El artista visual keniano Cyrus Kabiru diseña psicodélicos pares de gafas con basura proveniente de aparatos electrónicos en una colección a la que ha llamado C-Stunners. El artista, que también pinta y esculpe, convierte los desechos que encuentra por su barrio de Nairobi en gafas esculturales que él mismo viste, a medias entre el arte y la performance.
El teclado de un ordenador, cintas de casete, placas madre de ordenadores, altavoces… se convierten en sus manos en monturas imposibles que, además, reciben nombres cargados de ironía que a menudo hacen referencia a su origen. Cyrus lo tuvo fácil para encontrar material, ya que en su barrio se acumulaba gran parte de la basura de Nairobi. Por ejemplo, unas gafas hechas con una placa madre o motherboard se llaman The fatherboard, y una pieza proveniente de unos altavoces recibe el nombre de Big Mouth.
A medias entre la metáfora y el humor, Cyrus considera que ver a alguien vistiendo sus gafas sirve como «terapia» a aquel que tenga un día triste o se sienta estresado. También le gusta la idea de dar una segunda vida a esos objetos, una diferente a aquella para la que fueron diseñados. Gracias a esto, esa basura «permanecerá otros cien años a partir de ahora», explica.
De pequeño le gustaban las gafas reales. Pero su padre nunca quiso proporcionarle unas, y le sugirió que se fabricara unas propias. Quizá por eso para él la posesión de unas gafas suponga un triunfo que celebra dándoles una apariencia llamativa y lúdica.
La basura proveniente de los aparatos tecnológicos tiene un componente añadido de desolación. Su origen es el progreso; antaño, esas piezas pertenecieron a aparatos que pretendían enriquecer la vida del hombre. Pero, una vez terminada su vida útil, se convierten en la basura «más peligrosa», la que más puede «estropear» los países y los continentes, como reflexiona el artista. «Necesitamos pensar cómo podemos parar de crear más placas madre. Necesitamos reciclarlas», pone como ejemplo. Para conseguirlo, dice que es necesario «cambiar nuestra mentalidad y ser creativos». Y para visualizar la realidad desde una nueva perspectiva, nada mejor que mirar el mundo a través de unas C-Stunners.
Cuando era más joven, los adultos le consideraban un mal ejemplo: asustaban a sus hijos diciéndoles que, si no se esforzaban, acabarían como Cyrus. Él no tiene estudios, pasaba los días dibujando o haciendo esculturas en su casa. Dice que tampoco tiene «lunes ni domingos». No conoce las rutinas: si quiere visitar a alguien, trabajar o hacer la compra, lo hace cualquier día a cualquier hora.
Hasta hace poco, su familia no sabía que era artista. De hecho, su abuela sigue intentando encontrarle un trabajo. Cuando Cyrus dejó Nairobi para dar una charla TED, quisieron saber qué hacía y buscaron su nombre en internet. Solo entonces su hermana le envió una solicitud de amistad en Facebook en la que, además, le animaba a seguir trabajando, según él mismo relata en una entrevista concedida a TED. La gente de Kenia no entiende su arte, y por eso vende sus piezas sobre todo a los turistas. Muchos visitan su estudio tras leer información sobre él en internet.
En su web, se define como un artista «individualista» y autodidacta que sigue su propio camino. Confiesa que no le gusta la gente y que es un poco rebelde e incluso a veces grosero. Tras esa rígida faceta, se esconde una sensibilidad sin límites hacia su trabajo: «no podría vivir sin hacer lo que hago. Sin arte no hay vida».