El otro cemento que construye las ciudades

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Cuando los ciudadanos comenzaron a ver que tenían poder, decidieron dejar de confiar con tanta fe en quienes les dirigían y empezaron a actuar sin necesidad de pedir permiso. Surgieron multitud de proyectos que proponen otra manera de hacer ciudades, de organizar a sus ciudadanos y de entender las relaciones humanas. Ciudad Sabia es una iniciativa desarrollada por Creemos Creamos NRG y la Fundación HOM que pretende aglutinar esas pequeñas aportaciones para convertirlas en un un gran agente de cambio.
No es nada nuevo. Coger lo local y darle un envoltorio bonito y eficaz para exportarlo y hacerlo global es algo que, desde que internet es de uso masivo, se ha convertido en una norma no escrita. Lo que ocurre es que a veces hace falta un empujón para que muchas de estas ideas que se generan a nivel de barrio, salgan de ahí y se puedan implantar en comunidades con premisas similares.
«Lo que buscamos es conectar a las personas, empresas e instituciones para que compartan su experiencia, ideas y recursos. Es decir, que aunque la iniciativa se vaya a realizar en un barrio de Madrid, como pueda ser Malasaña, que se pueda beneficiar de la experiencia de otras iniciativas similares que se puedan haber puesto en marcha en cualquier otro lugar». Lo cuenta Verónica Marcos, miembro de Creemos Creamos NRG. «Creemos en esos en ‘muchos poquitos’ para conseguir los grandes cambios».
La cosa comenzó cuando los impulsores de la iniciativa vieron el desarrollo que estaban teniendo los núcleos urbanos desde el punto de vista tecnológico. Las ciudades tenían que hacerse ‘smart cities’. «Detectamos también la proliferación de espacios que buscan conectar a gente y que sin embargo, tienen poca conexión entre ellos», explica Marcos.
Se pusieron manos a la obra desarrollando escenarios de aprendizaje colaborativos y abiertos que se materializan en la actualidad en dos iniciativas concretas: un programa abierto para el desarrollo del talento y otro centrado en el desarrollo de comunidades de aprendizaje. «Para que sea posible y, sobre todo, sostenible, estamos trabajando en unir al mismo tiempo a participantes, impulsores y promotores que nos permitan seguir adelante», señala Verónica Marcos.
Explican que no encuentran problemas para encontrar a ciudadanos que estén interesados en participar. Somos cada vez más activos en labores de mejora activa de las comunidades y eso no supone un problema. Entre las entidades, públicas y privadas, que se han sumado a la idea están HUB Madrid, DCollab, CINK Emprende, Observatorio de la Sostenibilidad o el Ayuntamiento de Rivas (Madrid).
El reto está, como es posible deducir de la situación económica en la que nos hallamos inmersos, en conseguir financiación. «Queremos ofrecer a los promotores encargados de aportar los recursos económicos, y también de otro tipo, necesarios para el desarrollo del proyecto un retorno de su inversión que les resulte interesante para el desarrollo de su actividad», declara Marcos. «En el caso de las iniciativas que surjan como resultado de la labor de este proyecto, se trabajará en el desarrollo de un modelo de financiación autónomo para cada una de ellas».
Verónica Marcos insiste en que buscan a empresas que «se impliquen con el desarrollo responsable y sostenible del lugar en el que desarrollan su actividad». La recuperación de la inversión no tendrá que venir exclusivamente en moneda sino que vendría, principalmente, «en conocimiento, experiencias o ideas que sean interesantes para el desarrollo de su negocio y que ellos puedan traducir en nuevos productos o servicios que ofrecer».
Ciudad Sabia insiste en que todas las actividades, sus cifras y resultados son completamente transparentes. «Todo será compartido con los grupos de interés. Además, a través de la web, realizaremos un seguimiento de los proyectos que se vayan poniendo en marcha, ya que no buscamos solo buenas ideas, sino ideas que se conviertan en proyectos reales», dice Marcos.
El proyecto, en esencia, lucha por convertir la atomización creada por las pequeñas iniciativas casi particulares en algo más grande, que tenga un mayor efecto en las ciudades y en toda la sociedad. Creen en la gestión inteligente de la producción de ideas. «Una idea que no es viable en Madrid, por las características de la ciudad, por ejemplo, quizá sí pueda llevarse a cabo en La Coruña y tal vez pueda contar con la experiencia de quien está trabajando en algo similar en otra ciudad. ¿Por qué no conectarlos?», insisten.
El reto que les queda por delante es el de equilibrar las tres patas del proyecto -ciudadanos, instituciones y empresas- y que la cosa no quede coja. No es poco.

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Patrick Thomas

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