La investigación ha desmontado, definitivamente, la letra de la canción As Time Goes By. Herman Hupfeld escribió “A kiss is just a kiss” y se quedó tan ancho. ¡Pero no! Un beso no es solo un beso. Hay mucha historia, cultura, política, física, química y hormonas detrás.
¿Por qué y cómo besamos? ¿Cuándo empezó el ser humano a besar? ¿Por qué unas culturas son besuconas y otras mueren sin probar un beso? ¿Son los mejores besadores los amantes mejores? Esas cuestiones intrigaban a la bióloga y periodista científica Sheril Kirshenbaum hasta que decidió resolver sus dudas con una investigación. Buscó entre todas las teorías y la literatura dedicada al beso y escribió un libro llamado La ciencia de besar.
El origen no está documentado, aunque podría remontarse a aquellos tiempos en los que los humanos, aún no tan humanos, alimentaban a sus hijos pasando el alimento desde su boca hasta la boca de la cría. Puede que los niños asociasen la presión en sus labios que este acto producía con la atención y el amor.
Podría ser también que con el paso del tiempo frotar los labios acabase acompañando al gesto de oler las mejillas ampliamente extendido en Alaska y Nueva Zelanda como señal de reconocimiento de los seres queridos.
Los primeros textos encontrados sobre el beso proceden del norte de India, según Kirshenbaurn. Fueron escritos hace algo menos de 2.000 años en sánscrito. Pero su existencia podría ser anterior y practicada por otras culturas, como la del Imperio Romano. El antropólogo Vaughn Bryant cree que besar es un comportamiento aprendido y que fueron los romanos quienes lo expandieron por toda Europa, especialmente el norte, mediante sus conquistas. Más adelante los exploradores europeas los llevaron por el resto del mundo.
La investigadora de la Universidad de Texas habla también de los besos desde la química. Asegura que las personas se acercan unas a otras, y se besan, para descubrir la información que guarda su olor. El aroma revela el tipo de genes MHC (los que controlan la efectividad del sistema inmunológico) de un individuo. La diferencia entre el sistema inmunológico de un hombre y una mujer garantiza un sistema inmunológico más fuerte en su criatura. Esto implica, según las leyes de la naturaleza, que la atracción entre dos personas sea más probable cuando sus sistemas inmunológicos son diferentes.
Kirshenbaurn también habla de las hormonas. La saliva de los hombres contiene testosterona cuya misión es despertar la libido de otra persona.
Pero un beso no siempre es un acto erótico. Ni de pasión. Ni tan siquiera un gesto de amor y cariño. El uso político de los besos se remonta, al menos, a la época del cristianismo. En las ceremonias religiosas se utilizaban con un rol social y también, en épocas más oscuras, se usaban como medio de acusación de brujería, según la novelista británica Lana Citron, en su recién publicado A Compendium of Kisses.
El beso es algo fundamental en la vida de una persona, de acuerdo con esta autora, y esa importancia queda constatada en lo primero que, normalmente, siente un niño cuando llega al mundo: el beso de su madre.
El estudio del beso no queda ahí. Ha ido más allá y ha saltado de la literatura a los gráficos animados. Un grupo de estudiantes de Vancouver Film School formado por Bashar Alaeddin, Roger Dario, Clark Macleod, and Marija Vidanovic hizo un vídeo en el que explican los tres tipos de besos que diferenciaban los romanos:
1. Beso para saludar a los que no conocían ese gesto europeo
2. Beso para amigos y familiares
3. Beso erótico y apasionado (reservado para contadísimas personas).