Assaf Biderman, director del Senseable Cities Lab del MIT, decidió trazar un atajo para que las bicicletas se conviertan en un medio de transporte mejor en las ciudades grandes. Biderman emprendió el camino de la sencillez y pensó que lo fácil era convertir el parque móvil ciclista en un universo de bicicletas eléctricas. ¿Cómo? Con un sencillo cambio de rueda.
La Copenhagen Wheel es exactamente eso, una rueda. También es todo lo necesario para convertir cualquier bicicleta en un vehículo eléctrico con 50 kilómetros de autonomía en cada carga y una velocidad máxima de 25 km/h. La rueda, sin embargo, no es solo un elemento motriz. Es también un cerebro que transforma a las bicis en objetos conectados, sociales e inteligentes.
El poder transformador de la creación de Biderman es tal que Copenhague, el paradigma de la movilidad urbana sostenible en todo el mundo, apostó por ella financiando el proyecto en 2009.
A partir de ahí, Senseable Cities Lab dotó a la rueda de siete pequeños ordenadores y doce sensores capaces de reconocer las conductas de pedaleo, de monitorizar los recorridos «y compartir la información de forma anónima» o de «proporcionar servicios de datos que pueden ayudar a que la gente circule por la ciudad de forma más eficiente y con mayor disfrute», cuenta Biderman.
La Copenhagen Wheel se controla desde una app móvil que permite al propietario de la rueda bloquearla o desbloquearla para no se pueda robar. Además, se utiliza para configurar distintos modos de uso y recopilar información acerca de la actividad física del ciclista o para realizar diagnósticos acerca del funcionamiento del dispositivo.
Biderman explica que «muchos lugares han llenado su capacidad en cuanto a número de coches que pueden admitir y los gobiernos locales hacen esfuerzos para reducir el número de coches en las ciudades». Pasarse a la bici eléctrica es tan sencillo como emplear 30 segundos en cambiar una rueda trasera.