el diseño de los juegos y en el cerebro de los jugadores. Hay gente que no se conforma con esto y que lleva el coleccionismo dentro de mundos virtuales a otro nivel: al de la botánica, al de la historia del arte o al de las revistas de decoración que tienen tus tíos en el bidé.

El blog Video Game Foliage se presentaba en sociedad hace un par de meses diciendo que «existen toneladas de entornos industriales sin vegetación en los videojuegos», pero su autor señalaba que está «mucho más interesado en los bosques, junglas y jardines». Desde entonces se dedica a documentar árboles, flores y matorrales que se encuentra en videojuegos. «Representar plantas en un videojuego es difícil», dice, «porque las estructuras orgánicas son difíciles de explicar con términos que las tarjetas gráficas comprendan».

El resultado de este ejemplo de coleccionismo vegetal es un atlas botánico con filas de palmeras exactamente iguales que agitan sus hojas de forma rítmica, follajes que se pixelan, frutas con esquinas, pinos con la forma de un cono perfecto, tocones octogonales, impresionantes extensiones de hierba que llega hasta la rodilla, árboles boxeadores y nenúfares fosforescentes. Es un trabajo de documentación magnífico. Y se lo tenemos que agradecer a que alguien quiso jugar a la consola de forma diferente al resto y poner la mirada donde nadie se había fijado.

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Video Game Art Archive también es un proyecto muy joven y hace un trabajo parecido: recupera los cuadros que cuelgan de las paredes de los escenarios. Estos dibujos calzados en los niveles de los juegos para que se manchen de sangre, o para que se adornen con agujeros de bala o, sencillamente, para no dejar un hueco vacío, son tan fáciles de ignorar que descubrir que alguien se estaba molestando en buscarlos, conservarlos y acumularlos fue toda una sorpresa y una alegría tremenda.

Las obras que ha rescatado este peculiar archivo van desde retratos de los protagonistas de los juegos hasta cuadros famosos en bajísima resolución, pasando por pinturas abstractas y adornos de bar de alterne. De alguna forma, estos cuadros son una incursión (posiblemente inconsciente) del píxel art en la miniatura medieval. Y ha tenido que venir un bloguito a que lo apreciáramos como se merece.

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La serie Bits vs. Pics firmada por el artista neoyorquino John ‘Brother Brain’ McGregor también es un fantástico ejercicio de arqueología dentro de los videojuegos. Brother Brain se dedica a buscar píxel art en videojuegos basados en películas y series de los años ochenta y noventa y compararlos con las imágenes originales, creando un bucle hipnótico de Macaulays, Arnolds y Batmans moviéndose entre la carne y el píxel hasta el infinito.

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Con Video Game Stairs entramos ya en un terreno extraño que no sé si tiene que ver con una pasión loca por la decoración de interiores o con algún tipo de fetichismo internauta raro. Alguien, por alguna razón, está recopilando ejemplos de escaleras en videojuegos. No sé, escaleras. Algunas un poco más largas, otras más cortas; unas al aire libre y otras dentro de la casa; rectas y de caracol. A veces se cansan y, en vez de escaleras, ponen pantallas de carga y menús de inicio. Pero vaya, lo suyo son las escaleras.

Y ya que nos metemos en el intenso mundo del menaje, hace un tiempo hubo otro blog que se dedicaba a encontrar y fotografiar las tazas de váter de los videojuegos. Esta antología de excusados virtuales, por desgracia, ha desaparecido de la Red, aunque quedan por ahí algunos de sus pantallazos, como el que abre este artículo.

En Please Press Start, lo que se recopilan son esas pantallas que te avisan de que puedes empezar a jugar y te dan a elegir entre comenzar tu partida, jugar online o navegar entre las opciones de control y sonido. Esas pantallas, que en la época de los salones recreativos te gritaban y se contoneaban para que te animaras a echar una moneda, ahora son poco más que un muro que te separa del juego. Y en Game Logos, se publican logotipos de videojuegos; en Video Game Ads, anuncios de revistas de hace veinte años; en Games and Food, comida; en More Buildings and Food, edificios y más comida.

Si creemos firmemente que el videojuego solo es videojuego cuando hay alguien que lo juega, ¿qué es lo que hay que conservar? ¿El código? ¿Los cartuchos? ¿Vídeos? ¿Hay que tener a alguien jugando de forma perpetua en un museo? Tengo bastante claro que lo que publican estos pequeños rincones de internet, aunque es una tarea de documentación interesante, no es precisamente la fórmula para conservar un videojuego, aunque puede servir como toque de atención para que empecemos a valorar más el paisaje. El trabajo que hacen es tan innecesario como bello.

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