Que el porno es el motor de internet lo demuestra un hecho claro: gracias a este género cinematográfico, se desarrollaron las pasarelas de pago, el público hizo lo indecible por tener conexiones en cada lugar y, por supuesto, es responsable solidario del auge de las plataformas de streaming de vídeo.
La mayor de todas, YouTube, no tiene su origen en el porno, pero sí en el muy humano anhelo de ver carne desnuda a costa de lo que sea. Para celebrar el decimoquinto aniversario de YouTube, Rolling Stone va a publicar una serie de reportajes acerca de la plataforma donde subes comuniones y vídeos de gatos.
Con todo el sentido, la primera de ellas cuenta el origen del fenómeno y su relación con la teta de Janet Jackson.
562 milésimas de segundo. Ese fue el tiempo que el pezón de Janet Jackson estuvo en contacto visual directo con los ojos de todo el planeta Tierra, incluidos los más puritanos. Y aquí es donde llegó el problema.
Hace 15 años, la Super Bowl estadounidense era el centro de atención del universo deportivo invernal. En el espectáculo del descanso, que es la excusa que todos ponemos para ver casi 4 horas de drives y touch downs, actuaban entre otros Justin Timberlake y Janet Jackson. Al final de la actuación, el último verso decía «gotta have you naked by the end of this song». Eso fue exactamente lo que ocurrió. Uno de los grandes spoilers de la historia de la música.
Como cuenta Rolling Stone, el escándalo fue de tal dimensión que Janet Jackson, una de las estrellas más vendedoras y exitosas del momento, no volvió a aparecer en la radio. El asunto se bautizó como Nipplegate (Pezongate) y hasta hoy, que seguimos recordándolo como si fuera ayer.
Tres de los responsables de Paypal, Chad Hurley, Steven Cehn y Jawed Karim, vieron el partido y el show. Cenaron juntos poco después y reflexionaron acerca de lo difícil que resultaba encontrar el vídeo de un acontecimiento planetario como aquel.
Se pusieron manos a la obra y, resumiendo dramáticamente, el 23 de abril de 2005 se subía a YouTube el primer vídeo de YouTube –sí, repito YouTube a propósito–. Se trataba de un clip de Jawed Karim mirando elefantes en el zoo de San Diego. Apasionante.
El pezón de Janet Jackson fue la chispa, la primera piedra, para erigir uno de los templos más despampanantes de toda la historia de internet.
Aunque parezca que YouTube ha existido siempre, lo cierto es que había vida antes de su fundación. No la recordamos, pero la había. Sin vídeos de lucha medieval, ni tutoriales informáticos hechos por geeks latinoamericanos, ni conciertos de Neil Young, ni sermones de telepredicadores caribeños. No existía un compendio de todo el saber humano como ahora. La vida era mucho peor.
UNA LECUTRA PARA HIPOCONDRIACOS CHIQUITITOS
Es posible que no te hayas enterado porque casi ni se ha contado: el coronavirus ha causado la suspensión del Mobile World Congress y VAMOS A MORIR TODOS.
Para evitar estos ataques de pánico o para que, al menos, estén justificados y basados en el conocimiento, conviene ir aprendidos desde pequeñitos.
El gran libro de las enfermedades (Reservoir Kids, 2020) es un volumen ilustrado para la chavalada que explica cómo funcionan cosas como la alergias, la anorexia, el acné juvenil, la culebrilla, la depresión, la peste o las varices.
Creo que me encuentro mal.
Este contenido es una columna llamada El Piensódromo. La enviamos los viernes por email e incluye algún tipo de reflexión acerca del ecosistema que nos rodea y algunas recomendaciones culturales y lecturas adicionales. Si quieres recibirlo directamente en tu correo electrónico, puedes darte del alta en el formulario que hay aquí.