Cuando el nombre de un territorio puede levantar ampollas

Hay una especie de mito muy extendido acerca de los escasos conocimientos de geografía internacional del estadounidense medio. Eso de que piensan que España está en África (que tampoco es que esté muy lejos) o que son incapaces de colocar Ucrania en un mapa (habría que ver cuántos españoles pueden hacerlo). La cuestión es que parte del mito sí es cierto, pero no es exclusivo de ellos. El problema llega cuando ese tipo de errores genera campañas ciudadanas enormes o, incluso, choques diplomáticos. Y eso ha ocurrido.
Hace poco más de un año, el 19 de abril de 2013, EE UU estaba volcado en entender qué había pasado por la cabeza del terrorista Tsarnaev para cometer el atentado de Boston. Y, en plena fiebre patriótica, con los datos y las revelaciones apiñándose, un error fue repitiéndose de forma tozuda en los medios estadounidenses: que era originario de la República Checa. Y no.
La cosa es que República Checa se escribe en inglés (Czech Republic) de forma muy parecida a Chechenia (Chechnya). Pero claro, no es lo mismo. Una es un país tranquilo, estable, en el corazón de Europa, y lo otro es una república caucásica a caballo entre la influencia rusa y el terrorismo islamista. Entre ambas hay 2.600 kilómetros de distancia, ahí es nada. Pero en EE UU no todos lo sabían y, dado el tema que era, el error provocó incluso que el embajador checo en el país se decidiera a publicar un comunicado sacando de dudas al pueblo americano:

Como muchos, me he sentido profundamente impactado por la tragedia que ha tenido lugar en Boston a principios de este mes. Fue un triste recordatorio del hecho de que cualquiera de nosotros puede ser víctima de violencia sinsentido en cualquier momento y en cualquier lugar.
Cuanta más información sale a la luz sobre el origen de los supuestos responsables, más me preocupo al observar en las redes sociales una desafortunada confusión al respecto. La República Checa y Chechenia son dos entidades muy diferentes: la República Checa es un país europeo, y Chechenia es una parte de la Federación Rusa.
Como el presidente de la República Checa hizo llegar al presidente Obama en un mensaje, la República Checa es un socio activo y de confianza para Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo. Tenemos la determinación de permanecer junto a nuestros aliados a este respecto, no tenemos ninguna duda de ello.
Petr Gandalovič
Embajador de la República Checa

Tiene tela que un embajador tenga que hacer algo así, ¿verdad? Muchos medios se hicieron eco del hecho, especialmente aquellos que posiblemente no lo necesitaban porque cabe suponer que su audiencia no tendría dudas al respecto, como Time o Foreign Policy.
Pero los errores no acaban ahí. En Columbia hay una plataforma social emergente (con 25.000 personas en Facebook y unas 4.000 en Twitter) llamada ‘Colombia, not Columbia’, como forma de reivindicación: muchos medios, personajes y celebridades estadounidenses suelen bautizar al país latinoamericano con el nombre del distrito de la capital de EE UU. Y no, claro. Aquí las diferencias y la distancia son, si cabe, mayores.
Ellos mismos comparten montones de fotografías y capturas del error, bastante recurrente en el mundo angloparlante, no solo en EE UU.
cnn
espn
mail
virgin
La chanza les da para tanto que, además de sus legítimas reclamaciones, hacen negocio vendiendo merchandising. Desde camisetas como las que encabezan este artículo hasta tazas, pulseras y demás.
merchandising
En EE UU también tienen sus propios líos, hechos casi a posta para desconcertar a los extranjeros. Y, adivina, justo en Columbia. ¿Cómo es posible que la capital del país esté en una punta y, en la otra, haya un Estado que se llame igual? La cosa es que la capital se conoce como ‘Distrito de Columbia’, nombre original en honor de Cristóbal Colón y con consideración distinta al resto de ciudades (como nuestra Ceuta y Melilla, salvando las distancias), pero… claro, siempre es mejor bautizarla en honor a Washington que a Colón, ¿no te parece?
En Europa también hay disputas nominalistas de este tipo, y no son baladíes. En Grecia, por ejemplo, no aceptan que Macedonia se llame Macedonia. «República de Macedonia» aún tiene un pase, y «FYROM» (por sus siglas en inglés, traducido, ‘Antigua República Yugoslava de Macedonia’), mucho mejor. Pero Macedonia no. No es que Grecia quiera anexionarse Macedonia, sino que no quieren que tengan el mismo nombre que tiene una de sus regiones, donde más voto nacionalista hay.
¿Por qué? Es una disputa histórica que se remonta a tiempos de Alejandro Magno, eso por una parte, y por la otra una reivindicación nacionalista que el partido filonazi Amanecer Dorado ha comprado: Macedonia es griega, y ese país que se busque otro nombre, que este ya estaba cogido (más o menos, por explicarlo rápido). La cosa tiene su importancia, porque Grecia ha bloqueado la posible adhesión de Macedonia a la UE hasta que no cambien su nombre, así que…
Los españoles también sabemos un poco de esto, no en vano en los albores del colonialismo bautizamos un buen número de ciudades de todo el mundo con los de nuestras propias ciudades. La Valencia venezolana, el Santiago chileno, el Cádiz filipino… así cualquiera se confunde.
Visto lo visto, imagínate el susto mayúsculo que se darían unos cuantos estadounidenses hace unos años cuando Rusia empezó a invadir Georgia. El país, claro, no el Estado, que también comparten nombre.
 

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Patrick Thomas

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