La Rolling Stone del periodismo gonzo de Hunter S. Thompson, artículos cañeros y contracultura, se adapta a los tiempos. Los rockeros se han hecho mayores. Viven en mansiones. Los fans del inicio ya han pagado la hipoteca y disfrutan de su jubilación. Dejaron de tomar drogas y whisky hace mucho tiempo (menos Keith Richards, que nadie sabe cómo sigue vivo). El rock es un commodity como cualquier otro y sus seguidores son predominantemente de clase media para arriba. Ahora lo que se lleva es son otras cosas como, por ejemplo, el vino.
En esta línea, PSFK informa que la revista ha creado un club de vinos de temática rockera. Por 40 dólares por envío, el Rolling Stone Wine Club enviará 3 botellas cada trimestre de variedades como el Merlot de los Rolling Stones, The Dark Side of The Moon Cabernet Sauvignon y el Woodstock Chardonnay. Cada uno con sus respectivas portadas de disco y iconografía.
El acuerdo para comercializar los vinos se ha hecho con Wines That Rock, una empresa que lleva tiempo fabricando este tipo de productos.
¿Es una traición a los valores de la revista? ¿Una iniciativa lógica para un medio sufragar la bajada en publicidad? ¿El rock se ha vuelto burgués?
No nos engañemos. El rock siempre lo fue y hace tiempo que Rolling Stone es otra cosa completamente distinta a lo que fue. Para buscar la irreverencia y la contracultura tendrás que acudir a otros medios aunque tomarte un vino de Pink Floyd tenga su morbo.
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