El antiMBA

14 de marzo de 2011
14 de marzo de 2011
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¿Sería posible que un emprendedor fracasado diese clase de creación de empresas? ¿Debería enseñar el encantador de perros técnicas de control de la energía? ¿Pueden el yoga, el kung fu o el boxeo convertirse en sesiones prácticas de estrategia empresarial? ¿Podemos eliminar los exámenes y cambiarlos por una dura prueba de creación de empresas reales?
Sí, sí y sí. Soy parte del problema y llevo siéndolo desde hace una década. Actualmente imparto clase en cuatro másters de escuelas de negocio y universidades pública y privada.
Algo hemos enseñado mal. El cortoplacismo, las recompensas inmediatas, la especulación engañosa para atraer a incautos inversores, la falta de reciclaje de los docentes, el exprimir los recursos naturales como si fuesen infinitos, el castigo a la innovación o su ocultación y relegación a un segundo plano; forman parte del panorama docente actual.
Recientemente asistí a una conferencia del mundialmente conocido Don Peppers. El autor de varios bestsellers sobre marketing destacó que, según un estudio, 4 de cada 5 directores financieros de empresas estadounidenses estarían dispuestos a falsear los números con tal de cumplir el objetivo del trimestre.
He preguntado, en privado, a recién titulados de MBA en escuelas prestigiosas si habían aprendido y estudiado sobre la digitalización, las empresas que basan sus modelos de negocio en Internet, sobre nuevas tecnologías, tendencias, innovación, etc.
La respuesta ha sido en todos los casos un sorprendente ‘no’. Yo sé que no es exactamente así, que hay brillantes profesores, grandes conocedores de la nueva economía en las mejores escuelas de negocio, pero no me explico por qué los estudiantes afirman, en privado, que no han dado materias relacionadas con dirigir y gestionar empresas de este siglo y que han sido, desgraciadamente, preparados para dirigir y administrar empresas del siglo pasado.
Ninguno de ellos afirmará en público, por su evidente propio interés, que no ha quedado satisfecho de lo obtenido, tras invertir decenas de miles de euros en la financiación de su máster.
Tengo la idea de crear un nuevo máster y pronto lo empezaré a presentar a inversores. Algunos de ellos no tendrán que poner un duro. Su inversión será su talento y sus experiencias dando clase como profesores. El claustro docente estará formado por emprendedores frustrados, sí, emprendedores, que no es lo mismo que empresarios. Los empresarios gestionan y en el mejor de los casos heredan empresas. Los emprendedores, las creamos. Profesores de yoga que impartan relajación y meditación, bomberos que transmitan conocimientos de mentalización ante el máximo riesgo, cocineros que enseñen innovación en la elaboración de nuevos platos o atletas profesionales que muestren técnicas de resistencia ante exigencias de alto rendimiento.
Filosofía, religiones, supervivencia, motivación de equipos, felicidad, equilibrio mental, honorabilidad y honestidad, psicología para atender clientes, jardinería que enseñe procesos, tiempos y resultados. Todas estas materias deberían formar parte del currículo de un MBA. Otra forma de entender los negocios, ya que parece que la actual no ha generado la prosperidad deseable y estamos sumidos en una nueva gran depresión.
Pero lo más importante del nuevo máster será que desde el primer día los alumnos deberán formar equipos y, antes de dos meses de empezar el curso, tienen que obtener una tarjeta con el CIF de una empresa real constituida.
Nadie obtendrá el título del máster si dos años después de finalizar sus estudios, sus empresas no siguiesen vivas y con actividad.

Imagen de René Magritte
Este artículo fue publicado en el número de Marzo de Yorokobu.

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