Ezequiel 36:36: Historia de un avión superviviente

16 de agosto de 2013
16 de agosto de 2013
2 mins de lectura

Las agonías empresariales salpican las páginas salmón de los diarios a este y al otro lado del Atlántico desde hace años. Las empresas cierran, abren, se nacionalizan y se fusionan diariamente. Entre los murmullos de pasillo, las proclamas de manifestación y las ruedas de prensa de directivos encorbatados a veces es difícil oír los estertores de una empresa, escuchar la voz rota de quien ha perdido su puesto de trabajo. El fotógrafo Nick Ballon ha dado un altavoz a esta gente. Sin grandes estridencias, ha reflejado en 35 imágenes la agonía de la aerolínea boliviana LAB, la desesperación de sus empleados, el silencio de su envejecida flota y el vacío de su sede, pilotada únicamente por un empleado.

Ezequiel 36:36 es el nombre del superviviente. Es el reducto de un pasado de grandeza que se tornó en miseria. Ezequiel 36:36 es el único avión operativo de LAB, una de las compañías aéreas más antiguas del mundo y en el pasado, la más importante de Sudamérica. Su privatización en 1994 dio paso a la corrupción, a una gestión negligente y a una deuda millonaria que iba engordando día a día. El Gobierno boliviano acabó ordenando el cese de sus operaciones en 2007, y en la actualidad las mantiene de forma testimonial con Ezequiel 36:36, una plantilla frugal y una maraña de litigios (más de 600) que empantanan su futuro.

“La historia de LAB es en muchos sentidos la historia del pueblo boliviano, atrapado entre la gloria y la grandeza, y un futuro prometedor que nunca parece llegar”, asevera Ballon. Sabe de lo que habla, este fotógrafo pasó seis meses documentándose sobre el pasado y el presente de la compañía aérea, junto con el escritor boliviano Amaru Villanueva.

“Supuse que sería difícil acceder debido a los tramites necesarios para entrar a las instalaciones, pero me decidí a llamar a la puerta. Antes de darme cuenta estaba sentado en la sala de juntas en una reunión con el director general, contándome cómo le gustaría que el mundo conociera la historia real de LAB”.

Ezekiel3636_lowrespress_NickBallon3

Ahora el mundo puede hacerlo en una página web, un libro y una exposición con la firma de Ballon. Un despliegue multiplataforma al servicio de una historia epidérmicamente corriente, pero única si se bucea en su interior. LAB tiene 21 hectáreas de tierra, licencias de vuelos internacionales, oficinas en Bolivia y en el extranjero y dos aviones de trabajo, uno de los cuales está operativo.

Pero también tiene un puñado de empleados con su propia historia. Un capitán de vuelo en su salón tiene la mirada perdida, pero en sus ojos se adivina la determinación de quien va a renunciar a su puesto de trabajo en unas horas. Un técnico duerme en un improvisado sofá apoyado entre turbinas. Un pájaro muerto descansa sobre un asiento de avión abandonado, señores de los cielos en tiempos aciagos, que descansan juntos en tierra. Historias grandes y pequeñas que se pasean a lo largo de 35 instantáneas por los años de gloria y miseria de LAB.

Ezekiel3636_lowrespress_NickBallon4

“Y entonces las naciones que quedaban a tu alrededor deberían saber que Yo, el Señor, reconstruiría los lugares en ruinas y replantaría lo que fue desolado: Yo el Señor he hablado y Yo lo haré”. A este pasaje de la Biblia hace referencia el avión Ezequiel 36:36. Lo bautizaron así porque evitó in extremis un accidente mortal, pero la evolución de la empresa ha hecho que su nombre cobre una nueva dimensión, casi profética.

Algún día veremos si se cumple la profecía, en forma de reseña o destacado entre las páginas salmón de algún periódico. Probablemente quedará ahogada entre noticias de fusiones y nacionalizaciones, de bajadas de persiana y subidas de tipos de interés. Probablemente parecerá otra noticia económica más.

Ezekiel3636_lowrespress_NickBallon2

Ezekiel3636_lowrespress_NickBallon5

Ezekiel3636_lowrespress_NickBallon6

No te pierdas...