La importancia de tener o no tener un váter

19 de noviembre de 2020
19 de noviembre de 2020
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Solo nos damos cuenta de su valor cuando nos entra el apretón en mitad de la calle y no encontramos un baño cerca.

Cada 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Retrete para crear conciencia sobre los 4.200 millones de personas, más de la mitad de la población mundial, que carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura. Según datos de Naciones Unidas, el 40% de la población mundial (3.000 millones de personas) no dispone de instalaciones donde lavarse las manos con agua y jabón en sus hogares.

«Se trata de adoptar medidas que permitan dar respuesta a la crisis de saneamiento mundial y lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6, cuya finalidad es garantizar la disponibilidad de agua y saneamiento para todos de aquí a 2030», según explica la ONU desde su web.

día mundial del retrete

No disponer de un saneamiento adecuado provoca que 297.000 niños menores de cinco años mueran cada año debido a enfermedades diarreicas causadas por las malas condiciones sanitarias o agua no potable. Las cifras son impactantes. De ahí la importancia de señalar un día para tomar conciencia sobre algo que desde Occidente no tenemos tan valorado, como es un cuarto de baño en condiciones.

Además de las razones humanitarias, nos topamos también con la ecología. Bajo el lema Saneamiento sostenible y el cambio climático, la ONU pone de relieve la importancia de los inodoros para mantener el equilibrio ecológico del planeta.

¿Qué tiene que ver el cambio climático con los retretes? Más de lo que pensamos. Salvo que seas negacionista (en ese caso damos por perdida la causa), es evidente que el clima en este planeta está empeorando. Inundaciones cada vez más frecuentes y destructivas, largos periodos de sequía (la ONU estima que para 2050, hasta 5.700 millones de personas podrían estar viviendo en áreas donde el agua es escasa durante al menos un mes al año, y se creará una competencia sin precedentes por los recursos hídricos), calentamiento global que provoca la subida del nivel del mar…

Todas estas condiciones afectan al funcionamiento de los sistemas de saneamiento, sobre todo sin son rudimentarios, ya sean inodoros, fosas sépticas o plantas de tratamiento de aguas residuales. Las inundaciones, por ejemplo, pueden contaminar los pozos de agua potable, dañar los inodoros y esparcir la mierda tanto a grupos de población como a cultivos alimentarios. Y ya sabemos lo que pasa cuando ingerimos caca. Según datos de Naciones Unidas, el 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas ni reutilizadas.

Pero no se trata solo de tener una taza de váter donde aliviar las necesidades –porque a la hora de mear o cagar, cualquier agujero es trinchera– o un lavabo donde poder lavarte las manos con agua limpia y potable, sino de que esos baños sean sostenibles. «Las aguas residuales y los lodos de los inodoros contienen recursos valiosos como agua, nutrientes y energía. Los sistemas de saneamiento sostenible hacen un uso productivo de los desechos para impulsar la agricultura de manera segura y reducir y capturar las emisiones para obtener energía más ecológica», recuerdan desde Naciones Unidas.

Hablamos de váteres que sean capaces de retener lo que sale de nuestros cuerpos, pero dentro de un entorno seguro, accesible y, sobre todo, digno. Y de almacenar esos residuos en un tanque para su transporte y vaciado, o bien un buen sistema de tuberías que los hagan llegar hasta las plantas de tratamiento de aguas residuales, para ser tratadas, eliminadas de manera segura o reutilizadas si es el caso. «La reutilización segura de desechos humanos ayuda a ahorrar agua, reduce y captura las emisiones de gases de efecto invernadero para la producción de energía y puede proporcionar a la agricultura una fuente confiable de agua y nutrientes», recuerdan desde la ONU.

PROBLEMAS DEL PRIMER MUNDO

Tenemos el privilegio de vivir en un país donde lo de satisfacer nuestras necesidades fisiológicas en nuestras casas viene de serie. Pero el problema surge cuando salimos de ellas y las ganas de plantar un pino o de aliviar la vejiga te pillan en la calle. Ahí la cosa se pone algo más fea y complicada, por eso la importancia de los baños públicos.

Lo de mear en la calle no solo es una marranada, sino que además puede afectar seriamente al bolsillo. En Madrid, por ejemplo, las multas por orinar en la vía pública oscilan entre los 751 euros y los 1.500, si se es reincidente. Mejor aguantarse hasta encontrar un lavabo que presumir de haber hecho la meada más cara de tu vida.

Hubo un tiempo en el que se podían encontrar este tipo de aseos en las calles de las grandes ciudades. Solían ser subterráneos y estaban atendidos por personas, mayoritariamente mujeres, que se encargaban de su limpieza y mantenimiento a cambio de una pequeña aportación económica por parte del usuario disfrazada de propina. Hoy aún quedan en ciudades como Pamplona, donde algunos grupos políticos abogan por su renovación y otros, por su cierre definitivo a medida que el personal que los atiende se jubile, para sustituirlos por baños autolimpiables.

Foto: Julia Kuznetsova – Shutterstock

Madrid, por ejemplo, optó por instalar estos últimos en determinados puntos. Para ello, se le dio la concesión a empresas como Clear Channel, a cambio de que estas se encargaran de su instalación y mantenimiento. Se empezó por lugares céntricos y con los años se han ido extendiendo a otros barrios.

Pero la pandemia del covid, además de lo que ya sabemos (y sufrimos todavía), ha traído otro problema con el que no contábamos. Si estabas fuera de casa y necesitabas ir al baño, lo más fácil era entrar a un bar, un centro comercial o una cadena de restauración rápida y usar el suyo. Pero con las medidas higiénicas decretadas para prevenir el contagio del virus y otras como la limitación de horarios, si no el cierre completo de la hostelería, lo de entrar al bar de Manolo a hacer pis ya no es posible.

Ese problema lo viven ahora en ciudades como Barcelona, donde el cierre de su hostelería ha puesto de relieve la falta de aseos públicos en toda la urbe, pero en especial en el centro. Tampoco es posible hacerlo en los baños autolimpiables como los de Madrid, ya que este Ayuntamiento los ha clausurado para evitar la propagación del virus y ante la inviabilidad de contratar personal que se encargue de desinfectarlos cada vez que se usan.

Solo queda una solución: salir de casa con los deberes hechos y contribuir a mantener limpias las calles. Si no lo haces por civismo, piensa en tu economía.

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