Los diseñadores gráficos y publicitarios son expertos en solucionar lo que no funciona en las empresas de sus clientes. Sin embargo, en ocasiones se olvidan de resolver esos aspectos que no marchan bien en su propio sector de actividad.
Hace más de una década, el American Institute of Graphic Arts (AIGA) detectó que el 93% de los profesionales del diseño eran blancos, una situación anómala que además podría tener consecuencias en su trabajo.
Si el entorno en el que se mueve un diseñador es predominantemente blanco, tal vez no repare en que los personajes de una campaña también lo son. Para él, sería lo normal.
Tampoco reparará en que puede tener ciertos prejuicios raciales. Por ejemplo, si tiene que promocionar rotuladores, tiritas o ropa interior ‘color carne’. ¿Qué carne? ¿Qué color? ¿Las de los diseñadores blancos? Posiblemente sí.
Por ello, más de dos décadas después, AIGA decidió encargar un nuevo estudio. Este, además de las cuestiones raciales, analizaría otros parámetros. Desde la segmentación por sexo a la orientación sexual, la diversidad funcional o disciplinas que hace dos décadas no existían.
Los resultados de esa encuesta fueron publicados a finales de 2016 y no diferían demasiado de los de 1991. El 73% de los diseñadores profesionales estadounidenses son blancos. Los diseñadores negros suponen tan sólo un 3%, un porcentaje ridículo teniendo en cuenta la población negra de Estados Unidos. Su representatividad en el sector del diseño es incluso superado por el de hispanos (7%) y asiáticos (8%).
Para hacer que estos datos resultasen más fáciles de entender, el AIGA encargó a la artista Akene Ijeoma una acción llamada Ethnic Filter. Por medio de una webcam, los interesados podían tomarse una foto.
Un software reconocía cuál era su etnia y la ponía en relación con los datos del informe. Cuanta más presencia tuviera su etnia en el sector del diseño, más nítida se vería su imagen. Cuanto menor fuera la visibilidad, más borrosa. El resultado se puede ver en la imagen de apertura de este artículo.
Aunque la propuesta de Ijeoma partió de AIGA, desde la asociación animan a cualquiera a que interprete de forma creativa los datos. «Estamos deseando ver qué hacéis con los resultados. Explorad los datos y actuad sobre ellos convirtiéndolos en un tuit, en un póster, en una infografía, un microsite, un ensayo o un artículo», dicen desde la asociación.
El estudio Siegel+Gale, por ejemplo, realizó un vídeo con emojis en el que ponían en imágenes el sentimiento que los diseñadores mostraban hacia su profesión. Un 80% reconocía que era feliz en su trabajo. Un dato sorprendente, pero menos que el que arrojaban los cargos más altos del escalafón: el 93% de los jefes de agencias y estudios se declaraba feliz. Por lo que se ve, eso de que las responsabilidades desgastan pasó a la historia, al menos en el diseño.
Los resultados de esta encuesta, en la que votaron casi 8.500 personas, aportan también información sobre los salarios y sus variaciones según género, etnia y sector empresarial. En ese sentido, es interesante ver cómo el diseño estadounidense es una industria sólida.
Los tramos inferiores a 25.000 dólares al año y los superiores a 200.000 son residuales. El grueso de las remuneraciones se concentran entre los 50.000 y 150.000 dólares anuales. Difícil de comparar con la situación española.
Además, esos tramos se mantienen más o menos sin variación independientemente de la raza o el género. Es decir, el 3% de afroamericanos, el 7% de hispanos o el 8% de asiáticos cobran prácticamente lo mismo que sus compañeros de otras etnias en su misma franja profesional.
El problema, sencillamente, es poder llegar a ser un diseñador profesional. Una vez logrado eso, las diferencias casi desaparecen.
A la luz de los resultados, en AIGA tienen claro que el futuro del diseño pasa por acabar con las desigualdades raciales. Por eso son útiles campañas como las de Creative Reaction Lab, una iniciativa que busca concienciar del racismo a través de programas destinados a la juventud.
«La injusticia racial está diseñada, por lo tanto sólo un diseño intencionado puede hacerla desaparecer», afirman desde la web de esa organización, cuyo objetivo es «devolver el poder a las manos de los ciudadanos comunes y no sólo de una élite».
Sea como fuere, lo cierto es que queda mucho trabajo por hacer. Cuando los profesionales del diseño fueron preguntados sobre cómo creían que sería el futuro de su sector, la mayoría respondió con conceptos como «digital», «interactivo» e «innovador». También aparecía «humanista». Nadie apuntó «igualitaria».