Con una letra, y luego otra y luego otra, terminamos sabiendo quienes somos y por qué vivimos y morimos dejando un halo no siempre perceptible de ‘yo estuve ahí’. El coreano Hong Seon Jang pensó que cada caracter, cada letra, es parte de la ciudad. Y lo convirtió todo en unas obras que ahora se exponene en la galería David B. Smith, en Denver (EE.UU.).
Las ciudades se han dibujado a lo largo de la historia a través de la crónica de lo que en ellas ocurre. Suele ser una historia con su parte amable y su parte sórdida, de momentos escondidos en la intimidad de los hogares o de exhibicionismo por parte de quien ve a sus conciudadanos como números, como hormigas, como personas sin rostro. Con vergüenzas cuya existencia no es sino solo ante los ojos de quien las posee, o con retales compartidos con quien nos rodea, acabamos construyendo el nombre y la cara de las ciudades.
Typecity es la fantasía de Hong Seong, la que funde letra y asfalto y lo convierte en el centro de una ciudad esculpida con rascacielos. «A pesar de que en la mayoría de mis trabajos intento mostrar que conceptos típicos del mundo natural como la fragilidad, la creación o la extinción no nos son irrelevantes. En Typecity introduzco esas ideas en objetos que vivimos a diario, se convierte en un juego con los conceptos de civilización, funcionalidad y orden», explica.
El artista pasó casi dos meses construyendo estas ciudades a base de caracteres de viejas máquinas de escribir. En realidad, no se inspira en ninguna urbe específica. «Es solo una combinación de pensamientos y sentimientos», cuenta.