El periodismo del Ctr+C y el Ctrl+V


Churnalism.com es una nueva plataforma británica que permite comparar noticias con notas de prensa para ver hasta qué punto se parecen. En los casos más extremos, la página ha mostrado que algunos artículos aparecidos en prensa nacional en Reino Unido en los últimos meses llegaron a reproducir textualmente el 90% de la nota de prensa original. Su lanzamiento ha vuelto a reavivar el debate sobre esta práctica y la desinformación que produce.
En marzo de 2010, la empresa Rentokil difundió un estudio a los medios británicos en tono alarmista que informaba que, de media, los vagones de tren y autobuses de Londres contenían más de 2.000 insectos (entre ellos 1.000 cucarachas) en su interior. Todo esto coincidía con (sorpresa, sorpresa) el lanzamiento de un sistema de control de plagas de la multinacional que prometía acabar con este problema. Al día siguiente, diarios como The Evening Standard y The Daily Mail reflejaron el estudio rimbombante, casi textualmente, con declaraciones del responsable técnico de la compañía explicando que el estudio se había realizado en un vagón de tren y en un autobús en el centro de la capital británica. Habían llegado al número mágico de 2.000 insectos fumigando el espacio y, posteriormente, contando el número de insectos muertos, informaba el técnico.
Ben Goldacre, científico y periodista de The Guardian y uno de los mayores expertos en contrarrestar la desinformación de los miles de pseudoestudios científicos que lanzan las empresas cada año, desconfió desde el primer momento. “Los números parecían demasiado perfectos”, explicó en su blog Bad Science. Goldacre contactó con las oficinas de Transport for London, encargadas de la gestión del transporte público de la ciudad, y recibió una respuesta tajante. No tenían constancia de ningún contacto de este tipo con Rentokil.
Con esta información en mano, el periodista lo hizo saber a la compañía y esta respondió diciendo que todo había sido un “terrible malentendido”. “Los datos estaban basados en un modelo teórico, no en un estudio real”, explicaron. Unas semanas más tarde, responsables de Rentokil pidieron disculpas en su blog oficial, pero la desinformación ya estaba propagada y ningún medio publicó una rectificación. Un par de llamadas rápidas hubieran bastado para desechar esta noticia, pero la creciente obsesión por la cantidad, más que por la calidad, permitieron la difusión de esta nota de prensa que no era más que un anuncio encubierto para Rentokil. Se cerraba así un caso más de Churnalism, una palabra acuñada por el periodista de la BBC Wasem Sakir para definir la práctica de publicar notas de prensa sin contrastar la información.
Esta situación, lejos de ser una anomalía, parece representar el pan de cada día en las redacciones actuales, que han pasado de ser proactivas (buscar y generar noticias) a ser reactivas (recibir y redistribuir noticias). Estudios realizados al respecto no hacen más que confirmarlo. Una investigación realizada conjuntamente entre Crikey.com.au y el Australian Center for Independent Journalism puso de manifiesto que el 55% de las noticias publicadas en diez diarios australianos venían de una nota de prensa. “En muchos casos, los periodistas en plantilla de los diarios plantaban la firma sobre el texto casi literal de la nota de prensa”, según indica Javier Candeira en su artículo ¿Quién informa a quienes nos informan?
En este contexto surge Churnalism.com, una plataforma creada con el objetivo de conferir herramientas a las personas para monitorizar estas prácticas. Por un lado, se suben notas de prensa y, por otro, artículos surgidos a raíz de esa nota de prensa. El sistema utiliza un algoritmo sencillo para determinar el porcentaje de texto de la nota de prensa que ha acabado en el artículo. En los casos más extremos no es inusual encontrar artículos que reproducen el 90% de las notas de prensa. El periodista que firma no solo está reciclando algo textualmente, está potencialmente cometiendo un acto de irresponsabilidad. Un estudio hipotético de la Universidad de Tombuctú que dice que el tabaco no es tan nocivo puede resultar tremendamente seductor para llenar titulares, pero un poco de investigación hubiera revelado que esa misma Universidad recibe 20 millones de dólares al año de una organización que defiende los intereses del tabaco.
Para Martin Moore, el creador del site, el fenómeno no es más que un síntoma natural del declive de los recursos del periodismo en proporción al crecimiento exponencial que están teniendo las industrias de las relaciones públicas. “Por primera vez hay más personas trabajando en comunicación que periodistas en Reino Unido, y este fenómeno se produce en todo el mundo. Por eso pensamos que esta labor no la podemos hacer solos. De hecho, en las primeras semanas, recibimos más de 50.000 usuarios únicos y se aportó más de un centenar de artículos y notas de prensa a la plataforma”.

