Año 1927. Es un día cualquiera para los viajeros del tren procedente de Bilbao con destino Madrid. El traqueteo constante del vagón restaurante acompaña sus animadas conversaciones y la noche es testigo de la tranquilidad que se respira en los vagones. Tranquilidad que, inesperadamente, desaparece cuando se apagan las luces, se oye un disparo y se siente el frenazo repentino del convoy.
Vuelve la luz, pero los gritos continúan al ver a uno de los pasajeros tirado en mitad del pasillo, muerto. Los viajeros parecen calmarse cuando llega el maquinista al vagón y la intranquilidad hace de nuevo acto de presencia en el momento en que se cierra la puerta. Atrapados en el tren, tan solo tienen una hora para averiguar quién ha sido el asesino y escapar con vida del ferrocarril.
Lo que podría ser el argumento de una película de suspense es, en realidad, uno de los Cluedo en vivo que cada fin de semana intentan amenizar una despedida de soltera, el cumpleaños de un amigo o incluso una salida de compañeros de trabajo organizada por la propia empresa. Juegos de lógica e intriga que aterrizaron en España después de haber triunfado en Estados Unidos y Reino Unido.
«La idea es que ha ocurrido un asesinato y hay que averiguar quién ha sido el asesino, dónde, cómo y por qué». Un puzle, en palabras de Nathalia Antas de Cluedo En Vivo, donde los participantes se convierten en los personajes de la historia y que debe ser resuelto al poner en común la información que tiene cada uno.
A veces, el factor de escape es un elemento más para dar emoción a la versión realista del clásico juego de mesa. Asesinato en el Tren, el Cluedo que ofrece la compañía valenciana ClueHunter, se encarga de combinar la adrenalina que provoca la prisa con la investigación a lo Agatha Christie.
«Ha habido un asesinato, cada uno tiene una versión de los hechos, usa una declaración y al final todos los jugadores tienen que averiguar, mediante las declaraciones, quién ha sido el asesino», explica Víctor Mena, cofundador de ClueHunter. «Si consiguen saber quién ha sido el asesino, pueden salir del tren».
No siempre resulta fácil averiguarlo. Es el caso de Last Shot, uno de los Cluedo de la compañía Mystery Games, donde además de descubrir quién ha matado a quién, cada personaje -y cada jugador- debe alcanzar una serie de objetivos durante el tiempo que dure la partida.
«Pueden ser objetivos que más o menos tengan que ver con el crimen o puede que no tengan que ver en absoluto», asegura Javier Barrios, uno de los fundadores de Mystery Games. Para conseguirlos, los jugadores se alían, se ganan enemigos, espían y si hay que chantajear, se chantajea. Todos tienen secretos «como en la vida real» .
El precio de cada partida ronda entre los 30 y 45 euros, aunque desciende cuanto más grande sea el grupo de participantes. Dependiendo de la compañía, el escenario del crimen también varía. Mientras que Cluedo En Vivo se traslada al lugar donde se encuentran los jugadores, ClueHunter cuenta con tres salas donde desarrollan los tres misterios. Por su parte, Mystery Games, además de desplazarse al lugar que pida el cliente, ha firmado acuerdos con restaurantes y casas rurales.
Precisamente, crear un buen escenario resulta fundamental para que los jugadores se sumerjan en la historia. Además, «cuanto más disfrazada esté la gente, más se mete en el papel y más divertido es», asegura Barrios.
Una estrategia más para recursos humanos
La complejidad de los Cluedo en vivo y el hecho de que los sospechosos sean los propios jugadores convierten a su versión real en una experiencia que sirve, además de entretener, para enseñar habilidades sociales. Tal es el objetivo que persiguen las compañías que contratan estos servicios.
«Es un juego muy social que dependiendo de lo que quiera el cliente siempre se puede potenciar el trabajo en equipo o la competitividad», explica Barrios. El portavoz de Mystery Games cita el ejemplo de una multinacional que contrató un Cluedo para comprobar cómo detectaban engaños sus empleados y las estrategias que habían seguido para conseguir sus objetivos. O el de un sindicato, que utilizó este tipo de juegos antes de unas elecciones sindicales con el fin de que «sus chicos adquirieran habilidades a la hora de detectar mentiras a través del lenguaje no verbal».
Aunque al final lo importante es pasárselo en grande. Como recuerda Natalia, «el juego de mesa es más pesado. Estás en un único sitio y tienes un único objetivo. Aquí tienes muchos objetivos y más tramas. Es totalmente diferente».
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