Antes de los tuits estaban las coplas

9 de abril de 2015
9 de abril de 2015
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Como los tuits robados y repetidos ad infinitum, las coplas empiezan a ser coplas cuando la gente se las apropia y pierden su autoría. Ya lo dijo Manuel Machado:

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.
(112 caracteres)

¿Quieren un ejemplo que ha llegado hasta la actualidad?

Asómate a la vergüenza
cara de poca ventana
y dame un jarro de sed
que vengo muerto de agua.

Una preciosa copla que el poeta chileno Nicanor Parra ha declarado su favorita en su célebre cuestionario. La cantante Carmen París la utiliza como estribillo en su canción Savia Nueva.

Pero aquí la tienen en una espléndida interpretación de una jarana peruana de los Troveros Criollos.

Ellos añaden una nueva estrofa:
A las orillas de un hombre
bañándose estaba un río,
afilando su caballo
dándole agua a su cuchillo.

El cómico mexicano Chespirito también la usa en un capítulo sobre don Juan Tenorio.

https://youtu.be/BPC55BTvI9c

Y es el arranque con el que el poeta puertorriqueño Juan Antonio Corretjer compone su célebre serenata.

Pero, a pesar del juego de palabras casi surrealista, no piensen que es moderna: hay antecedentes de su uso en entremeses de Ambrosio de Cuenca y Vicente Suárez de Deza allá por el siglo XVII.

La copla ha rolado por los países, por los siglos, entre los autores y, ya desde hace mucho, pertenece al pueblo.

Las coplas de arte menor son un género poético muy popular en España y Latinoamérica. Las vendían los ciegos en las plazas: «copla vendida, copla bebida», aforismo de otros tiempos, coplas muchas de ellas machistas, que serían políticamente incorrectas hoy, y que circulaban de boca en boca, de grupo en grupo, de tasca en tasca…

Mi mujer y mi caballo
en un dia se me han muerto.
¡Qué mujer ni qué demonio!
¡Mi caballo es lo que siento!

No es difícil hacer el espejo ajustando el género:

Mi marido y mi caballo
en un dia se me han muerto.
¡Qué marido ni demonio!
¡Mi caballo es lo que siento!

Utilizadas siempre para criticar al poder, como en tiempos de Carlos II, el Hechizado, al que se suponía que su debilidad física, y la tardanza en aprender a hablar y caminar provenían de algún maleficio.

El príncipe, al parecer,
por lo endeble y patiblando,
es hijo de contrabando,
pues no se puede tener.

Por supuesto la crítica a los políticos se redobla en la actualidad y, además, las coplas circulan por las redes sociales por lo que su difusión y su proceso de popularización es más rápido. Así fue con la que provocó la ira –llegando a denuncia ante a la Policía (?)– por parte de Fernando Manzano, presidente de la Asamblea de Extremadura, al que no le hicieron ninguna gracia las «coplas del chófer» creadas por una tuitera:

Al sobrino de mi tío
lo enchufo de chófer mío
y a los extremeños timo
a mi primo me lo arrimo…

Seguramente no ganaría el concurso de poesía ‘El Vuelo de la palabra’ del ayuntamiento de Badajoz pero fue suficiente para sacar de sus casillas a los políticos locales.

Pero volvamos a las coplas que están compuestas de tres o cuatro versos con forma de:

  • Romance
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    ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ a
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    ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ a
  • Seguidilla
    ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆
    ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ a
    ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆
    ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ a
  • Redondilla
    ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ a
    ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ b
    ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ a
    ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ ▆ b

Hay desde coplas de versos pareados hasta de diez versos o más. La métrica en ellas puede variar entre regular e irregular, y la rima puede ser asonante o consonante.

La picaresca popular refiere como coplas muchas otras composiciones alejadas de los tres modelos anteriores.

Dios le dé salud
al picaronazo
que mató la luz.

Pero si hace falta que sea en octosílabos se hace:

Cuando uno quiere a una
y esta una no le quiere,
es lo mismo que si un calvo
se encuentra en la calle un peine.

En México están más asociadas al amor que en España:

Un beso te quiero dar,
pero de fijo no sé
ni cuándo lo he de empezar
ni cuando lo acabaré.

Aunque los mexicanos, como el resto de hispanohablantes, también las usan con otros fines:

Señores, ya no les canto.
Ya me duele la garganta.
Será porque no me han dado
de esa agüita que ataranta

Pero la crítica política, el dolor y los cambios sociales también han sido recurrentes en la copla. Rafael Alberti disertaba así sobre el «Sentido revolucionario de la copla popular» según una crónica del diario El Sol en julio de 1933.

Alberti…estudió todas las fases del lenguaje, y considera como su principio al grito. Cree indudable ciertas influencias de tipo económico en él…El hombre canta y canta al mismo tiempo que trabaja. Paralela a la poesía culta, a la poesía elaborada por la clase dominante, se desarrollan los cantares. Estos, en su mayoría, nos vienen de poetas anónimos que por su aislamiento geográfico a veces, su imposibilidad económica de asimilar y conocer la cultura nacida en las ciudades, se estancaban en ese arte menor de la copla. Ella, mejor que nadie, ha registrado toda la vida nacional, todos los dolores de las clases oprimidas, en sus oficios, en sus empleos, en sus profesiones, en la intimidad de la familia, en sus alegrías, en todas sus reacciones como ser humano, en sus participaciones históricas. Mineros, pastores, marineros, soldados, anarquistas, mendigos, encarcelados, descreídos, contrabandistas, nos dejan expresados los horrores de su vida. Pero la copla no se para; sigue el proceso de los que crean. El despertar revolucionario de la conciencia de clase de proletarios y campesinos empieza ya a cantarse por los campos, calles, plazas y tabernas.

Al final leyó algunos cantares, entre ellos uno de la época anarquista andaluza del siglo pasado, que dice:

Tengo los zapatos rotos
de subir a la azotea
para ver si veo pasar
al valiente Salvochea

Fue muy aplaudido al terminar.

 Imagen de portada: Kamira/Shutterstock

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