Sectores de la industria de la comunicación británica, en cambio, no han visto con buenos ojos la iniciativa. “La reacción de algunos se resume en ‘mira, todos sabemos que se da tal circunstancia; ¿por qué lo haces?’. Pero esto simplemente no es cierto. La realidad es que la mayor parte de la gente no sabe que esta situación existe. No sabe que muchas veces leen artículos que presuntamente es periodismo pero que, en realidad, no es más que una reproducción literal de una nota de prensa. Si la gente empieza a enterarse de este hecho, ayudará a frenar y monitorizar esta práctica”.
Pero el problema no se limita, ni mucho menos, a Reino Unido. En España, el grado de manipulación potencial de la información está llegando a unos niveles sin precedentes, denuncia Mario Tascón, periodista y consultor de nuevos medios. “Con la excusa de no tener recursos, algunos medios televisivos están confiando las imágenes a los propios partidos políticos. En los casos donde no asiste ningún medio televisivo, un equipo del partido aporta el material audiovisual con sus propios cortes y, en ocasiones, aparece tal cual en los informativos. Aquí no vamos a ver a Zapatero tropezarse nunca”.
Aún así, Tascón alerta de que no deberíamos caer en el juego de hacer pronósticos apocalípticos ni utilizarlo como excusa para proteger modelos de prensa desfasados. Internet, según él, está ayudando a corregir esta situación. “La reacción ya existe. La gente desconfía y acude cada vez más a fuentes alternativas. En la reciente catástrofe en Japón, no hemos necesitado depender demasiado de los grandes medios. Hemos podido seguir a muchos españoles contando su historia personal desde este país a través de twitter y a expertos ofreciendo su punto de vista desde sus propias páginas. La cobertura de bloggers en muchos casos ha sido mucho más razonable y menos alarmista”.
En esta linea Moore confía en que la información ayudará a las personas a tomar conciencia sobre la desinformación. “Lo importante es que la gente lo sepa para que tengan mejores herramientas y obtenga así sus propias conclusiones”, explica.
Y, si a alguien no le gusta la situación actual de los medios, siempre queda la opción de crear algo completamente nuevo. “Allí está la fortaleza. Si ves una debilidad, y lo convencional está lleno de defectos, puedes plantear un nuevo modelo de negocio”, resume Tascn.
El periodismo de nota de prensa está más vivo que nunca, pero las herramientas para contrarrestarlo también empiezan a estarlo. Está en nuestras manos confiar ciegamente o intentar discernir entre el SPAM encubierto y la información veraz e independiente.

Noticias inventadas
A la hora de diseñar un plan de promoción para Churnalism.com, Martin Moore se encontró con un problema de base. “Ningún medio, con la excepción de The Guardian, ha querido hablar de la iniciativa. Por eso hemos tenido que buscar formas más guerrilleras para darnos a conocer”.
Aquí es donde entró en escena la figura de Chris Wilkins que, en 2009, saltó a la fama por el documental Starsuckers. En él se refleja los más de 6 meses que Wilkins dedicó junto a un equipo a sembrar noticias inventadas sobre famosos en los medios de comunicación. La facilidad con la que se publicaban fue aplastante. Durante ese tiempo lograron que se publicaran historias sobre el pelo incendiado de Amy Winehouse o como una integrante del grupo pop Girls Aloud era en realidad un genio de la ciencia. Algunas de estas noticias acabaron difundiéndose por el mundo sin apenas recibir llamadas de verificación.

“Esta vez decidimos hacer algo un poco menos preocupados por los celebrities. Nos inventamos un personaje ficticio llamado Tim Sutcliffe que dijo que el nuevo gato de David Cameron, que el primer ministro había recuperado de un refugio para animales, era en realidad de su tía Margaret. La noticia apareció en varios medios de comunicación. Y le siguieron otras dos historias inventadas. Todas acabaron en radio y televisión. Unos pocos días después se reveló que nosotros estabamos detrás. “Por un lado, sentimos poder; pero también miedo al saber que podíamos crear un texto estúpido y que unas horas más tarde aparecería casi textualmente en el periódico que más vende en el Reino Unido”, explicó Moore.

La historia completa de la acción se puede ver aquí.

Este artículo fue publicado en el número de abril de Yorokobu.
Foto Portada: Kevin H reproducido bajo lic. CC.

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