Dorothy Lawrence: la periodista que se hizo pasar por soldado para cubrir la Gran Guerra

2 de julio de 2021
2 de julio de 2021
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No está claro si Dorothy Lawrence nació en Middlesex o en Warwickshire. Solo se sabe que su venida al mundo tuvo lugar en Inglaterra. Tampoco se conoce la identidad de sus padres. Aunque ninguno de estos datos son tan relevantes como lo que le ocurrió ya de adulta, cuando Dorothy se convirtió en la única mujer soldado que participó en la I Guerra Mundial. Al menos, de manera oficial.

Los primeros datos que se conocen de Dorothy Lawrence la sitúan en Londres de principios de siglo XX. Cuando aún no había alcanzado la veintena, la joven ya se ganaba la vida como redactora en The Times. 

Al estallar la I Guerra Mundial vio su gran oportunidad profesional: ir al frente para cubrir el conflicto desde primera línea. Por aquel entonces Dorothy no intuía que el hecho de ser mujer iba a penalizarla hasta el punto de no poder cumplir su sueño. Lo comprobó al solicitar un puesto de corresponsal de guerra en varios periódicos londinenses. Ninguno tenía hueco para una periodista.

La joven pensó que si no podía ir como redactora, lo haría como voluntaria. Lo intentó a través la organización sanitaria Voluntary Aid Detachment, pero sin éxito alguno. Dorothy no era de rendirse fácilmente, así que decidió viajar a Francia y buscárselas para alcanzar el frente como fuese. Pero cuando estaba a punto de hacerlo fue detenida por la gendarmería. Antes de regresar a Inglaterra hizo escala en París, donde se le ocurrió el plan definitivo.

Para ponerlo en marcha contó con la colaboración de un grupo de soldados británicos. Estos le consiguieron un uniforme y la ayudaron a convertirse en el soldado Denis Smith. Para ello fue necesario un corsé con el que disimular sus formas femeninas, unas hombreras para ensanchar su espalda, un buen rapado de pelo y una solución a base de desinfectante para oscurecer la parte inferior de su rostro y simular así una incipiente barba.

Dorothy partió al frente como Denis Smith. Y dio el pego hasta el punto de conseguir enrolarse en el Regimiento Leicestershire, destinado en el departamento francés de Somme. De nuevo, la colaboración de sus compañeros fue crucial. Más de uno se dio cuenta de quién era en realidad el soldado Smith, pero, lejos de delatarla, se convirtieron en sus cómplices.

Aunque por poco tiempo. A los diez días y con una debilitada salud debido al trabajo realizado en los túneles de la zona, Dorothy se entregó. Sabía que más temprano que tarde la descubrirían y no quería que los que la habían estado ayudando pagasen las consecuencias.

Dorothy tuvo que enfrentarse a numerosos interrogatorios. Las autoridades militares británicas no encontraban explicación al hecho de que se les hubiese colado una mujer en sus filas. Y no estaban dispuestas a que aquello quedase como una mera anécdota. Ni tampoco a que trascendiese. Por eso ingresaron a la joven en un convento donde le aconsejaron no contar nunca el episodio del que había sido protagonista.

Dorothy no pudo retomar su carrera periodística. Sin familia y con una deteriorada salud, pasó la etapa final de su vida de sanatorio de salud mental en sanatorio de salud mental. Sus últimos días fueron un infierno, aunque parece que sus primeros años no fueron mejores: según aseguró, durante mucho tiempo sufrió abusos sexuales por parte del vicario que la cuidó de niña.

Ahora, el War Imperial Museum de Londres quiere reparar la deuda que la historia y las autoridades civiles y militares de Inglaterra tienen con Dorothy Lawrence, recuperando su figura para así poder rendir el justo homenaje a la que se convirtió en la única mujer soldado británica en la I Guerra Mundial.

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