—¡Uy, qué cara de cansada traes, vecina! ¿Va todo bien?
—Estoy agotada. Llevo un día…
—¿Por qué? ¿No estabas de vacaciones esta semana?
—¡Sí, sí, vacaciones! Si lo llego a saber, renuncio a ellas.
—No será para tanto, mujer.
—¿Que no? Llevo toda la mañana de acá para allá: que si acompaño a mi madre al cardiólogo, que si tutoría en el cole de Álex, que si vete a Hacienda a ver qué pasa con lo mío, que si vete al súper a hacer la compra…
—Pues no sabes lo mejor. Han convocado una junta de vecinos a las ocho para elegir el color de las paredes de la escalera. Y tienes que venir, necesitamos tu voto.
—Pues, mira, paso. Por mí, como si las pintan de fucsia. Yo ya no doy más de sí.
Hay días que se alargan tanto que te dejan el cuerpo con ganas de pedir «Déjame descansar hasta que consiga que me deje de gustar todo lo que engorda». Ya sabéis, esos días en los que no te ves capaz de conjugar ningún verbo en futuro porque tus fuerzas acaban ahí. Cuando llegamos a ese extremo en el que ya no podemos con la vida y que lo único que queremos es llegar a casa y clavar el culo en el sofá para no moverlo hasta que se nos duerman las nalgas, es lo que se traduce como «no dar de sí». A no ser que seas autónomo, madre o las dos cosas a la vez (lo suyo sí son superpoderes y no lo de Superman), y lo transformes en positivo («dar de sí»)
Y ahí está el quid de la cuestión. Porque se nos olvida con frecuencia que, por muy locución reflexiva y frase hecha que sea, no deja de ser eso, una frase. Y como tal, debe respetar la ley de la concordancia. En este caso, el sujeto debe concordar con el pronombre reflexivo.
Así que entendemos que la pobre vecina esté hasta los ovarios de tanto ajetreo, pero para haber rematado la faena con oreja, rabo y vuelta al ruedo, debería haber expresado su cansancio con un «No doy más de mí».
Ahora bien, cuando ese dar de sí tiene el significado de «ensancharse, extenderse» hablando de prendas de vestir, (Ana ha dado de sí todos sus jerséis) entonces es invariable. Olvidaos de hacerlo concordar con nada que no sea el sentido común. Y pensad en ahorrar para comprar uno nuevo o, ya que estamos en estas fechas tan entrañables, pedídselo a Papá Noel.