Diseñar dados de rol puede que no sea el negocio del futuro, pero se puede vivir de ello

11 de julio de 2016
11 de julio de 2016
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Los dados nacieron entre la tibia y el peroné. La ventaja del astrágalo, como se conoce el hueso con el que se empezó a jugar al azar, era que sus asimétricas caras permitían diferenciar los valores en el juego. Poco a poco, los astrágalos —habitualmente de animales— se fueron alisando y entonces surgió la necesidad de marcar los valores sobre unas caras que habían pasado a ser idénticas.

Los antiguos griegos ya jugaban a los astrágalos y se adjudicaban el invento. Pero si alguien puso una fecha fue Heródoto. Según él, los lidios ya los utilizaban unos 400 años antes de Cristo.

2400 años después

Hace 12 años, Patryk Strzelewicz era un estudiante aficionado a las miniaturas y a los juegos de rol. En aquella época no era fácil conseguir figuras o dados en Polonia que merecieran la pena. Ni siquiera encontrar demasiados amigos dispuestos a jugar. Los dados de los que disponía Strzelewicz y a los que podía acceder desde su país eran simples, apenas moteados con unos puntos que indicaban números. Los básicos. Como el joven se había acostumbrado a pintar miniaturas, dominaba a la perfección su pulso y agarró el pincel.

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Si juegas a rol y a miniaturas y eres mayor de edad, probablemente tu padre utilice ese mantra al que todos recurren, como si existiese una asociación secreta de padres de jugadores de rol preocupados por su futuro y su madurez. Suele ser: «Deja de jugar con muñequitos y ponte a buscar trabajo».

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Si existiese esta asociación mundial contra estos chavales, el padre de Patryck no formaría parte de ella. Para su padre, aquello también era un arte muy respetable y decidió ayudar a su hijo.

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Mano a mano, los dos completaron un primer set de dados rúnicos blancos que pintaron de marrón. El éxito no tardó en llegar. A medida que aumentaban los encargos, Patryk necesitaba más manos, pero todo seguía quedando en casa: sus padres y su hermana fueron quienes le ayudaron a pintar los primeros sets. Hasta que empezaron a participar sus amigos.

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Michal Lisowski, que acabó siendo el director de ventas de la futura empresa y Michal Gortat, que a día de hoy es director ejecutivo, solían frecuentar la casa de Patryk aquellos días más de lo habitual. A lo largo de varios meses, la cocina de Patryk siempre estaba abarrotada de gente, pinturas y dados con los que experimentar nuevos diseños.

El proyecto fue creciendo y hasta obtuvo un nombre: Q-Workshop. Tras asistir a varias ferias tanto en Europa como en América, Q-Workshop se consolidó como una de las empresas más importantes en su sector. La competencia, al menos especializada, es mínima.

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Pero, ¿se puede vivir de diseñar y vender dados? Agnieszka Przychodniak, manager de proyectos, dice que sí. «Resultó ser un nicho de mercado muy amplio. Aprendimos que hay solamente unas cuantas empresas que se ocupan de este producto y que su oferta se centra sobre todo en los dados simples con puntos», explica. «Nosotros, desde el principio, apostamos por los dados diferentes, con más detalles y temáticos. Resultó que una vez perfeccionamos las técnicas de producción, los clientes empezaron a valorar la calidad de lo que les estábamos ofreciendo».

Aun así. ¿De verdad se puede vivir de algo tan específico como los dados de rol? «Pues con toda la red de relaciones comerciales que tenemos en el mundo y con un 90% del producto vendido en Estados Unidos, se puede vivir bastante bien de los dados, aunque sea un producto bastante específico», detalla.

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Q-Workshop funciona tan bien que ahora cuenta con 10 personas trabajando en la oficina de Poznan y unos 40 en una fábrica de la que salen miles de dados a diario. No disponen de tienda física y no les hace falta: todas sus ventas se realizan a través de la web y de Amazon y Ebay.

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Entre su variedad de dados de plástico y metal, los protagonistas son el D6 (de 6 caras) y el D20. No obstante, y gracias al elaborado diseño, cuenta Przychodniak que son muy populares los dados de diseños élficos, «ya que son muy elegantes y al mismo tiempo claros», así como los dados para ‘La llamada de Cthulhu’ «porque el tema del universo Lovecraft sigue siendo muy amplio».

Además, el negocio está intentando abarcar otros productos relacionados con los dados, como cubiletes para guardarlos de cuero, hechos a mano, y bolsas de lino.

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Hoy el diseño de los dados de Q-Workshop no es tan arcaico y artesanal. La empresa cuenta con un equipo de diseñadores gráficos que trabajan en el aspecto de los dados y también realizan los diseños que encargan los clientes más exigentes.

Un dado, una historia

Parece que especializarse en dados no es fácil y cuesta imaginarlo viable. No es un negocio en el que cualquiera se atrevería a invertir. Q-Workshop nació de la propia necesidad de su fundador y la idea funcionó. Desde entonces, el mimo con el que tratan sus dados parte del eslogan «Cada dado tiene una historia que contar».

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«Nosotros, como creadores, podríamos contar miles de historias sobre cómo un diseño llegó a existir, por qué se eligieron estos colores y así. Pero lo que nos importa más es que cuando uno compra los dados y los usa para jugar, estos objetos pequeños empiezan a formar parte del juego», relata Przychodniak.

El vínculo que se crea entre el jugador de rol y los dados llega a ser muy personal porque es un elemento esencial «para imaginar las aventuras, batallas y encuentros y mucho se decide con los dados». De esta idea parte la filosofía de la empresa: la historia del dado es, en realidad, la del jugador.

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