Los Sims fue el primer videojuego de la historia en incorporar un váter completamente operativo. Este dato, aparentemente chusco y circunstancial, es, sin embargo, muy revelador. Pero empecemos por el principio.
En el ya lejano año 2000 se lanzó la primera versión de Los Sims, el primer simulador social, un videojuego revolucionario cuyo objeto es guiar la vida diaria de una persona. Aunque las posibilidades y el realismo de aquella primera versión poco tengan que ver con el juego actual (ya vamos por la tercera versión), los elementos fundamentales de los que vamos a hablar ya estaban presentes entonces.
El juego comienza con la creación de un personaje, un Sim, pudiendo modificar multitud de aspectos físicos (color de piel, musculatura, ojos, peinado, ropa) y psicológicos (rasgos de carácter, aspiraciones).
El Sim necesita un lugar donde vivir y al comenzar se cuenta con un presupuesto para comprar o construir una casa, amueblarla, equiparla y decorarla.
Una vez hecho esto, el jugador puede controlar todos los aspectos de la vida del personaje que acaba de crear, desde sus amistades a su carrera profesional. Aunque el personaje también tiene voluntad propia y, si no se le ordena nada, seguirá con su vida de manera mejor o peor, normalmente peor. En cualquier momento el jugador puede interrumpirle y decirle qué hacer, cómo darse una ducha, salir a la calle, limpiar la casa o irse a trabajar.
El jugador cuenta con una buena ayuda para saber qué es lo mejor para su Sim en cada momento. A través de unas barras de estado y diversos indicadores puede conocer todos sus deseos y necesidades, que van cambiando, y el objetivo del juego es llevarlo por el buen camino para que el personaje virtual sea feliz y viva su vida de la mejor forma posible. Al final nuestro Sim muere.
Se puede ver la vida de los Sims como una simplificación de nuestra propia vida. La diferencia fundamental entre ambas es que en la suya no hay ningún tipo de desavenencia entre lo que quieren hacer y lo que finalmente hacen, porque obedecen fielmente a todo lo que el jugador les ordena. Pero, de hecho, es posible interpretar su análisis de la vida como una especie de metáfora de la simplificación que todos podríamos hacer de la nuestra. De eso va este artículo, veamos algunos ejemplos.
Para dar en el blanco, apunta y dispara
Imaginemos por ejemplo que queremos aprender a pintar. En el juego, todo lo que un Sim tiene que hacer es comprarse un caballete (que ya viene con pinturas), comprar un lienzo y ponerse a pintar. Al principio pinta muy lento y los cuadros son horribles, pero cada día aprende un poco. Si es constante y practica a menudo, cada vez lo irá haciendo mejor, aunque avance muy despacio. Con el tiempo puede incluso llegar a dedicarse profesionalmente a esa actividad, vendiendo sus cuadros por mucho dinero.
Pero si volvemos al mundo real y quien quiere aprender a pintar es uno de nosotros, la situación se complica. Primero empezaremos a pensar en si tenemos que apuntarnos en una academia de pintura o no, qué materiales comprar, a qué tienda ir, buscaremos en Google… Es posible que nos asalten dudas sobre si quizá ya somos demasiado viejos para iniciarnos en esta labor. ¿Qué pensarán nuestros amigos? ¿Será muy caro? Y aunque salgamos de todas estas dudas con nuestro deseo intacto y realmente comencemos a pintar, es posible que, si al principio nos resulta difícil o el resultado no es lo que habíamos soñado, el caballete y las pinturas terminen criando polvo en el fondo de un trastero o acaben a la venta en eBay.
La diferencia fundamental entre ambas situaciones es que el Sim hace lo que se le ordena y punto. Por suerte, nosotros tenemos algo más de libertad, pero podemos aprender de los Sims que una buena forma de controlar mejor hacia dónde va nuestra vida sería establecernos una serie de objetivos y hacer todo lo necesario para cumplirlos sin detenernos a pensar demasiado.
El efecto mariposa de “estar bien”
Al igual que la mayoría de nosotros, los Sims tienen un presupuesto limitado y con ese dinero, más el que van ganando con su trabajo, han de comprar todo lo necesario para vivir.
Lo habitual cuando un Sim entra a vivir en una casa es que esté vacía. Como su dinero es limitado, hay que pensar lo que realmente necesita, priorizar lo verdaderamente imprescindible, como, por ejemplo, un váter
(con esto ya aprendemos una pequeña lección).
Otra verdad absoluta es que necesitará un lugar en el que sentarse, como un sofá. Y aunque esto no siempre ocurre en la realidad, en el juego cuanto más caro es el asiento, más cómodo y más bonito resulta. Si decidimos comprar uno caro, aunque quizá la inversión inicial sea importante, si este es cómodo y además el personaje disfruta viéndolo en su salón, estar en casa le resultará muy agradable, lo que seguramente redundará en que vaya a trabajar de mejor humor y así quizá a la larga consiga un ascenso, lo que repercutirá en más dinero o simplemente en una vida más feliz.
En Los Sims todo va mejor si eres feliz (esto me suena de algo) y la base de la felicidad en ocasiones son las cosas más sencillas, como estar cómodo en casa, comer bien o escuchar música que te gusta.
No puedes leer todos los libros de la biblioteca
La vida también es corta en Los Sims, así que aprovechar el tiempo es una idea genial y necesariamente hay que elegir un camino. Si el deseo de tu Sim es llegar a ser escritor, tendrá que comprarse un ordenador y empezar a escribir, centrándose en eso y seguramente dejando de hacer muchas otras cosas.
No tienes tiempo para desarrollar al máximo las habilidades que necesitas para ser astronauta y para ser una leyenda del ajedrez puesto que son actividades muy distintas. Como también lo son las de un vidente de fama internacional y las de una superestrella del deporte. O las de un político y un ladrón… (mmm, ejem).
Disfruta de lo que tienes
En el juego también hay cosas muy diferentes a la vida real tales como los trucos para obtener dinero al instante: marcando una determinada combinación de teclas, se ingresan en tu cuenta 50.000 simoleones (la moneda oficial del juego), que en la vida real equivalen a unos 50.000 euros.
A partir de entonces ya no tienes que preocuparte del dinero. Puedes comprar una casa más grande o ampliar la que ya tienes, puedes adquirir cualquier cosa, o casi. Porque para un Sim es tan importante que su casa sea bonita como conocer a gente, amar, comer, dormir o ir al baño. Es por esto que en este juego el dinero tampoco te garantiza ser feliz.
Para organizar una gran fiesta en Los Sims no se necesita mucha pasta ni una sala con focos de discoteca, enormes televisores y una mesa de DJ, solo buen rollo, invitados divertidos, un radiocasete de 20 simoleones y saber apreciar lo genial que es todo eso.
La vida es un juego
En Los Sims no hay ganadores ni récords que batir, se trata simplemente de vivir la vida lo mejor posible: no hay fórmulas mágicas ni infalibles. Y quizá esté ahí la enseñanza fundamental que podemos sacar del juego. Simplemente vive tu vida, persigue tus sueños y disfruta.