En 1848 Frederick Scott Archer inventó una forma de perpetuar imágenes mediante un revelado de sulfato de protóxido de hierro. El proceso, llamado colodión húmedo, obligaba al fotógrafo a llevar su laboratorio a la sesión porque la placa tenía que permanecer húmeda tanto en la toma de la imagen como en su revelado inmediato. El fotógrafo no portaba solo una cámara. Llevaba un carromato con todo el equipo dentro.
Eso ocurrió desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1930. La mejora de la tecnología hizo a la mayoría de los fotógrafos aparcar su carro y salir a la calle solo con la cámara y sus trípodes. Pero la técnica no ha muerto. Hay una persona al menos en el mundo que la sigue utilizando para hacer fotografías que, con esta técnica –según dice–, pueden durar varios siglos.
Dana Geraths emplea los productos químicos y los materiales que usaban los fotógrafos de hace 150 años en EEUU. No solo conoce una técnica que nació hace dos siglos. Él mismo construye esos dispositivos imitando fielmente a los de aquella época.
“Comencé a construir mi propio equipo fotográfico por todo lo que aprendí del negocio de las exhibiciones en museos. No quería utilizar las cámaras originales, tan delicadas y tan difíciles de encontrar, de aquella época. La química que requiere el proceso fotográfico del colodión húmedo es muy agresiva y destruye la cámara en muy poco tiempo. Las pocas originales que quedan están siendo estropeadas por usarlas más de la cuenta. Yo, como museólogo, no puedo contribuir a su destrucción utilizándolas más aún”, comenta el estadounidense originario de Oregon. “Por eso, tenía más sentido hacer mi propio equipo basado en los diseños originales de esas cámaras. Como me he especializado en la réplica de artefactos, solo tiene sentido que los haga yo mismo”.
Geraths no solo se interesa por el aspecto artístico de la fotografía. La historia que muestran tiene tanto peso como la imagen en sí. “Al ser historiador, siempre me han resultado muy interesantes las fotografías. Es lo más parecido que tenemos a una máquina del tiempo. He estado trabajando toda mi vida en la reconstrucción de hechos históricos. Tenía todo el sentido del mundo que el paso siguiente fuera recrear yo mismo lo que había visto en los libros de historia. Siempre he tenido una gran pasión por la historia, especialmente, por la de EEUU en los siglos XVIII y XIX, y reconstruir artículos de esa época me permite entenderla mejor”.
Una pregunta. ¿Cómo lo hace? “Hay varios aspectos para crear una imagen que parezca haber sido tomada hace tanto tiempo. El proceso en sí es lo más importante. Pero hay otras cosas que se deben tener en cuenta, como la luz, la pose, la expresión…”, explica. “La composición de las fotografías en el siglo XIX era muy sencilla. Por eso en tanto que no deje entrar el pensamiento moderno en la sesión de fotos, puedo crear algo que encajaría perfectamente en los libros de historia”.