La ironía gamberra de los collages digitales de Johnny Smith

6 de noviembre de 2018
6 de noviembre de 2018
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Jonathan ‘Johnny’ Smith es, ante todo, un contador de historias. Los provocativos y surrealistas collages digitales de este artista visual se han convertido en todo un reclamo gracias a esa ventana al mundo llamada Instagram. Él tiene claro que lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien. Ya lo dijo su admiradísimo Salvador Dalí.

Al igual que el célebre pintor catalán, Smith es un tipo divertido e irónico. Creció en la texana ciudad de Houston y estudió teatro y cine antes de mudarse a Los Ángeles, meca del séptimo arte. Allí, ha actuado en multitud de anuncios publicitarios, además de escribir y dirigir bastantes cortometrajes.

Empezó escribiendo guiones y sketches con un estilo cómico, pero pronto se desilusionó al ver lo lento y complicado que era sacar cualquier proyecto adelante. Por eso, optó por buscar otro medio para contar historias. Y fue ahí cuando, hace cosa de seis años, surgió su flechazo profesional con la técnica del collage digital mediante la manipulación de fotografías.

El artista visual encontró perfecta la posibilidad de crear una imagen por él mismo, y compartirla luego de forma inmediata con quien quisiera. «Un amigo me dio a conocer una app para iPhone llamada Image Blender, y empecé a hacer el gilipollas con fotos que tomaba. Me obsesioné con los doguillos en ese momento, así que le ponía cabezas de doguillo a cada amigo a quien le sacaba una foto», cuenta Smith sobre sus inicios en el difícil mundo del collage profesional, que siempre se ha visto como un género menor.

Dice que, puestos a definirlas, la mayoría de sus creaciones son bastante tontas, pervertidas, confusas, coloridas y, sobre todo, divertidas. Quizás por eso, cree que pocas veces se le ha tomado en serio como artista. Tardó más de un lustro en lograr que sus obras dieran el salto de la esfera digital a las paredes de una galería de arte.

Lo curioso es que, aunque no siempre son pretendidamente provocadoras, sus imágenes suelen escocerle a más de uno. Sobre todo, aquellos collages que retratan, de forma sarcástica, ciertos aspectos de temas relacionados con lo social o político.

Y eso que la sátira política no entraba demasiado en sus planes, al menos al principio. «Jugaba, en gran parte, con temas de humor y sexualidad. Tiendo a inclinarme por el lado más tonto de las cosas», apunta el artista texano sobre lo que considera sus primeras fuerzas conductoras. «Lo más político que hice al principio fue algo alrededor del movimiento del ‘pezón libre’. Sin embargo, actualmente no puedo sacudir lo que está sucediendo en la política y en la sociedad en su conjunto».

Se siente estresado y algo deprimido ante la situación actual, y ese estado de ánimo se refleja inevitablemente en sus obras. Y confiesa que cuanto más mayor se hace, más le interesa todo lo bochornoso que sucede a su alrededor: «Intento usar la comedia como un medio para mostrar lo risibles y peligrosas que son las personas responsables. Seguiré presionando y siempre seré 100% anti-Trump, algo que se reflejará en mi arte».

La mayor parte de los collages de Smith se centran en tres de sus temas fetiche: el sexo, la cultura pop y el surrealismo. «Me estoy sumergiendo en la cultura pop aquí, en Los Ángeles, donde es algo ubicuo e ineludible», reflexiona el autor.

«Mi estado de ánimo dicta mi trabajo. Si me siento tonto, haré una imagen graciosa. Si estoy cachondo, crearé algo más sexual. Si estoy en babia y deliro, se me ocurrirá un collage más surrealista. Y si estoy enfadado, algo que me ocurre cuando escucho o leo las noticias, aflorará algún asunto político».

Mención aparte merece el tema sexual, que sigue siendo un tabú para una buena parte de la remilgada y puritana sociedad estadounidense. «Me gusta ver hasta dónde puedo salirme con la mía sin tener problemas. Por ejemplo, que Instagram borre mi foto o suspenda mi cuenta», explica Smith.

El texano, de 38 años, asegura orgulloso que algunos de sus collages más virales son aquellos en los que juega con la yuxtaposición de planos o imágenes.

«Hace ocho años realicé un proyecto de vídeo con mis amigos genios Kirby Conn y Nikki Wantz, donde cogimos un episodio de La tribu de los Brady y sustituimos al precoz primo Oliver, de ocho años, por un pervertido y depravado sexual (interpretado por mí), cuya única motivación es drogarse y follar», cuenta a modo de anécdota.

«Reescribimos todas las líneas de Oliver, pero mantuvimos el diálogo original de la serie. Creo que fue hilarante y tuvo tanto éxito debido a la yuxtaposición que creamos entre la inocencia original del show y nuestra introducida perversión».

Y esa yuxtaposición también está presente en los collages de Smith, que tienen que ver con la crítica a la cultura de la (ñoña) princesa perfecta generada por la factoría Disney. «Es divertido y gratificante ver jodidas a personas o personajes que son consideradas la perfección. La idea de Blancanieves meándose encima porque está demasiado borracha o Cenicienta manchándose de sangre menstrual su vestido mágico me hace partirme de la risa. Y creo que también hace reír a otra gente», explica.

Tampoco faltan en su obra imágenes de la popular Barbie, representada en situaciones que desafían las reglas del decoro (haciéndose un selfi semidesnuda frente al espejo del baño o enseñando las bragas mientras se baja de un coche, al más puro estilo Britney Spears), con las que Smith rompe de alguna forma el estereotipo femenino que representa la anoréxica muñeca.

Eso sí, no todo son aplausos ni alabanzas entre sus más de 110.000 seguidores de Instagram. A veces, Smith tiene que lidiar con la ira de los internautas más rancios. Sobre todo, cuando sube imágenes que tienen como protagonista al actual presidente de los Estados Unidos. En esos casos, todo resulta en discrepancia con muchos de sus fans.

Aunque lo cierto es que tampoco le importa mucho. «Cuando leo comentarios, tanto de apoyo como de falta de él, lo siento como una victoria. La indecisión es la única decepción», asegura el artista, que hace poco retomó la escritura de guiones y actualmente está desarrollando un programa de dibujos animados con algunos amigos artistas.

Muchas de las obras de Smith se mueven en los límites de lo que es políticamente correcto. Sin ir más lejos, tuvo que hacer frente a numerosas críticas por el presunto desprecio por la religión de su serie Jesus Good Times (Los buenos tiempos de Jesucristo), donde sacaba a Jesús de la cruz y lo imaginaba en escenarios más divertidos: bailando ballet, montando en una montaña rusa, rockeando en el Coachella, haciendo un ángel de nieve o sosteniendo una bandera arcoíris en un desfile del Orgullo.

Justo esa última imagen despertó la polémica y valió para que el artista del collage recibiera todo tipo de insultos. «Me llamaron maricón y me dijeron que ardiera en el infierno», recuerda ahora. «Entiendo que la gente no esté de acuerdo con mi punto de vista agnóstico, pero no me parece muy cristiano que me digan que esperan que muera de sida. Por más mezquinos que fueran sus comentarios, al menos mi trabajo golpeó un nervio, y yo siempre veré eso como un éxito».

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