Cree la escritora Roser Amills que le damos tanta importancia al culo porque no nos lo vemos. Lo piensa ella, que lo ha plasmado en numerosas escenas de sus novelas y que hizo una serie fotográfica mostrándolo furtivamente en baños públicos.
Ese misterio que provoca el tenerlo detrás, lejos del reflejo permanente en el espejo, le da un toque de exotismo. Añadiendo la inevitable erótica que le prestan los juegos sexuales o la sugerente forma que esculpe en la anatomía humana, podríamos afirmar que es una de las partes del cuerpo más intrigante y provocadora de las personas.
Además, no hay dos iguales. Esa obviedad es la que están tratando de expandir Frederique Marseille y Emilie Mercier, las creadoras del proyecto 1.001 fesses (1.001 culos, en francés).
Para estas dos fotógrafas canadienses, la belleza de cada culo femenino es digna de retrato. No importa la edad, la forma, el color o la posición. Todos rezuman esa preciosidad de lo auténtico. «Sencillo, pero perfecto», parecen decirnos las nalgas cuando se aplastan asimétricas en una silla o cuando se contraen en una postura distinta a la habitual. No hacen falta piruetas ni maquillaje para mostrar la grandiosidad de un culo. Ni siquiera el escenario está diseñado con esmero. Solo existe esa esférica región del atlas fisiológico para enfrentarse al objetivo.
«Descubrimos mediante amigos, madres, medios de comunicación y nosotras mismas que el trasero es quizás la parte menos amada del cuerpo femenino. ¡Es difícil encontrar a una mujer que realmente lo ame y abrace!», cuentan las responsables del proyecto por correo electrónico.
Disparando con cámara analógica y buscando modelos de forma voluntaria, estas dos amigas pretenden tejer un poema visual formado por culos de pie, tumbados, en la naturaleza o en el interior de un lago. Consideran «suave y sensual» al culo, otorgándole el protagonismo principal: ninguna de sus fotografías enseña la cara ni prioriza otra parte del cuerpo.
Desde que se conocieron en Montreal a los 12 años, ambas artistas han visto sus propios cuerpos cambiar. Y han ido apreciando las inevitables modificaciones que provoca la edad. Manchas, arrugas, flacidez: el proceso natural del cuerpo no tiene por qué ser algo que ocultar. «A nosotras tampoco nos gustaban las estrías o la celulitis y pensamos que sería una buena idea abordar ese complejo con el fin de ayudar a los demás. Tenemos que empezar a amar nuestros cuerpos y tener un poco de humor», comentan para describir el origen del proyecto, en 2014.
Entonces pensaron en tratar este asunto de forma desexualizada. Que a la retina solo le llegara lo sensible. Lo onírico. «La sexualidad es algo hermoso cuando se hace con respeto, ¡pero el cuerpo también es muchas otras cosas! Es importante recordar que, como mujeres, también somos hermosas fuera del sexo», sostienen, distinguiéndose así de la moda de fotografiarse uno mismo los glúteos. Fenómeno conocido como belfie (la unión de butts o nalgas y selfie), que tienen en las hermanas Kardashian sus máximas exponentes.
Un día montaron un grupo privado en Facebook detallando el proyecto y pronto empezaron a recibir peticiones para posar. Era cuando se ponían en contacto con ellas y decidían el lugar. Y esto les ha hecho viajar por Francia o Suiza, además de su país natal.
Al principio las acusaban de sacar solo a chicas blancas menores de 30 años. Una recriminación cuya respuesta salía fácil: era el tipo de mujer que les pedía retratarse. Un vistazo a su portal muestra que, aunque predomine ese modelo, han logrado cierta diversidad. «Queremos que cada sesión sea un ritual de acercamiento al otro, una experiencia única», arguyen.
«Los culos son más divertidos que los pechos o la vagina. Son menos sexuales y, como no son completamente frontales, hay un poco de intriga a la hora de mirar. Además, son una parte del cuerpo que todos compartimos. También hombres. Y, con tanta diversidad, hace que sea agradable verlos juntos en las fotografías», continúan, haciendo hincapié en la confidencialidad: «Finalmente, se puede respetar el anonimato de los modelos ya que siempre se ven desde atrás. Pero ¿sabes qué? Nunca pensamos en todo eso en primer lugar, ¡realmente solo queríamos ver todo tipo de pompis!».
Esa improvisación excluyó a los hombres sin motivos de peso. «No tenemos modelos masculinos porque queríamos explorar las ceremonias entre mujeres. Y los encuentros son muy especiales. También podríamos hacer un proyecto con hombres en el futuro, ¡pero sería un tema completamente diferente! ¡1.001 Fesses trata de la sensibilidad del cuerpo femenino!», ríen.
Las reacciones vinieron de todos lados. «¡Recibimos tantos comentarios geniales de mujeres… y hombres! Creo que la gente está tan sedienta de ver proyectos como estos… De ver cuerpos reales, autenticidad, sensibilidad y arte», reflexionan. «Algunas personas todavía no lo entienden y se quejan en las redes sociales, pero no queremos luchar. Quizás nuestras ideas no lleguen a todos y está bien: ¡esto es parte del arte!».
¿Hay culos mejores que otros? «¡Todo el proyecto tiene como fin demostrar que no!», contestan. «Cualquier cuerpo es magnífico, dependiendo de cómo los muestres y siempre que dejes que el modelo se sienta bien y libre. ¡Fotografiamos mujeres de 80 años y eran tan hermosas! La diferencia es lo bello, todos los pequeños detalles que todos llevamos. ¡Queremos diversidad!», arengan las fotógrafas, que consideran que «somos muy duros con nosotros mismos».
«¿Y para qué? ¿Hay alguna buena razón para odiar nuestros cuerpos? ¿Odiarnos?», cuestionan, «no sé por qué hacemos eso. ¿Para ser perfectos? Es muy extraño, vivimos una era de avances y necesitamos ser un poco más cariñosos con nosotros mismos», evalúan.
«No nos gusta pensar en las mujeres como víctimas. Los hombres también están bajo mucha presión, pero en diferentes temas. ¡Todos estamos bajo mucha presión en todos los aspectos de nuestras vidas, como si no pudiéramos simplemente cuidar, amar y relajarnos! La autenticidad y la afirmación son las claves, creemos, para sentirse mejor», zanjan Marseille y Mercier.
«La belleza es ser real, ser fiel a ti mismo, seas como seas. Incluso si no eres fuerte ni poderoso», sentencian. «Incluso si significa aceptar que eres vulnerable, roto, raro, diferente. ¡La diferencia es belleza!».
No he leído nada, solo quería ver los culos
Antropológicamente los hombres hemos tenido una obsesión por los culos , no por perversión sexual sino porque un culo grande era garantía de un parto exitoso; con los avances de la ciencia ,nos olvidamos de eso ,pero milenios de ver culos,no son fáciles de olvidar de nuestra memoria ancestral. Bueno con este interesante post,tenemos un nuevo ángulo de ver los culos.gracias