En su caso fue al contrario. Existe en el imaginario colectivo la idea de que viajar te abre la mente y hace que te replantees tu existencia. En Europa solemos pensar en el continente asiático como el paradigma del turismo cambiavidas, un lugar tan místico que hace que nos encontremos a nosotros mismos. Por eso llama tanto la atención que alguien haga el mismo discurso en el sentido contrario.
Doon vive en China, tiene 25 años y siempre quiso ser ilustrador, pero no fue hasta hace un par de años cuando un viaje a la exótica Europa le hizo apostar por su verdadera vocación. «Cambió el rumbo de mi vida», asegura. «Cuando volví a China dejé mi trabajo, me entregué en cuerpo y alma a la ilustración, y fundé mi propio estudio». La verdad es que no fue un cambio radical. De pequeño, Doon adoraba dibujar, pero cuando creció decidió darle una pátina práctica a su vocación y estudió diseño de artes visuales. De hecho, explica, esta formación tiene una gran influencia en su estilo actual.
También lo tienen la estética y el folclore chinos. Europa fue la chispa, pero China ha sido la fuente de inspiración de Doon todos estos años. En sus dibujos habla de la situación política, del urbanismo y de los mitos y leyendas del gigante asiático, y lo hace con un estilo autóctono. «Es difícil señalar la diferencia entre la ilustración china y la europea más allá del estilo y la tendencia estética», reflexiona el artista. «En cualquier caso, espero que los ilustradores puedan plantar flores coloridas y únicas en su propio suelo cultural».
Dando por bueno su símil, se podría decir que Doon ha plantado un vergel lleno de flores que revientan en colores flúor. Su obra es prolija y destaca por su cromatismo estridente, casi psicodélico. Su secreto, irónicamente, es la limitación de colores. «Prefiero que no haya demasiados tipos, y opto por usar colores básicos, para recrear un efecto visual lo más rico posible», explica.
[pullquote author=»Doon» tagline=»ilustrador»]Me gusta presentar la tradición china con un lenguaje visual moderno [/pullquote]
La forma en la que presenta sus obras también tiene una importancia insólita. Sus formatos destacan por lo arriesgado. Para Stories of Inmortals, Doon ilustró 286 personajes inmortales de la cultura popular china en un pergamino de dimensiones considerables. En su versión reducida medía ocho metros de largo; en la original, más de trece. «Lo hice al estilo del pergamino tradicional chino», recuerda el artista, «pero mi trabajo es generalmente avant garde y siempre tiendo a mostrarlo en dimensiones, digamos no convencionales».
Aunque la forma es importante, lo más destacable en la ilustración de Doon es el fondo. Cuando dibuja no trata de plasmar una historia, pues, según explica, «la ilustración es una historia en sí misma». Pongamos como ejemplo su serie sobre los inmortales. Doon pasó un año y medio haciendo acopio de material, buceando en las leyendas del folclore chino, eligiendo cientos de personajes y desechando miles. Sus dibujos tienen una lectura subyacente, se apoyan en un material de investigación, no son simples formas agradables.
Sin embargo, es en su serie Beautiful lies donde el mensaje cobra mayor importancia. Cualquiera puede apreciar la belleza de estas letras llenas de vida, el uso del color y la sinuosidad de las formas. Pero hay un mensaje subyacente bajo el primer impacto visual. Estas 12 ilustraciones componen una sátira política basada en la propaganda del gobierno chino. «Si paseas por las calles de China, verás que es omnipresente, llega a todos los ámbitos de la sociedad», explica el ilustrador. «Así que pensé, si no puedo evitar verla, al menos peleemos».
La forma de hacerlo fue retorcer sus mensajes. Esta línea de propaganda responde a una mecánica muy simple: hay 24 carteles, cada cartel representa dos caracteres chinos, su combinación compone una palabra que destaca «un valor socialista determinado». Lo que hizo Doon fue procesar cada uno de estos caracteres y darle una forma tridimensional. A la hora de representarlos fue añadiendo detalles. Manchas de suciedad, billetes de 100 yuanes, lenguas kilométricas… «La idea es realizar distorsiones que finalmente surgieran el significado exactamente opuesto al de las palabras», explica el artista.
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La idea no es criticar tanto los valores que transmiten los carteles sino «la implantación de un valor obligatorio», un pensamiento monolítico que al autor le provoca «asco y dudas». En lugar de tragarse estos sentimientos, Doom los exterioriza en su trabajo, que define como rebelde y burlón. Ante esta actitud contestataria a uno le asaltan las dudas y le vienen a la mente ideas de censura y represión. Pero la realidad no es tan dramática como imaginamos desde aquí. «No es un gran problema expresar tu opinión en la China actual», explica Doom, «se tiene que publicar en las ocasiones o canales apropiados, pero la crítica en mi trabajo es implícita». Pero las ilustraciones de Doom van más allá de la crítica.
Otro de los rasgos distintivos de este artista es mezclar modernidad y tradición. En su serie Su Zhou Garden, representó los elementos de este jardín chino (piedras, agua, plantas, edificios y caminos) como un objeto compacto y antropomorfo. «Estos elementos, a mis ojos, son simplemente como los huesos, sangre, órganos y piel humanos». Doom engloba Su Zhou Garden en su serie sobre la tradición cultural china. «Me gusta presentar la tradición con un lenguaje visual moderno», explica, «para poder resaltar lo interesante que es». Podríamos decir viendo sus dibujos que ha cumplido su función, y que estos invitan a descubrir la historia que hay detrás. Pero entonces uno cae en la cuenta y repasa la frase que dijo antes Doon: «los dibujos son una historia en sí mismos».