La multitarea, los contratiempos del día a día, prometer a los demás cosas más allá de nuestras posibilidades, el tráfico, la violencia verbal en los transportes públicos, los vecinos, la familia, las noticias… Tantas y tantas cosas que pueden sacarnos de quicio…
… En ocasiones sucede que una nimiedad acaba por hundirnos en la autocompasión, y consideramos que ha llegado el fin del mundo (al menos del nuestro).
Urge tomar el control…
No añadir miedos, «podría ser», «si fuera…»
Hay que tomar las decisiones que uno crea conveniente: ¡la que sea!
Sin importar lo que piensen los demás. Es nuestro problema y hacemos lo que pensamos que tenemos que hacer.