Chomsky fosforito

Pongamos que eres Michel Gondry, una de las imaginaciones más nerviosas del cine. Y que uno de tus ídolos es el lingüista estadounidense Noam Chomsky. Consigues que te dedique varias horas de su vida a contestar tus preguntas y decides hacer una película con el material, pero solo tienes una grabación en una fría sala de reuniones. Un mundo de posibilidades se abre ante ti (recuerda que eres Michel Gondry). Y así es como nace Is The Man Who Is Tall Happy? Un documental que convierte en dibujos animados de color fosforescente las confesiones personales y las teorías acerca de la comunicación del filósofo.

Que ambos personajes sean tan distintos entre sí es lo mejor que le podía haber ocurrido a este documental. El uno es terriblemente visual, el otro reina en el mundo de las ideas. Pero sus mundos, más cercanos de lo que puede parecer en un principio, terminan por encontrarse. Y Gondry crea algo así como un manual de iniciación de Chomsky. Chomsky para dummies.

Una vez grabadas las conversaciones y pasado un tiempo de sus encuentros, el director se encerró en un cuarto para dejar que la voz de Chomsky que emanaba de sus cintas invadiera el espacio. Su mano reaccionaba entonces a las palabras del filósofo y las plasmaba sobre el papel en forma de ilustración, contaba Gondry hace unos meses cuando pudimos preguntarle sobre el proyecto durante su visita al Festival de Cine de Karlovy Vary.

«Necesitaba explicar de manera gráfica la filosofía y pensamientos de una mente brillante y, sin apenas reflexionarlo, surgieron sobre el papel ilustraciones el estilo del cartel político de los años sesenta. En cierto modo necesité recurrir al estilo visual de la propaganda para traducir este encuentro», decía el director acerca de Is The Man Who Is Tall Happy?

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Gondry también contó que de niño quiso ser inventor, pero su condición de mal estudiante le hizo buscar una alternativa para inventar sin que la ciencia formara parte de la ecuación. Esas palabras tienen mucho sentido tras ver lo que ha hecho con su entrevista al pensador. No tiene reparo en mostrar su complejo de inferioridad intelectual ante un gigante como Chomsky, pero con la misma naturalidad demuestra ese talento innato como narrador que ya hemos visto en sus ficciones.

En la película reconoce que su falta de destreza con el inglés da lugar a confusiones lingüísticas durante la conversación pregunta-respuesta que mantienen, pero se las arregla para hacer que esos problemas de entendimiento y que el propio acto de convertir ideas en imágenes se conviertan en parte de la propuesta. Se puede decir que eleva al cuadrado los análisis habituales del filósofo.

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Quizá es interesante saber que las entrevistas se realizaron durante los descansos del rodaje de The Green Hornet, la adaptación del superhéroe de cómic que acercó por vez primera a Gondry al mainstream y a los grandes presupuestos (lo que para muchos representa el momento menos personal de su filmografía).

El proceso final de ilustración y montaje de este documental llegó en un momento completamente distinto, cuando ya se estaba gestando su homenaje a otro héroe de juventud, la versión cinematográfica de la novela de Boris Vian La espuma de los días. La pieza se realizó con unos efectos especiales deliberadamente retro que tanto tiene en común con el concepto visual de esta entrevista.

Aunque buena parte de la película sirva para ilustrar relatos personales, que humanizan al gran pensador a ojos del público, su diálogo también analiza la forma en que el lenguaje configura el mundo y describe a quienes lo habitamos. Por ejemplo, Chomsky apunta al final del metraje la ilógica gramatical a la hora de construir la pregunta que da nombre a la cinta a partir de la frase The man who is tall is happy. Colocar el segundo verbo al principio de la pregunta, en vez del primero, para decir Is the man who is tall happy? responde al instinto más que a la inteligencia, recuerda. En un momento anterior de la conversación, la palabra «perro» muestra esa posición contraria entre ambos interlocutores. Mientras que a Gondry acude inmediatamente la fisionomía de un perro, Chomsky insiste en que la representación de una palabra no puede relacionarse con una imagen. Un perro, aun hechizado y convertido en otro animal, seguirá siendo, en esencia y por definición, un perro, explica él a Gondry con paciencia de profesor.

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