Mujer bonita entre treinta y cuarenta presenta la primera videolección sobre cómo hacer negocios en internet. Grabación con la webcam del portátil. Al fondo, una vieja puerta de madera contrachapada marrón —la del dormitorio— contradice a esta mujer que se anuncia como coach financiera.
«Este webinar y los tres siguientes son gratuitos —dice la mujer con la puerta—. Si quieres profundizar en mi método para ganar dinero fácilmente en internet, te ofrezco el pack (…) por 25 euros».
Uno espera con cierto interés que la puerta se abra y la madre asome la cabeza:
—Hija, ¿estás hablando con el novio?
O quizás que entre el marido (chupatintas que vuelve del trabajo):
—¿Comemos o qué?
Imagino otras escenas domésticas que comienzan con la apertura de la puerta contrachapada. Escenas que quizá ocurran y desaparezcan con la edición. Escenas que explicarían por qué la mujer vuelve los ojos a su izquierda en un par de ocasiones.
También me intriga cuántos talleres debería vender esta mujer para cambiar la puerta. (Necesita al menos tres clientes para hacerse con una puerta barata). Hablo de esto a J.M., guionista al que conozco hace años. Me cuenta que hace poco recibió un correo electrónico de una mujer que se presentó como coach financiera (debe ser una peste, pienso) que necesitaba un guionista. La señora o señorita decía haber hablado con una importante cadena de televisión privada sobre un formato de programa: los espectadores plantean sus problemas y ella responde.
—La cadena quiere que presente el proyecto por escrito, dice ella —dice J.M.— Pienso que la cadena le está dando largas.
—Si el proyecto fuera bueno, la cadena lo desarrollaría —digo.
—Pero siento curiosidad y busco a la tipa en internet. Encuentro una página donde se da bombo. Parece una actriz.
Los gurús tienen barba; las gurusas, una cara y un cuerpo bonitos, pienso.
—En su página dice que es coach de famosos, de artistas y deportistas de élite —dice J.M.—. Vende ebooks para ser feliz y dice que ha creado un método espiritual-financiero para adquirir la libertad económica en tres meses. Un método patentado.
—Y la llamas porque te la quieres tirar.
—He madurado. La llamo porque quiero ver si puedo sacar dinero de este asunto.
J.M. me detalla el diálogo mantenido por teléfono con la gurusa.
—Hay que darle vueltas a la idea —dice J.M.—. Meter minirreportajes, alguna entrevista… para que no estés dos horas respondiendo preguntas.
—¿Y eso me lo haces tú?
—Sí, yo te escribo el formato: soy guionista.
—¿Para cuándo lo puedes tener?
—Estaría bien que nos viéramos para hablar de esto. Conocernos…
—Me corre prisa.
—Hoy es miércoles… —J.M. quiere fingir una agenda apretada, pero no puede evitar algunos viejos vicios—: la próxima semana. Bueno, pero antes, te cuento… Escribir un proyecto cuesta unos 3.000 euros.
—¿Tanto por unas páginas?
—Y más. Mi precio está muy ajustado. Tú querrás un formato original, que no se parezca a lo que ya hay. Eso cuesta.
—Mi idea de trabajo es la simbiosis creativa —dice la gurusa sin que le tiemble la voz.
—Ajá.
—Creo que resulta más positivo para las personas, se consiguen mejores resultados y podemos aprender el uno del otro.
—Siento decirte que en estos momentos solo acepto encargos. Se puede ajustar el precio.
—Creo que deberíamos probar la simbiosis…
—No, lo siento.
—¿Y vas a rechazar la oportunidad de trabajar en (…)?
—Solo acepto encargos.
J.M. se despide cortésmente.
—Tenías que haberle dicho: para ti, que das talleres de alcanzar la independencia financiera en tres meses, 3.000 euros no son nada —digo.
—Justo eso pensé después —dice J.M.—. ¿Y eso de «¿vas a rechazar…?». Muy torpe para una coach de famosos, artistas y deportistas de élite.
—Je.
—Así se hacen las grandes fortunas.
—O se compra una puerta contrachapada.