Dime cómo te llamas y te diré quién eres

Un nombre propio, así por sí solo, sirve básicamente para tareas muy personales: Que puedas rellenar los espacios en blanco del pasaporte, que te lo escriban en la camiseta el día que juegues en primera división, o para que tu madre lo pronunciara completo los domingos cuando aún no habías abierto el ojo a las tres de la tarde. Sin embargo, un recuento de nombres propios, en suma, no tiene una finalidad tan baladí como el simple hecho de mentarnos los unos a los otros y los juanes a los joses. Un nombre repetido puede revelar las tendencias, gustos, tradiciones, similitudes y diferencias entre las culturas de cada rincón del mundo.
Un usuario de Reddit llamado xyuksr (cuyo apelativo no tiene pinta de ser de pila) quiso reflejarlos en un mapa así, como una extensión individualizada de las tradiciones nacionales. La base de su cartografía parece estar tomada de este artículo de Wikipedia en la que se han utilizado más de 144 fuentes para hacer la lista. A partir de esa información, xyuksr ha fronterizado los apelativos masculinos del planeta tomando como parámetro temporal (aproximado) la última década de la historia.
Algunos de los resultados del mapa adelantado por Vox, aunque no anecdóticos, no son tan esclarecedores en cuanto a la genética de los estados. Por ejemplo, el hecho de que en España el más utilizado desde el año 2000 haya sido Daniel no quiere decir demasiado si lo comparamos con los que venían monopolizando históricamente esta lista hasta llegar a la década de los 60, que obviamente eran Josés, Antonios y Manueles. Como le corresponde a una sociedad cristiana al uso. Sin embargo, el estudio sociológico derivado de estos nombres en muchas de las demás regiones del mundo son sin duda altamente reveladores.
Según desglosa la revista, Latinoamérica es una región del mundo predominada por Santiagos, un nombre cuya etimología posee una trayectoria sorprendente, ya que comenzó siendo Yaakov (en hebreo). De ahí sus mutaciones pasaron por convertirle en Iacobus (forma que adoptó al traducirlo al latín), y posteriormente Giacobo gracias al italiano. De ahí pasó  ha engendrar en nombre Giacomo en italiano moderno e incluso es el origen del James Inglés.
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El español fue el único que hizo retroceder las derivaciones del sustantivo y lo devolvió a Iacobus para después convertirlo en Jacob. Como el tipo era santo, era San Jacob, o Santo Yago. Lo que de resultado final dio Santiago. Precisamente así se llamaba uno de los patrones españoles más importantes en la conquista de las Américas (Santiago el Mayor), y  precisamente, ése es el nombre mas popular en México, Venezuela y Colombia además del que poseen muchas ciudades latinoamericanas como Santiago de Chile.
Una tendencia está sin duda por encima de las demás en cuanto a número de tocayos: Mohammed, que significa Mahoma (nombre del profeta de los musulmanes) es masivamente predominante en todos los países que profesan la religión islámica desde Oriente Medio al norte de África. Además es también el más popular en lugares con la misma religión como Tayikistán, Malasia, o Mali, aunque en este último caso se escriba con la derivación del idioma local (Mamadou). Lo más sorprendente es que, debido a la migración, incluso fue el nombre que más niños se llevaron al DNI en ciudades como Bruselas (en 2008), o Londres (en 2009).
Los rusos tienen un vicio parecido con el nombre Alexander, aunque en este caso la tendencia es nacionalista y no religiosa, y por eso se queda dentro del país. Ése era el nombre de los tres emperadores rusos durante los siglos XVIII y XIX.
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Solo esa diferencia ya nos habla de derivas histórico-culturales como la fuerte promoción que la comunidad islámica (Umma al-Islamiya) ha hecho a lo largo de su historia para compartir un vínculo internacional entre todos los seguidores del Corán.
Algunos países musulmanes como Irán y Azerbaiyán se salen de la norma. Una lógica que, si queremos analizar, nos lleva a descubrir las diferencias entre los países islámicos que siguen la rama chiita de la religión. Así estos dejaron en un segundo plano el nombre de Mohammed por dar preeminencia a Amir-Alí y Ali, que según su fe sería el heredero como máximo mandatario religioso del profeta (Alí era el sobrino de éste).
Turquía es un caso extraño. Allí predominan los Yusuf (José). Un expediente X al tratarse de un país de mayoría mahometana que ha elegido como predilecto el nombre de un personaje histórico mucho más importante para los cristianos.
¿Y qué podría decir un nombre como por ejemplo Juan Pablo? Por sí solo bien poco. Otra cosa es que lo analicemos sabiendo que este es el más popular en Filipinas. Es decir, un reflejo de la profunda relación del país del sudeste asiático con el catolicismo, religión que los españoles llevaron allí hace 500 años.
El nombre de Georgi habla de ortodoxia cristiana europea por sí solo. El oriente del viejo continente, donde se profesa este tipo de cristianismo, es una región profundamente devota del mártir San Jorge. De ahí la afición de países como Bulgaria, Grecia o Georgia por crear muchos niños como él.
Así, sucesivamente, el análisis de los nombres más populares en cada país y continente nos llevan a vislumbrar no sólo las costumbres sino la historia de casi todas las regiones. Canadá es tierra de Liams, China de Weis y Brasil de Migueles. ¿Coincidencia en gustos? Más bien un fuente excelsa de datos antropológicos.
* (Visto en Vox)
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