El capitalismo responsable también existe

Estamos acostumbrados a escuchar historias sobre la vertiente más extrema y abusiva del capitalismo pero existen también ejemplos de comportamientos decentes y responsables que merecen ser reconocidos. En la parte alta de esta categoría probablemente encontraríamos a Victorinox, el fabricante de navajas suizas con sede en el pueblo de Ibach.
Cada año el 90%  de los 26 millones de cuchillos que fabrican aquí se exportan a todo el mundo y sus números siguen en aumento con la apertura de nuevos mercados. Pero no siempre fue así. Tras los ataques a las torres gemelas en 2001, se prohibió llevar navajas a bordo de los aviones. De la noche a la mañana desapareció su mayor canal de venta en las tiendas duty free de los aeropuertos. Un hecho que desencadenó una bajada del 40% de su facturación, según un perfil sobre la empresa en Suddeutsche Zeitung traducido por Worldcrunch.
La respuesta de su CEO Carl Elsener Jr. responde a la visión de alguien que no se debe a los ritmos y exigencias de la bolsa. La empresa fue capaz de absorber esas pérdidas sin echar a ningún empleado. «Una de las formas creativas que encontraron para hacerlo fue ‘prestar’ trabajadores de Victorinox a otros negocios en la zona. Al mismo tiempo reforzaron su enfoque en otros productos como cuchillos de hogar tradicionales y equipaje», explica el artículo del diario alemán.
firma_swissknivevalley
Pero esto no es todo. En su capacidad de sobreponerse a la adversidad intervinieron una serie de factores que muchas compañías pasan por alto hoy en día:

Victorinox también sobrevivió a este periodo turbulento siguiendo valores que hoy en día podrían parecer anticuados como «ahorrar para cuando lleguen las vacas flacas», por ejemplo. «Siempre tuvimos reservas,» dice Elsener. La compañía está ahora en un camino que describe como crecimiento orgánico. «No queremos subir como un cohete porque lo que sube rápido baja rápido», dice el CEO.
Pero quizá la razón más importante del éxito de Victorinox es su estructura única. La familia Elsener renunció hace mucho a la propiedad de la compañía. El 90% de las acciones de la empresa están en una fundación y el 10% restante del capital está invertido en una organización benéfica. Hasta el último céntimo de los beneficios son reinvertidos en la compañía.
Dadas estas circunstancias, no es sorprendente que Elsener ofrezca una sonrisa compasiva cuando hablamos de los intentos radicales de tratar de controlar la remuneración de ejecutivos en Estados Unidos y Europa. Al CEO se le paga solo seis veces el salario del empleado que menos cobra en la compañía.
«Esto no es un intento de seguir tendencias actuales. Siempre fue así», dice. «Los gestores de una compañía no se deberían dar tanta importancia».

Artículo completo: How the Swiss Army Knife Survived 9/11
6952035411_f25967ce54_o
 
Fotos: Victorinox

Último número ya disponible

#142 Primavera / spring in the city

Sobre nosotros

Yorokobu es una publicación hecha por personas de esas con sus brazos y piernas —por suerte para todos—, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

Suscríbete a nuestra Newsletter >>